Ésta es mi ocasión. Vamos, Lara. Armándome de valor, tomo la copa de champán que me ofrece un camarero y me acerco a un grupo de ejecutivos que están riendo jovialmente.
- ¡Hola! -me lanzo-. Soy Lara Lington, de L amp;N Selección de Ejecutivos. ¡Permitidme que os deje mi tarjeta!
- Hola -responde un pelirrojo de aspecto simpático. Me presenta a los demás y doy una tarjeta a cada uno. Por sus placas, parece que todos pertenecen al sector informático.
- ¿Alguno trabaja en marketing? -añado en plan informal. Todos se vuelven hacia un tipo rubio.
- Culpable -sonríe.
- ¿Te apetecería un nuevo trabajo? -le suelto sin anestesia-. En una empresa de material deportivo, con grandes incentivos. Una oportunidad fabulosa.
Se hace un silencio. Contengo el aliento. Y de pronto, todos estallan en carcajadas.
- Me gusta tu estilo -dice el pelirrojo y se vuelve hacia su vecino-. ¿No te interesaría una subsidiaria informática asiática?
- En perfectas condiciones -bromea otro, y los demás ríen a carcajadas.
Me sumo a las risas, pero me siento como una idiota. No voy a encontrar un candidato ni por casualidad. Ha sido una idea absurda. Dejo pasar unos minutos y luego me excuso.
Ed se acerca entre las mesas.
- ¿Qué tal? Perdona que te haya abandonado.
- No te preocupes. He aprovechado para hacer contactos.
- Estamos en la mesa uno. -Me guía hacia el estrado y yo no puedo evitar una punzada de orgullo, a pesar de mi desánimo. ¡La mesa 1 en la cena de Business People!
- Lara, quiero hacerte una pregunta -me dice-. Pero, por favor, no la interpretes mal.
- Claro que no. Adelante.
- Es que me interesa dejar una cosa clara. Tú no quieres ser mi novia, ¿verdad?
- Verdad. Ni tú quieres ser mi novio.
- No -confirma, negando con la cabeza. Ya hemos llegado a la mesa. Ed se cruza de brazos y me mira-. Entonces, ¿qué hacemos aquí juntos?
- Buena pregunta.. . -No sé qué decir. La verdad es que no hay un motivo racional-. ¿Amigos? -sugiero al fin.
- Amigos -repite, dubitativo-. Supongo que sí.
Me sostiene la silla y tomo asiento. Al pie del programa que han dejado junto a cada cubierto puede leerse: «Ponente invitado: Ed Harrison.»
- ¿Estás nervioso?
Él parpadea y sonríe levemente.
- Si lo estuviera no te lo diría.
Vuelvo el programa y experimento un ligero sobresalto al ver mi nombre en la lista. Lara Lington, L amp;N Selección de Ejecutivos.
- No me pareces la típica cazatalentos -dice Ed, siguiendo mi mirada.
- ¿De veras? -No sé cómo reaccionar. ¿Es un comentario positivo o negativo?
- Para empezar, no pareces obsesionada con el dinero.
- Me gustaría ganar más -admito con franqueza-. Mucho más. Pero supongo que eso no es lo esencial para mí. Siempre he visto la selección de ejecutivos como.. . -Me callo, avergonzada, y bebo un sorbo de vino.
Una vez le expliqué mi teoría a Natalie y ella me dijo que estaba loca y que no se me ocurriese contarla por ahí.
- ¿Como qué?
- Bueno. Un poco como el trabajo de una casamentera. Encontrar a la persona ideal para el puesto ideal.
Ed parece divertido.
- Es una manera de verlo. Pero no estoy muy seguro de que la mayoría de los aquí presentes considere que tiene una aventura romántica con su trabajo. -Hace un gesto abarcando el salón, cada vez más atestado de gente.
- Quizá lo considerarían si tuviesen el puesto adecuado -replico con convicción-. Si pudieras ofrecerle a la gente lo que desea exactamente.. .
- Y tú actuarías de Cupido.
- Te burlas de mí.
- No. -Menea la cabeza-. Me gusta como teoría. ¿Qué tal resulta en la práctica?
Suspiro. Hay algo en Ed que me hace bajar la guardia. Quizá porque me da igual lo que pueda pensar de mí.
- No muy bien. Ahora mismo, de pena.
- ¿Tan mal?
- Peor incluso. -Bebo otro sorbo de vino y él me mira con aire socarrón.
- Trabajas con otra socia, ¿no?
- Sí.
- ¿Y cómo decidiste con quién asociarte? ¿Cómo fue la historia?
- ¿Por qué Natalie? -Me encojo de hombros-. Porque es mi mejor amiga, porque la conozco de toda la vida, porque es una cazatalentos de primera. Antes trabajaba para Price Bedford Associates, ¿sabes? Es una empresa importantísima.
- Lo sé. -Reflexiona un momento-. Y por curiosidad, ¿quién te dijo que era una profesional de primera?
Lo miro. Me ha pillado desprevenida.
- Nadie tenía que decírmelo. Lo es y ya está. O sea.. . -Veo su expresión escéptica-. ¿Qué pasa?
- No es asunto mío. Pero cuando tú y yo.. . -titubea de nuevo, buscando la palabra- quedamos para salir.. .
- ¿Sí.. . ?
- Pregunté un poco por ahí. Y nadie había oído hablar de vosotras.
- Genial. -Bebo un trago de vino.
- Pero un contacto que tengo en Price Bedford me contó alguna que otra cosa de Natalie. Interesante.
Su expresión me da mala espina.
- Ah, ¿sí? Claro, porque perderla debió de cabrearlos. Así que lo que te haya dicho ese contacto.. .
Ed alza las manos.
- Tranquila. Es tu socia, tu amiga, tu elección.
Vale. Ahora sí que tengo un mal presentimiento.
- Cuéntame. -Dejo la copa, ya sin ganas de bravatas-. Por favor. Cuéntamelo. ¿Qué te dijo?
- Bueno. -Se encoge de hombros-. Según parece, convenció con falsas promesas a una serie de ejecutivos de renombre para incluirlos en una lista destinada a un puesto de primera no identificado que, en realidad, no existía. Luego le presentó la lista a un cliente de segunda fila y alegó que ése era el puesto al que se había referido desde el principio. Se organizó un escándalo tremendo. Tuvo que intervenir el director de la empresa para calmar los ánimos. Por eso la despidieron. -Titubea-. Pero tú ya lo sabías, ¿no?
Me quedo muda. ¿Despidieron a Natalie? ¿La despidieron? Ella me dijo que había decidido dejar Price Bedford porque no la valoraban y creía que podía ganar mucho más por su cuenta.
- ¿Está aquí? -pregunta mirando alrededor-. ¿Voy a conocerla esta noche?
- No -consigo decir por fin-. No está aquí.. . ahora mismo.
No puedo contarle que me dejó en la estacada y que he tenido que arreglármelas sola. Ni reconocer que la cosa es mucho peor de lo que piensa. La sangre me sube a la cara mientras trato de procesarlo todo.
Nunca me dijo que la habían despedido. Nunca. Todavía recuerdo cómo me propuso montar la empresa mientras tomábamos champán en un bar de moda. Me dijo que todo el mundo en el sector se moría por asociarse con ella, pero que se lo había pensado y que prefería hacerlo con alguien en quien pudiera confiar de verdad. Una amiga de toda la vida. Alguien con quien pasárselo bien, además. Me lo pintó tan atractivo y dejó caer tantos nombres imponentes que me quedé cautivada. Dejé mi trabajo a la semana siguiente y saqué todos mis ahorros. Por lo visto, soy una boba de remate. Estoy al borde de las lágrimas y me apresuro a tomar otro trago.
- ¿Lara? -La voz estridente de Sadie resuena en mi oído-. ¡Ven, deprisa! Tengo que hablar contigo.
No me apetece hablar con ella, pero tampoco puedo seguir aquí mientras Ed sigue observándome, preocupado. Me temo que se ha dado cuenta de que me he quedado anonadada.
- ¡Vuelvo en un minuto! -le digo con exagerado entusiasmo y me pongo en pie.
Cruzo el enorme salón sin hacerle ningún caso a Sadie, que me persigue y farfulla al oído.
- Lo siento mucho -me está diciendo-. Lo he pensado y tienes razón, he sido una egoísta y una desconsiderada. Así que he decidido ayudarte.. . ¡y lo he conseguido! ¡Te he encontrado un candidato! ¡Uno maravilloso, perfecto!
Sus palabras interrumpen el tiovivo de pensamientos que giran en mi cabeza.
- ¿Cómo? ¿Qué has dicho?
- Tal vez creas que no me intereso por tu trabajo, pero no es así. Lo que te hace falta es un trofeo y yo te he encontrado uno. ¿A que soy lista?