- ¿Qué quieres decir? -pregunta con aire altivo.
- Darle un empujoncito a Josh. Decirle que yo le gusto. Sólo por si acaso.
- ¿Por qué va a necesitar que se lo digan? Tú dijiste que se daría cuenta de su error en cuanto te viera.
- Y así será, claro. Pero quizá no sé dé cuenta en el acto. Quizá le haga falta un empujoncito. Como los coches antiguos -añado, súbitamente inspirada-. Como en tus tiempos, ¿recuerdas? Le dabas a la manivela y de pronto el motor arrancaba. Debes de haberlo hecho miles de veces.
- Con los coches -dice-, no con los hombres.
- ¡Es lo mismo! Una vez en marcha, todo irá como la seda, estoy segura.. . -Contengo el aliento-. Ay, Dios. Ahí viene.
Camina tranquilamente, con los auriculares del iPod puestos, con una botella de agua en una mano y el estuche de un portátil nuevo de aspecto guay en la otra. Salgo de mi escondite y echo a andar hasta cruzarme en su camino.
- ¡Ah! -digo, tan sorprendida como puedo-. Hola, Josh.
- Lara. -Se quita los auriculares y me mira con cautela.
- ¡Se me había olvidado que trabajas por aquí! -exclamo con una sonrisa radiante-. ¡Qué coincidencia!
- Pues sí.. .
La verdad, no hace falta que me mire con tanta suspicacia.
- Precisamente pensaba en ti el otro día -le digo-. En aquella vez en París, cuando acabamos en la otra Notre Dame, ¿te acuerdas?, porque el GPS iba mal. ¿A que fue divertido? -Estoy hablando a trompicones. Calma.
- ¡Qué curioso! -dice tras una pausa-. Yo también me acordé de eso el otro día. -La mirada se le ilumina al ver el libro que llevo-. Ese libro.. . ¿es Los Alamos?
- Sí -respondo sin darle importancia-. El otro día miré ese otro libro fantástico, Democratic Camera. Las fotos son tan alucinantes que me compré éste. -Le doy unas palmaditas y levanto la vista-. Oye.. . ¿a ti no te gustaba también William Eggleston? -Arrugo la frente-. ¿O era otro?
- Adoro a Eggleston -dice lentamente-. Fui yo quien te regaló Democratic Camera.
- Ah, cierto. -Me doy una palmada en la frente-. Lo había olvidado. -Está desconcertado. Lo he pillado desprevenido. Es el momento de aprovechar mi ventaja-. Josh, tenía ganas de decirte.. . -le dirijo una sonrisa contrita- que siento haberte enviado todos aquellos mensajes. No sé qué me entró.. .
- Bueno.. . -Carraspea.
- ¿Me dejas que te invite a una copa rápida? Para hacer las paces sin rencores, ¿de acuerdo?
Se hace un silencio. Casi puedo seguir el hilo de sus pensamientos. «Es una propuesta razonable. Una copa gratis. Se la ve bastante equilibrada.»
- De acuerdo. -Se quita el iPod-. ¿Por qué no?
Le lanzo una mirada triunfal a Sadie, que niega con la cabeza y se pasa el dedo por la garganta, tal vez para darme ánimos. Bueno, me da igual lo que piense. Me llevo a Josh al pub más cercano, pido un vino blanco para mí y una cerveza para él y localizo una mesa en un rincón. Alzamos las copas, bebemos un sorbo y abrimos una bolsa de patatas.
- En fin. -Le ofrezco el paquete con una sonrisa.
- En fin. -Se aclara un poco la voz, visiblemente incómodo-. ¿Cómo van las cosas?
- Josh. -Apoyo los codos en la mesa y lo miro seriamente-. ¿Sabes qué? No lo analicemos todo. Estoy harta de la gente que analiza las cosas interminablemente. Estoy harta de conversaciones profundas. Vivamos. Disfrutemos de la vida. ¡Sin darle tantas vueltas!
Me mira por encima de su cerveza, bien pasmado.
- Pero si a ti te encantaba analizarlo todo. Incluso leías esa revista, Análisis o como se llame.
- He cambiado. -Me encojo de hombros-. He cambiado en muchos sentidos, Josh. Gasto menos en maquillaje. Tengo el baño libre de mejunjes. Estaba pensando en hacer un viaje, a Nepal quizá. -Estoy segura de que lo oí hablar varias veces de Nepal.
- ¿Quieres hacer un viaje? -Ahora está flipando-. Pero si nunca lo dijiste.. .
- Se me ocurrió hace poco. ¿Por qué seré tan poco aventurera? Hay tantas cosas que ver. Montañas.. . ciudades.. . los templos de Katmandú.
- Me encantaría conocer Katmandú. ¿Sabes?, estaba pensando en ir el año que viene.
- ¿De veras? -Le dedico una sonrisa deslumbrante-. Increíble.
Durante los diez minutos siguientes hablamos de Nepal. O sea, Josh habla de Nepal y yo coincido en todo lo que dice, y el tiempo pasa volando. Los dos tenemos las mejillas encendidas y estamos riendo cuando él finalmente consulta su reloj. Parecemos una pareja feliz. Lo sé porque no paro de mirar nuestro reflejo en el espejo.
- He de irme -dice-. Tengo un partido de squash. Ha sido estupendo volver a verte, Lara.
- Ah, bueno -respondo, sorprendida-. Lo mismo digo.
- Gracias por la copa.
Miro alarmada cómo recoge el estuche del portátil. No es así como había planeado las cosas.
- Ha sido una buena idea, Lara. -Sonríe y se inclina para darme un beso en la mejilla-. Sin rencores. Sigamos en contacto.
¿Que sigamos en contacto?
- ¡Tomemos otra copa! -Procuro no sonar desesperada-. ¡Una rapidita!
Josh lo piensa un momento y mira el reloj otra vez.
- Está bien, una rápida. ¿Lo mismo?
En cuanto se aleja hacia la barra, le hago señas a Sadie para que deje el taburete que ha ocupado entre dos tipos con tripa cervecera y se acerque.
- ¡Dile que me ama!
- Pero él no te ama -responde, como si estuviera explicándole algo muy sencillo a alguien muy idiota.
- ¡Ya lo creo que me ama! Sólo que le da pánico reconocerlo, incluso ante sí mismo. Pero ya nos has visto. Nos estábamos entendiendo de fábula. Sólo falta un empujoncito en la dirección correcta.. . Por favor, por favor. -La miro suplicante-. Después de todo lo que he hecho por ti. Por favor.. .
Suelta un suspiro exasperado.
- Muy bien.
Un segundo más tarde reaparece junto a Josh, se pega a su oído y empieza a chillar:
- ¡Todavía amas a Lara! ¡Te equivocaste! ¡Todavía la amas!
Él se pone rígido y sacude la cabeza, como tratando de librarse de algún ruido. Se hurga la oreja varias veces, respira hondo y se frota la cara con las manos. Al fin, se vuelve hacia mí desde la barra y me examina. Se lo ve tan aturdido que, si no estuviese muerta de ansiedad, me echaría a reír.
- ¡Todavía amas a Lara! ¡Todavía la amas!
Mientras se acerca con las bebidas y se sienta a mi lado, parece en trance. Le lanzo una mirada agradecida a Sadie y bebo un sorbo de vino, aguardando a que Josh se me declare. Pero él se limita a quedarse todo rígido, con la mirada perdida.
- ¿Te preocupa algo? -le digo en voz baja, para animarlo-. Porque si es así ya sabes que a mí puedes contármelo. Soy una vieja amiga. En mí puedes confiar.
- Lara.. . -musita.
Miro a Sadie, buscando su ayuda. Está a punto de caramelo, está a punto.. .
- ¡Amas a Lara! ¡No te resistas, Josh! ¡La amas!
Él distiende la frente. Inspira hondo. Creo que ya.. .
- Lara.
- ¿Sí, Josh? -Apenas me salen las palabras.
¡Vamos, vamos, vamos!
- Creo que quizá cometí un error. -Traga saliva-. Creo que aún te amo.
Aunque sabía que acabaría diciéndolo, el corazón se me ensancha en una oleada romántica y los ojos se me humedecen.
- Bueno.. . yo todavía te quiero, Josh -le digo con voz temblorosa-. Siempre te he querido.
No estoy segura de si me besa él o lo beso yo, pero de pronto estamos abrazados y nos devoramos el uno al otro. (Vale, creo que lo he besado yo.) Cuando finalmente nos separamos, él parece más alucinado que al principio.
- Bien -dice tras un silencio.
- Bien. -Entrelazo amorosamente los dedos con los suyos-. Menuda sorpresa.
- Oye, tengo ese partido de squash.. . -Mira el reloj-. Debería.. .
- No te preocupes -digo, generosa-. Ve. Ya hablaremos luego.
- De acuerdo. Te envío mi nuevo número.
- Perfecto.
No voy a sacar a colación ahora que fue una reacción muy exagerada de su parte cambiar de número sólo por los cuatro mensajitos que le mandé. Ya hablaremos de eso en otro momento. No hay prisa.