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EL PAPAGAYO

El papagayo verde y amarillo,
el papagayo verde y azafrán,
me dijo "fea" con su habla gangosa
y con su pico que es de Satanás.
Yo no soy fea, que si fuese fea,
fea es mi madre parecida al sol,
fea la luz en que mira mi madre
y feo el viento en que pone su voz,
y fea el agua en que cae su cuerpo
y feo el mundo y El que lo crió…
El papagayo verde y amarillo
el papagayo verde y tornasol,
me dijo "fea" porque no ha comido
y el pan con vino se lo llevo yo,
que ya me voy cansando de mirarlo
siempre colgado y siempre tornasol…

Cuenta – Mundo

LA CUENTA-MUNDO

Niño pequeño, aparecido,
que no viniste y que llegaste,
te contaré lo que tenemos
y tomarás de nuestra parte.

EL AIRE

Esto que pasa y que se queda,
esto es el Aire, esto es el Aire,
y sin boca que tú le veas
te toma y besa, padre amante.
¡Ay, le rompemos sin romperle;
herido vuela sin quejarse,
y parece que a todos lleva
y a todos deja, por bueno, el Aire…

LA LUZ

Por los aires anda la Luz
que para verte, hijo, me vale.
Si no estuviese, todas las cosas
que te aman no te mirasen;
en la noche te buscarían,
todas gimiendo y sin hallarte.
Ella se cambia, ella se trueca
y nunca es cosa de saciarse.
Amar el mundo nos creemos,
pero amamos la Luz que cae.
La Bendita, cuando nacías,
tomó tu cuerpo para llevarte.
Cuando yo muera y que te deje,
¡síguela, hijo, como a tu madre!

EL AGUA

¡Niñito mío, qué susto tienes
con el Agua adonde te traje,
y todo el susto por el gozo
de la cascada que se reparte!
Cae y cae como mujer,
ciega en espuma de pañales.
Esta es el Agua, ésta es el Agua,
santa que vino de pasaje.
Corriendo va con cuerpo bajo,
y con espumas de señales.
En momentos ella se acerca
y en momentos queda distante.
Y pasando se lleva el campo
y lleva al niño con su madre…
¡Beben del Agua dos orillas,
bebe la Sed de sorbos grandes,
beben ganados y yuntadas,
y no se acaba, el Agua Amante!

EL ARCO-IRIS

El puente del Arco-Iris
se endereza y te hace señas,
el carro de siete colores
que las almas acarrea
y que las sube, una a una,
por las astas de la sierra…
Estaba sumido el puente
y asoma para que vuelvas.
Te da el lomo, te da la mano,
como los puentes de cuerda,
ytú le bates los brazos
igual que peces en fiesta…
¡Ay, no mires lo que miras,
porque de golpe te acuerdas
y cogiéndote del Arco
– sauce que no se quiebra-
te vas a ir por el verde,
el amarillo, el violeta…
Ya mamaste nuestra leche,
niño de María y Eva;
juegas con la verdolaga
delante de nuestras puertas;
entraste en casa de hombres
y pides pan en mi lengua.
¡Vuélvele la cara al Puente;
deja que se rompa, deja,
que si subes me voy como loca,
y te sigo la Tierra entera!

MONTAÑA

Hijo mío, tú subirás
con el ganado la Montaña.
Pero mientras yo te arrebato
y te llevo sobre mi espalda.
Apuñada y negra la vemos,
como mujer enfurruñada.
Vive sola de todo tiempo,
pero nos ama, la Montaña,
y hace señales de subir
tirando gestos con que llama…
Trepamos, hijo, los faldeos,
llenos, de robles y de hayas.
Arremolina el viento hierbas
y balancea la Montaña,
y van los brazos de tu madre
abriendo moños que son zarzas…
Mirando al llano, que está ciego,
ya no vemos río ni casa.
Pero tu madre sabe subir,
perder la Tierra, y volver salva.
Pasan las nieblas en trapos rotos;
se borra el mundo cuando pasan.
Subimos tanto que ya no quieres
seguir y todo te sobresalta.
Pero del alto Pico del Toro,
nadie desciende a la llanada.
El sol, lo mismo que el faisán,
de una vez salta la Montaña,
y de una vez baña de oro
a la Tierra que era fantasma,
¡y la enseña gajo por gajo
en redonda fruta mondada!
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