– ¡No lo has hecho! -gritó Malone sinceramente escandalizado-. ¡Ella no te lo hubiera permitido! Maldita sea, Shiv, será mejor que nos cuentes la verdad.
Shively se irguió en su asiento y adoptó una expresión de seriedad.
– No podía dormir. Y me decía. ¿para qué estamos aquí? Y yo mismo me contesté, ya sé por qué estoy aquí.
Estos atontados de mis compañeros son unos cobardicas. Si yo no tomo la iniciativa, perderemos el tiempo y una ocasión única de divertirnos y todo quedará en agua de borrajas. Me he levantado, he entrado en su dormitorio y me he acostado con ella.
– !No! -gritó Malone con las facciones contraídas y las manos cerradas en puño.
– Será mejor que me creas, hijo. Si no me crees, entra y pregúntaselo a tu pequeño símbolo sexual. Ella será mi testigo.
– ¡Maldito hijo de puta traidor! -rugió Malone. Se abalanzó fuera de sí sobre Shively.
El tejano se levantó instintivamente. Malone fue a agarrarle por la garganta pero el tejano fue mas rápido. Le esquivó y rechazó con el brazo derecho las manos extendidas de Malone, éste perdió el equilibrio, se tambaleó y Shively giró sobre sí mismo y le propinó un fuerte puñetazo en la mandíbula.
Malone quiso apuñear al tejano y agarrarse a éste para recuperar el equilibrio, pero falló y se desplomó de lado. Había empezado a levantarse y se había arrodillado en un intento de abalanzarse de nuevo sobre Shively, cuando Yost se interpuso entre ambos empujando a Malone al suelo con un pie y apartando a Shively con una mano.
– ¡Basta, muchachos, basta! -les ordenó Yost.
Shively miró enfurecido a Malone.
– Ha empezado este papanatas. Yo no he hecho nada.
– ¡Tú lo has hecho todo! -gritó Malone desde el suelo agitando un puño en dirección a Shively-. ¡Lo has estropeado todo! -Pronunciaba frases casi inconexas a causa del enojo-. Has quebrantado el acuerdo. Teníamos un acuerdo, un acuerdo solemne, como un juramento de sangre. Y tú lo has quebrantado a nuestras espaldas. La has violado. Nos has convertido en unos delincuentes.
– Vamos, cállate -dijo Shively molesto.
Apartó la mano de Yost y le dijo a éste-: Si no consigues que cierre la boca, Howie, lo haré yo y no va a ser bonito.
– Siéntate, Shiv, siéntate -le estaba diciendo Yost al tiempo que le empujaba hacia la silla que el alarmado Brunner acababa de abandonar.
Yost obligó al tejano a sentarse-.
Calmémonos, Shiv, y hablemos.
Yost se volvió y vio que el tembloroso Brunner estaba ayudando a Malone a levantarse del suelo.
– Ya basta, Adam, ya basta -murmuraba Brunner-. Las peleas de nada nos servirán.
– Tiene razón, Adam -dijo Yost asintiendo enérgicamente-.
Escucha a tu tío Leo. Esta vez tiene razón.
Lo hecho, hecho está, y es inútil culpar a Shiv. Lo ha hecho impulsivamente. Tenemos que reconocer que todos no somos iguales. ¿Quieres reportarte?
Malone no contestó. Se había lastimado la pierna al caer y, cojeando, dejó que Brunner le ayudara a dirigirse al sofá que había al otro extremo del salón, acomodándose en él.
Malone permanecía sentado mirando la alfombra, con los dedos de ambas manos entrelazados y sacudiendo la cabeza sin cesar. Al final miró a Shively.
– Muy bien, creo que de nada servirá la violencia.
– Así me gusta -dijo Yost complacido.
– Pero estoy muy dolido -dijo Malone amargamente-. Estoy muy decepcionado. Kyle, has cometido el delito más bajo que existe.
La has violado estando indefensa. Has quebrantado la solemne promesa que le hicimos a ella y que nos hicimos unos a otros. Lo has echado todo a perder.
– Mierda -dijo Shively-. Howie, dame una cerveza. -Tomó el vaso que le ofrecía Yost y miró a Malone con enojo-. Mira, chico, por tu bien déjame en paz. No me vengas con sermones. No vengas aquí a decirnos que eres el único que sabe lo que tenemos que hacer.
Somos todos iguales. Por consiguiente, no vayas a mandarme. Yo haré las cosas a mi modo y tú las harás al tuyo. Que es la única forma de hacerlas, según yo tengo entendido.
– Pero no utilizando la violación forzosa -dijo Malone-. Eso no es forma de hacer las cosas.
Yost terció una vez más.
– Adam, de nada sirve insistir en lo hecho. Dejémoslo. Ya ha pasado.
– En eso tienes razón -dijo Shively-. Está hecho y ha pasado, y por mucho que me reprendas y acuses, muchacho, la situación no cambiará y el reloj no volverá atrás.
A partir de ahora tendrás que ser más realista. Aceptar los hechos. Me apetecía hacerlo y lo he hecho, ¿te das cuenta? Me he acostado con ella. En un libro de cuentos tal vez sea la intocable santa Sharon Fields.
Pero por lo que a nosotros respecta es mercancía de segunda mano. Ya basta de idioteces acerca de lo que debemos y lo que no debemos hacer. Ya ha sido vencida.
A partir de ahora es miembro del Club de los Admiradores con plenitud de derecho y no ya una simple fotografía en la pared. Es un trasero vivo, muchacho, y está deseando actuar. A partir de esta noche será una fiesta de constantes diversiones. Ya es hora. No tardarás mucho en besarme los pies para darme las gracias.
Malone estaba furioso.
– ¿Darte las gracias??Por haber cometido un delito despreciable contra una persona indefensa? ¿Por no haber cumplido con la palabra dada? ¿Por ponernos a todos en peligro? Mierda, me das asco.
Se tocó el bolsillo de la camisa, introdujo los dedos en él, extrajo un aplanado cigarrillo de hierba, se lo metió en la boca y Brunner le ofreció nerviosamente fuego.
Malone se reclinó en el sofá dando chupadas al cigarrillo y fue entonces cuando Brunner miró a Shively torciendo la boca.
– No quisiera agravar la situación, Kyle, pero estoy de acuerdo con Adam. Has quebrantado las normas. No debieras de haberte dejado dominar por tus impulsos. No has tenido consideración ninguna hacia nosotros, tus amigos. Involuntariamente y sin nuestro consentimiento nos hemos convertido en cómplices.
– ¿Que sois cómplices? Bueno, ¿y qué? -dijo Shively lamiéndose la cerveza del labio superior-. Muy bien, pues, gozad de ello igual que yo.
Yost había estado observando a Shively atentamente y con cierto respeto disimulado. Estaba jugueteando con el cordón de los pantalones del pijama.
– Sí, yo creo que Shiv tiene razón en cierto sentido -dijo dirigiéndose a Malone y a Brunner, procurando mostrarse conciliador y actuar de árbitro razonable-.
A partir de ahora, sería mejor que nos calmáramos y aceptáramos mutuamente nuestras respectivas fuerzas y debilidades. Así vive la gente en el mundo. -Se detuvo y después prosiguió-: A Shively le reconozco un mérito: es realista y no se deja acobardar por innecesarios sentimientos de culpabilidad.
Ya habéis oído lo que ha dicho. Lo hecho hecho está y no puede deshacerse. Y, una vez hecho, cambia la situación. Podemos contemplarla desde una nueva perspectiva.
– No te expresas con demasiada claridad, Howard -dijo Brunner con aire preocupado.
– Digo que la situación ha cambiado y que tal vez fuera razonable que modificáramos nuestra actitud en relación con este asunto. -Se puso en pie y dio la vuelta para mirar a Shively.
Estaba claro que la aparente neutralidad de Yost se había convertido en una admiración patente-, Shiv, ¿no nos estarás tomando el pelo? ¿De veras has entrado y te has acostado con ella?
– Howie, ¿por qué iba a mentirte, siendo así que basta con que entréis y lo averiguéis vosotros mismos?
– Lo has hecho -dijo Yost como si hubiera dicho "amén". Pareció dudar un poco y añadió-: Muy bien, Shiv, pues ya podrías contarnos qué tal ha sido.
Malone contrajo los ojos para ver mejor a través del humo de la marihuana y dijo tartamudeando:
– Yo no quiero, no quiero oírlo.
– No he pedido información para ti -le dijo Yost con cierto tono de irritación-sino para mí. -Volvió a dirigir su atención al tejano-. Bueno, Shiv, cuéntanos. ¿Qué tal ha sido?