PROSPECTO Soy un tranquilizante. Funciono en casa, Soy eficaz en la oficina, me siento en los exámenes, Comparezco ante los tribunales, pego cuidadosamente las tazas rotas: sólo tienes que tomarme, ¡ disolverme bajo la lengua, tragarme, sólo tienes que beber un poco de agua. Sé qué hacer con la desgracia, cómo sobrellevar una mala noticia, disminuir la injusticia, iluminar la ausencia de Dios, escoger un sombrero de luto que quede bien con una cara. A qué esperas, confía en la piedad química. Eres todavía un hombre (una mujer) joven, deberías sentar la cabeza de algún modo. ¿Quién ha dicho que la vida hay que vivirla arriesgadamente? Entrégame tu abismo, lo cubriré de sueño, me estarás agradecido (agradecida) por haber caído de pies. Véndeme tu alma. No habrá más comprador. Ya no hay otro demonio. De "Si acaso", 1978
PRUEBA Ay, canción de mí te burlas, pues aunque fuera hacia arriba no me abriría como rosa. Como rosa florece la rosa y nadie más. Lo sabes. Intenté tener hojas. Quise poblarme de arbustos. Conteniendo el aliento -para que fuera más rápido- esperé el momento de convertirme en rosa. Canción, tú que de mí no te apiadas: tengo un cuerpo individual que en nada se transforma, y soy desechable hasta la médula de los huesos. De "Llamando al Yeti", 1957 PUEDE SER SIN TÍTULO Ocurre que estoy sentada bajo un árbol, a la orilla del río, en una mañana soleada. Es un suceso banal que no pasará a la historia. No son batallas ni pactos cuyas causas se investigan, ni ningún tiranicidio digno de ser recordado. Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho. Y puesto que estoy aquí, tengo que haber venido de algún lado y antes haber estado en muchos otros sitios, exactamente igual que los descubridores antes de subir a cubierta. El instante más fugaz también tiene su pasado, su viernes antes del sábado, su mayo antes de junio. Y son tan reales sus horizontes como los de los prismáticos de los estrategas. El árbol es un álamo que hace mucho echó raíces. El río es el Raba, que fluye desde hace siglos. No fue ayer cuando el sendero se formó entre los arbustos. El viento, para disipar las nubes antes tuvo que traerlas. Y aunque no sucede nada en los alrededores, el mundo no es más pobre en sus detalles, ni está peor justificado ni menos definido que en la época de las grandes migraciones. No sólo a las conjuras acompaña el silencio. Ni sólo a los monarcas un séquito de causas. Y pueden ser redondos no sólo los aniversarios, sino también las piedras solemnes de la orilla. Complejo y denso es el bordado de las circunstancias. Tejido de hormigas en la hierba. Hierba cosida a la tierra. Diseño de olas en el que se enhebra un tallo. Por alguna causa yo estoy aquí y miro. Sobre mi cabeza una mariposa blanca aletea en el aire con unas alas que son solamente suyas, y una sombra sobrevuela mis manos, no otra, no la de cualquiera, sino su propia sombra. Ante una visión así, siempre me abandona la certeza de que lo importante es más importante que lo insignificante. De "Fin y principio", 1993
SI ACASO Podía ocurrir. Tenía que ocurrir. Ocurrió antes. Después. Más cerca. Más lejos. Ocurrió; no a ti. Te salvaste porque fuiste el primero. Te salvaste porque fuiste el último. Porque estabas solo. Porque la gente. Porque a la izquierda. Porque a la derecha. Porque llovía. Porque había sombra. Porque hacía sol. Por fortuna había allí un bosque. Por fortuna no había árboles. Por fortuna una vía, un gancho, una viga, un freno, un marco, una curva, un milímetro, un segundo. Por fortuna una cuchilla nadaba en el agua. Debido a, ya que, y en cambio, a pesar de. Qué hubiera ocurrido si la mano, el pie, a un paso, por un pelo, por casualidad, ¡Ah, estás? ¿Directamente de un momento todavía entreabierto? ¿La red tenía un solo punto, y tú a través de ese punto? No dejo de asombrarme, de quedarme sin habla. Escucha cuán rápido me late tu corazón. De "Si acaso", 1978 |