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- Ni siquiera él sabe lo que piensa. -Menea la cabeza, desdeñosa-. Es como el muñeco de un ventrílocuo. Yo le dije lo que debía pensar y decir.

Maldita engreída.

- No vayas a creerte que tienes poderes tan irresistibles, ¿eh? Josh es un tipo muy firme, por si quieres saberlo.

- Cielo, podría hacerlo bailar sobre la mesa y hasta cantar una canción de cuna, si me apeteciera -responde con desprecio-. ¡Quizá acabe haciéndolo para que entres en razón!

No vale la pena seguir discutiendo. Paso a través de ella a propósito y me dirijo hacia la mesa sin hacer caso de sus chillidos de protesta. Josh se dispone a incorporarse. El pelo le brilla a la luz del local y sus ojos se ven tan azules y límpidos como siempre. Al llegar a su lado, noto un hormigueo en el estómago. Felicidad, tal vez. O amor. O triunfo.

Una mezcla de todo.

Lo abrazo y sus labios se encuentran con los míos, y lo único que pienso es: «¡Sííííííí!» A continuación hace ademán de sentarse, pero yo lo atraigo y nos besamos otra vez apasionadamente. Ahora se enterará Sadie de si estamos enamorados o no.

Finalmente, Josh se aparta y nos sentamos. Alzo la copa de vino blanco que ya había pedido para mí.

- Bueno -digo casi sin aliento-. Aquí estamos.

- Sí, aquí estamos.

- ¡Por nosotros! ¿No es maravilloso volver a estar juntos? ¿En nuestro restaurante favorito? Siempre asociaré este sitio contigo -añado con cierta intención-. Con nadie más. No podría.

Josh tiene la gentileza de parecer un poco incómodo.

- ¿Qué tal el trabajo? -se apresura a preguntar.

- Perfecto. -Suspiro-. Bueno, para ser sincera.. . no tan perfecto. Natalie se largó a Goa y me dejó a cargo de todo. Ha sido una pequeña pesadilla.

- ¿De veras? Qué mal.

Coge la carta y empieza a ojearla, como si el tema ya estuviera zanjado. No puedo evitar una punzada de frustración. Esperaba una reacción más enérgica. Aunque, ahora que lo recuerdo, Josh nunca reacciona demasiado. Es muy pasota. Y eso me encanta, me digo: su maravillosa despreocupación. Nunca se estresa. Nunca reacciona de un modo exagerado. Nunca se irrita. Su filosofía consiste en ir tirando sin complicarse la vida, lo cual es muy sano.

- Algún día deberíamos ir a Goa -sugiero.

- Sí. Dicen que es fantástico. ¿Sabes?, estoy acariciando la idea de tomarme una temporada libre. Seis meses o así.

- ¡Podríamos hacerlo juntos! -propongo alegremente-. Dejar el trabajo y viajar por ahí, empezando en Bombay.. .

- ¡No empieces a planearlo todo! -me ataja-. No me agobies, por Dios.

Lo miro, aturdida.

- Pero.. .

- Perdona. -Incluso él parece sorprendido-. Perdona.

- ¿Pasa algo?

- No. Al menos.. . -Se restriega la cara con las manos y luego me mira, confuso-. Ya sé que es fantástico, tú y yo otra vez juntos. Y sé muy bien que fui yo quien te lo pidió. Pero a veces me viene un pronto de qué-coño-estamos-haciendo.

- ¿Lo ves? -La voz de Sadie, planeando sobre la mesa, me provoca un sobresalto. Se cierne sobre nosotros como un ángel vengador.

Concéntrate. No mires. Actúa como si fuese una lámpara.

- Me parece normal -digo, mirándolo con determinación-. Tenemos que reajustarnos; llevará su tiempo.

- ¡No es normal! -clama Sadie-. ¡Él no quiere estar aquí realmente! ¡Ya te lo he dicho, es una simple marioneta! ¡Puedo obligarlo a hacer o decir cualquier cosa! ¡Algún-día-te-gustaría-casarte-con-ella! -le grita al oído-. ¡Díselo!

Josh parece aún más confuso.

- Aunque también pienso que algún día.. . quizá tú y yo.. . deberíamos casarnos.

- ¡En-una-playa!

- En una playa -repite, obediente.

- ¡Y-tener-seis-hijos!

- Me encantaría tener montones de críos -dice tímidamente-. Cuatro.. . o cinco.. . incluso seis. ¿Te parece bien?

Le lanzo una mirada asesina a Sadie. Lo está estropeando todo con ese estúpido truco.

- Un momento, Josh -le digo con calma-. Debo ir al baño.

Nunca he cruzado un restaurante a tanta velocidad. Cierro de un portazo el lavabo y miro furiosa a Sadie.

- ¿Qué pretendes?

- Demostrar mi tesis. Él no piensa por sí mismo.

- ¡Por supuesto que sí! Además, por mucho que lo incites a decir cosas, eso no demuestra que no me quiera. En el fondo, seguramente sí desea casarse conmigo. ¡Y tener un montón de hijos!

- ¿Eso crees? -se mofa.

- ¡Sí! No podrías obligarlo a decir nada que no creyera de verdad en su fuero interno.

- Ah, ¿no? -Alza la barbilla y sus ojos relucen un instante-. Muy bien. Desafío aceptado. -Se lanza hacia la puerta.

- ¿Qué desafío? -me horrorizo-. ¡Yo no te he retado!

Vuelvo corriendo al comedor, pero Sadie se me ha adelantado. Ya le está chillando al oído. Josh tiene los ojos vidriosos. No puedo llegar más deprisa porque tengo delante a un camarero con cinco platos. ¿Qué demonios pretende Sadie?

Reaparece de sopetón a mi lado, apretando los labios para contener la risa.

- ¿Qué has hecho?

- Ya lo verás. Así me creerás por fin. -Parece tan eufórica que me dan ganas de estrangularla.

- ¡Déjame en paz! -murmuro-. ¡Vete de una vez!

- Muy bien -replica con indiferencia-. ¡Me voy! Pero aun así verás que tengo razón.

Se desvanece en el acto y yo me acerco a la mesa, hecha un manojo de nervios. Josh levanta la vista y me mira con expresión remota, como si estuviera grogui. Se me cae el alma a los pies. Sadie lo ha mareado a base de bien. ¿Qué le habrá dicho?

- Bueno -digo con aire jovial-. ¿Ya has decidido qué vas a pedir?

Ni siquiera parece oírme, como si estuviera en trance.

- ¡Josh! -Chasqueo los dedos-. ¡Despierta!

- Perdona. Oye, Lara, he estado pensando. -Se inclina hacia delante y me mira con intensidad-. Creo que debería hacerme inventor.

- ¿Inventor?

- Y trasladarme a Suiza. -Asiente con seriedad-. Se me acaba de ocurrir, así de repente. Es una idea.. . asombrosa. Tengo que cambiar mi vida. De inmediato.

La mataré.

- Josh.. . -Intento conservar la calma-. Tú no quieres ir a Suiza ni hacerte inventor. Tú trabajas en publicidad.

- No, no. -Los ojos le brillan como a un peregrino que acaba de ver a la Virgen-. No lo comprendes. Yo estaba equivocado. Ahora todo encaja. Quiero irme a Ginebra y reciclarme en astrofísico.

- Pero ¡tú no eres científico! -gorjeo, casi afónica-. ¿Cómo vas a convertirte en astrofísico?

- Pero quizá yo estaba hecho para estudiar ciencias -dice con fervor-. ¿Nunca has oído una voz interior diciéndote que has de cambiar de vida? ¿Susurrándote que vas por un camino equivocado?

- ¡Sí, pero no escuches esa voz! -Pierdo los papeles-. ¡No le hagas caso! Tú piensa: «¡Qué voz más estúpida!»

- ¿Cómo puedes decir eso? -replica asombrado-. Lara, uno ha de escucharse a sí mismo. Tú siempre me lo has dicho.

- Pero no me refería.. .

- Estaba aquí sentado, pensando en mis cosas, cuando me ha venido la inspiración -me explica con entusiasmo-. Como una epifanía. Como una revelación. Como cuando me di cuenta de que debía volver contigo. Exactamente igual.

Sus palabras me dejan helada.

- ¿Exactamente.. . igual?

- Sí, claro. -Me mira como si no comprendiera mi reacción-. No te lo tomes a mal, Lara. -Me coge una mano-. Ven conmigo a Ginebra. Empezaremos una nueva vida. ¿Y sabes qué más se me ha ocurrido? -La cara se le ilumina-. Abrir un zoo. ¿Qué te parece?

Creo que voy a echarme a llorar.

- Josh.. .

- No, escúchame bien. -Da una palmada en la mesa-. Abriremos un centro especial para especies en peligro de extinción. Contrataremos a expertos, recaudaremos fondos.. .

Se me llenan los ojos de lágrimas. «Está bien -le digo a Sadie mentalmente-. Lo he captado.»

- Josh.. . -lo interrumpo-. ¿Por qué quisiste volver conmigo?

Se hace un silencio. Todavía tiene esa expresión vidriosa.

- No me acuerdo. -Arruga el ceño-. Algo me dijo que era lo correcto. Una voz interior. Me decía que aún te amaba.

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