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La abeja se dio cuenta de lo que iba a pasar, vio en peligro a su bienhechora y voló rápidamente para salvar a su amiga. Clavó su aguijón en la mano del cazador quien al sentir mucho dolor tiró su escopeta al suelo.Entonces la paloma vio al cazador y se alejó volando.

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Gracias a la abeja la paloma se salvó. La paloma agradeció a su amiga su ayuda.

Moraleja: esta fábula nos enseña que hay que ayudar a los demás, igual que a nosotros nos gusta que nos ayuden cuando lo necesitamos.

5. La cigarra y la hormiga

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Era verano y hacía mucho calor. Una cigarra cantaba bajo la sombra de un pino mientras miraba a la hormiga que trabajaba sin descanso y de sol a sol. La pobre hormiga iba y venía del prado a su hormiguero, cargando con pesados granos de trigo mientras la cigarra cantaba sin cesar.

A la cigarra le parecía que la hormiga no sabía disfrutar de la vida.

– Ven a descansar y a cantar conmigo, hormiga, que hace mucho calor. ¿Para que trabajas sin parar? – Le dijo la cigarra

– Tengo que guardar alimento para el invierno – contestó entonces la hormiga-. En el invierno no quedará nada que recoger y entonces podré comer con lo que ahora estoy guardando.

– Bueno, pero para el invierno todavía falta mucho. Yo prefiero disfrutar de la vida, vivir el momento – contestó alegre la cigarra.

– Deberías recoger comida como yo lo hago, cigarra. Eres una vaga.En el invierno no tendrás provisiones y entonces morirás de hambre.

El tiempo pasó deprisa y llegó el otoño, las hojas caían poco a poco de los árboles. El invierno no tardó en llegar también y la cigarra que se había quedado sin comida empezó a adelgazar. La pobre cigarra tenía frio, no encontraba ninguna hoja que llevarse a la boca, se sentía muy débil y de repente se acordó de la hormiga.

La cigarra, cansada y hambrienta, fue a visitar a la hormiga a su hormiguero.

– Amiga hormiga, por favor, ¿puedes darme algo de alimento? No tengo nada para comer y en el campo no encuentro nada. Además tengo mucho frío y no tengo casa.

La hormiga la miró con pena y le respondió:

– Ya te avisé y no me hiciste caso. Estuviste todo el verano cantando y descansando y no pensaste en este momento. Ahora tienes que buscar comida. Y entonces echó a la cigarra de su casa.

– Pero yo cantaba y alegraba con mi canto tu trabajo. Te prometo cantar para ti si me prestas ayuda- Le dijo la cigarra antes de salir del hormiguero.

Moraleja: esta fábula nos enseña que tenemos que aprender a organizar nuestro tiempo y que hay que dedicar un tiempo a divertirnos y otro a trabajar.

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6. La flauta y la cesta

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Una vez, la niña Zhenya fue con sus padres y su hermano menor al bosque a recoger fresas. Papá cogió la canasta, mamá cogió el cesto, la niña Zhenya cogió la cesta y al pequeño Pavlik le dieron un platillo. Mamá eligió un claro en el bosque para Zhenya y le dijo:

– Este es un gran lugar para ti, hija. Aquí hay muchas fresas. Camina y recoge todas las fresas que puedas.

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Zhenya cogió la cesta y comenzó a caminar. Caminó y caminó, miró y miró pero no encontró nada y regresó con la cesta vacía. Vio que todo el mundo tenía fresas. Papá tenía una cuarta parte de la canasta llena de fresas, mamá tenía medio cesto lleno y hasta el pequeño Pavlik tenía dos fresas en el platillo. La chica empezó a quejarse.

– Mamá, ¿por qué todos vosotras tenéis, pero yo no tengo nada? Probablemente elegiste el peor claro para mí-se quejó Zehnya.

– ¿Has mirado bien? – preguntó la madre.

– Bastante bien. No hay fresas, solo hojas.-contestó la niña.

– ¿Miraste debajo de las hojas? – preguntó la madre.

– No miré-contestó Zehnya

Y papá dijo:

– Las fresas – son astutas. Siempre se esconden de la gente. Necesitas poder conseguirlas. Mira como lo hago. Entonces papá se sentó, se inclinó hasta el suelo, miró debajo de las hojas y comenzó a buscar fresa tras fresa, diciendo:

– Tomo una fresa, miro la otra, noto la tercera, y la cuarta parece ser.

– Está bien – dijo Zhenya. – Gracias papá. Lo haré.

Zhenya regresó al claro, se puso en cuclillas, levantó las hojas y, de hecho, vio muchas fresas maduras. Comenzó a recolectarlas, pero pronto se cansó de agacharse y se fue en busca de otro claro, buscaba fresas encima de las hojas. Buscó y buscó pero no encontró ninguna fresa.

La niña se sentó en el tocón de un árbol para descansar y, de repente, un anciano barbudo apareció ante ella, Borovik, el jefe de todas las fresas y hongos que al escuchar las quejas de Zhenya, la invitó a usar una flauta mágica. Si tocas la flauta todas las fresas aparecerán instantáneamente encima de las hojas. Pero a cambio Borovik le pidió la cesta.

Zhenya aceptó felizmente y corrió al claro para tocar la flauta mágica. Las fresas se hicieron visibles, pero ahora la chica no tenía nada para recogerlas. Zhenya fue a buscar a Borovik, le dio la flauta y cogió la cesta. Llegó al claro y todas las fresas se habían escondido bajo el denso follaje. Zhenya volvió a visitar a Borovik y le pidió la cesta y la flauta, pero él se negó rotundamente. Llamó a Zhenya perezosa y se escondió bajo tierra.

No había nada que hacer: Zhenya regresó al claro que le había mostrado mamá y comenzó a recoger fresas, como todos los demás. Poco a poco…

Finalmente recogió un cesto lleno de fresas y regreso contenta hasta donde estaba su familia Sus padres y su hermano vieron la cesta llena de fresas, abrazaron a Zhenya y la elogiaron.

Moraleja: esta fábula nos enseña que para conseguir algo hay que hacer un esfuerzo y que solo el trabajo personal, las ganas de aprender y una buena actitud hacia otras personas nos llevara a conseguir buenos resultados.

7. El nabo

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Una vez el abuelo plantó un nabo. El nabo creció mucho. El abuelo intentó arrancar el nabo de la tierra, tiraba y tiraba pero no lo podía arrancar.

El Abuelo llamó a la abuela,
la abuela tiró del abuelo,
el abuelo tiró del nabo,
Tiraron y tiraron pero no
lo pudieron arrancar.
La abuela llamó a su nieta,
La nieta tiró de la abuela,
La abuela tiró del abuelo.
El abuelo tiró del nabo.
Tiraron y tiraron pero
no lo pudieron arrancar.
La nieta llamó a sus perrita Zhuchka.
La perrita tiró de la nieta
La nieta tiró de la abuela
La abuela tiró del abuelo.
El abuelo tiró del nabo.
Tiraron y tiraron pero
no lo pudieron arrancar.
Zhuchka llamó al gato:
El gato tiró de Zhuchka.
Zhuchka tiró de la nieta.
La nieta tiró de la abuela
La abuela tiró del abuelo.
El abuelo tiró del nabo.
Tiraron y tiraron pero
no lo pudieron arrancar.
El gato llamó al ratoncito:
El ratoncito tiró del gato
El gato tiró de Zhuchka.
Zhuchka tiró de la nieta.
La nieta tiró de la abuela
La abuela tiró del abuelo.
El abuelo tiró del nabo.
Y tiraron y tiraron, con todas sus fuerzas,
Y por fin…… ¡Arrancaron el nabo!
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