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- ¡Pippa! -Se ha quedado atónito.

- No me da ninguna pena -insiste mamá, desafiante-. Estoy.. . enfadada. Sí, muy enfadada.

La observo boquiabierta. Nunca la había visto reconocer sin ambages que está enfadada. Tonya también se ha quedado de piedra. Alza las cejas, preguntándome, y yo le respondo con un encogimiento de hombros.

- Lo que hizo es imperdonable -prosigue-. Vuestro padre siempre procura ver el lado bueno de las personas y buscar excusas. Pero a veces no hay lado bueno. A veces no hay excusa.

Nunca la he visto tan combativa. Tiene las mejillas encendidas y coge la copa de vino como si fuese a estampársela a alguien en la cara.

- ¡Bien dicho, mamá! -exclamo.

- Y si vuestro padre se empeña en seguir defendiéndolo.. .

- No lo defiendo -dice papá-. Pero es mi hermano, sangre de mi sangre. Resulta muy difícil.. . -Da un suspiro. El disgusto le acentúa las arrugas bajo los ojos. Papá siempre quiere ver el lado positivo. Es parte de su carácter.

- El éxito de tu hermano ha arrojado una larga sombra sobre el resto de la familia. -A mamá le tiembla voz-. Nos ha afectado a todos de diversas maneras. Ahora ha llegado el momento de liberarnos. Eso es lo que creo. Y punto.

- Pues yo recomendé la biografía del tío Bill a mi club de lectura -tercia Tonya-. Logré que vendiera ocho ejemplares. -Parece más indignada por eso que por cualquier otro motivo-. ¡Y era una sarta de mentiras! ¡Tío Bill es despreciable! Y si tú no piensas lo mismo, papá -añade mirándolo-, si no estás furioso, es que eres bobo.

La aplaudo para mis adentros. A veces, el estilo directo y expeditivo de Tonya es muy adecuado.

- Estoy furioso -admite papá-. Claro que lo estoy. Pero aún tengo que hacerme a la idea. Darme cuenta de que mi hermano pequeño es un egoísta sin principios y.. . un cerdo. -Suelta un resoplido-. Claro, eso implica que.. .

- Implica que hemos de olvidarnos de él -lo ayuda mamá-. Dejarlo atrás. Empezar a vivir el resto de nuestras vidas sin sentirnos ciudadanos de segunda.

Nunca se ha expresado con tanta vehemencia. ¡Hurra, mamá! ¡Así se habla!

- Bueno, ¿y quién ha negociado con él? -Tonya frunce el entrecejo-. Debe de haber resultado difícil.

- Lara se ha ocupado de todo -informa mamá con orgullo-. Habló con Bill, negoció con el museo, resolvió cada detalle.. . ¡y ha abierto una nueva empresa! ¡Ha estado inconmensurable!

- ¡Vaya hermanita! -Tonya sonríe de oreja a oreja, pero se le nota la irritación-. Muy bien, Lara. -Bebe un sorbo de vino y lo remueve pensativamente en la boca. Está buscando algún punto vulnerable, ya lo veo; algún modo de volver a ganar ascendiente-. ¿Y cómo va la cosa con Josh? -Adopta su expresión compasiva-. Papá me ha contado que volviste con él unos días, pero que enseguida rompisteis definitivamente. Debe de haber sido duro. Como para estar destrozada.

- Qué va. -Me encojo de hombros-. Ya está superado.

- Pero has de sentirte muy herida, ¿no? -insiste, clavando sus ojos vacunos en los míos-. Tiene que haber sido un golpe terrible para tu autoestima. Tú recuerda sobre todo que eso no significa que no seas atractiva. ¿Entiendes? -Mira a mamá y papá, poniéndolos por testigos-. Hay muchos otros.. .

- Bueno, mi nuevo novio me ha levantado bastante la moral -digo jovialmente-. Yo en tu lugar no me preocuparía.

- ¿Novio nuevo? -Se queda boquiabierta-. ¿Tan pronto?

No hacía falta que aparentase tanta sorpresa, la verdad.

- Es un consultor americano destinado en Londres. Se llama Ed.

- Muy atractivo -dice papá, apoyándome.

- ¡La semana pasada nos invitó a comer! -añade mamá.

- Vaya. -Tonya parece ofendida-. ¡Genial! Pero será un poco duro cuando vuelva a Estados Unidos, ¿no? -Se le ilumina la expresión-. Las relaciones a distancia se rompen con mucha facilidad. Todas esas llamadas transatlánticas, más la diferencia horaria.. .

- Quién sabe lo que sucederá -me oigo responder con toda tranquilidad.

- ¡Yo haré que se quede! -La voz de Sadie me sobresalta una vez más, no logro acostumbrarme. La veo flotando a mi lado, con la mirada brillante y resuelta-. Soy tu ángel de la guarda. ¡Conseguiré que se quede!

- Perdonad un momento -digo a todos, levantándome-. He de enviar un mensaje.

Saco el móvil y me pongo a teclear, colocando la pantalla de manera que Sadie la vea.

Tranquila. No hace falta que hagas nada. ¿Dónde te habías metido?

- ¡O hacer que te pida en matrimonio! -añade sin prestar atención a mi pregunta-. ¡Será más divertido! Sí, le diré que te lo pida, y me encargaré de que escoja un anillo despampanante. Nos lo pasaremos bomba con los preparativos de boda.. .

«¡No, no y no! -escribo a toda prisa-. ¡Basta, Sadie! No le hagas hacer nada. Quiero que sea él quien tome sus decisiones. Quiero que escuche su propia voz.

Sadie carraspea mientras lee.

- Bueno, yo creo que mi voz es más interesante -dice, y a mí se me escapa una sonrisa.

- ¿Estás enviándole un mensaje a tu novio? -interviene Tonya, observándome.

- No. A una amiga, una buena amiga. -Me doy la vuelta y tecleo: «Gracias por todo lo que has hecho para ayudarme. No tenías por qué.»

- Pero ¡yo quería hacerlo! ¡Es divertido! ¿Habéis tomado ya el champán?

«No -escribo, aguantándome la risa-. Sadie, eres el mejor ángel de la guarda que ha existido.»

- Me precio de serlo -se ufana-. Bueno, ¿y dónde me siento?

Cruza la mesa flotando y ocupa una silla libre, justo cuando aparece Kate, roja de excitación.

- ¡Lara! -exclama-. ¡El tipo de la licorería de la esquina nos ha enviado una botella de champán! ¡Dice que es para darnos la bienvenida! Y has recibido un montón de llamadas; he anotado todos los números.. . Y ha llegado el correo, reenviado desde tu apartamento. No lo he traído todo, pero había algo que me ha parecido importante. Viene de París.. . -Me entrega un sobre acolchado, se sienta y sonríe a todo el mundo-. ¿Ya habéis pedido? ¡Me muero de hambre! Hola, creo que no nos conocemos.. .

Mientras Kate y Tonya se presentan y papá sirve más vino, me quedo mirando el sobre con una aprensión repentina. De París. La dirección está escrita con una letra aniñada. Al palparlo noto algo duro y desigual. ¿Un collar?

Levanto la vista lentamente. Sadie me mira desde el otro extremo de la mesa. Está pensando lo mismo.

- Venga -me dice, asintiendo.

Lo abro con manos temblorosas. Atisbo una masa de papel de seda. La aparto y vislumbro un destello amarillo iridiscente. Miro otra vez a Sadie.

- Está ahí, ¿verdad? -Se ha puesto lívida-. Lo has conseguido.

Asiento y, sin saber muy bien lo que hago, echo la silla atrás.

- He de.. . hacer una llamada -digo con voz ronca-. Salgo un momento. Enseguida vuelvo.. .

Sorteo las mesas hasta el fondo del restaurante, que da a un patio pequeño y aislado. Salgo por la puerta de incendios y voy a un rincón. Abro otra vez el sobre, saco el envoltorio de papel de seda y lo desenvuelvo.

Después de todo este tiempo, al fin en mis manos.

Tiene un tacto más cálido de lo que esperaba. Más sólido, en cierto sentido. Los diamantes de imitación destellan al sol y las cuentas de cristal relucen con un brillo trémulo. Es tan impresionante que siento el impulso de ponérmelo. Pero me contengo y miro a Sadie, que me observa en silencio.

- Aquí lo tienes. Es tuyo. -Intento colocárselo alrededor del cuello, como si fuese una medalla olímpica. Pero mis manos se hunden en su cuerpo y lo atraviesan. Pruebo otra vez, y otra, en vano-. ¡Maldición! -Tengo ganas de reír y llorar-. ¡Es tuyo! ¡Deberías llevarlo tú! ¡Nos haría falta la versión fantasmal!

- ¡Para! -Sadie alza la voz, súbitamente en tensión-. ¡No di.. . ! -Se le corta la voz y se aleja unos pasos, con los ojos fijos en las losas del patio-. Ya sabes lo que debes hacer.

Se produce un silencio. Sólo se oye el rumor del tráfico, que nos llega amortiguado desde la avenida principal. No puedo mirarla. Permanezco aferrada al collar. Soy consciente de que esto es lo que buscábamos, perseguíamos y deseábamos desesperadamente. Pero ahora que lo tenemos.. . Ojalá no hubiera llegado este momento. Todavía no. El collar es el motivo de que Sadie se me haya aparecido. Una vez que lo recupere.. .

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