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LA ALEGRÍA DE ESCRIBIR

¿A dónde corre, a través del bosque
escrito, esta
cierva escrita?
¿A beber del agua escrita
que copiará su hocico como papel carbón?
¿Por qué levanta la cabeza, habrá oído
algo?
Apoyada en cuatro patas prestadas por
la verdad
por debajo de mis dedos aguza los
oídos.
Silencio, esta palabra también susurra
sobre el papel
y retira
las ramas causadas por la palabra
“bosque”.
Sobre la hoja blanca acechan para
saltar
letras que pueden combinarse mal,
frases que acosan
y ante las cuales no habrá salvación.
Hay en una gota de tinta una reserva
considerable
de cazadores que apuntan, con un ojo
entrecerrado,
preparados para bajar por la empinada
pluma,
para cercar a la cierva, dispuestos a
disparar.
Olvidan que esto no es la vida.
Aquí rigen otras leyes, negro sobre
blanco.
Un abrir y cerrar de ojos durará tanto
como yo desee,
permitirá ser dividido en pequeñas
eternidades,
llenas de balas detenidas al vuelo.
Si lo ordeno, nunca sucederá nada aquí.
En contra de mi voluntad no caerá ni
una hoja,
ni se doblará una brizna de hierba bajo
el peso de una pezuña.
¿Existe, pues, un mundo
sobre el que tengo un dominio
absoluto?
¿Un tiempo que ato con cadenas de
signos?
¿Una existencia infinita a mis órdenes?
La alegría de escribir.
La posibilidad de hacer perdurar.
La venganza de una mano mortal.

SI

Si las cosas hablaran –
pero si hablaran, también podrían mentir.
Sobre todo las más corrientes y poco apreciadas,
para llamar finalmente la atención.
Da pánico pensar
qué me diría tu botón descosido,
y a ti, la llave de mi puerta,
esa vieja mitómana.

Wislawa Szymborska

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Escritora y premio Nobel polaca, considerada una de las voces más originales de la poesía contemporánea de su país. Nació en un pueblo de la provincia de Pozman, pero se trasladó, junto con su familia, en 1931, a Cracovia, lugar al que siempre ha estado ligada. Su primer libro publicado fue Busco la palabra (1945), pero no empezó a conseguir reconocimiento literario hasta la aparición, en 1952, de su poemario Por eso vivimos, que fue seguido de Preguntas planteadas a una misma (1954), ambos en la línea historicista propia del realismo socialista imperante en ese momento, fruto de su admiración por el poeta ruso Vladimir Maiakovski y del rechazo a los horrores de la ocupación nazi en Polonia. A partir de 1956, se desarrolla en Polonia, como en otros países del área soviética, un sentimiento nacionalista en el que participan activamente muchos intelectuales que buscan una vía para condenar y superar todo lo que fue el periodo stalinista. Szymborska opta por una reflexión personal e intimista que le devuelva un equilibrio espiritual. En esta línea escribe Llamada a Yeti (1957) que es un ajuste de cuentas con su propio dogmatismo anterior. La crítica vio en el Yeti a Iósiv Stalin. Le siguen Sal (1962), en la que se plantea la vida humana como parte de todo un proceso universal, escrita con un fino humor y sobriedad; y después, Cien consuelos (1967), Gran número (1976), Gente en el puente (1986) y Fin y principio (1993), en los que ya aparece perfilado su estilo intimista, irónico, paisajístico y existencialista. La obra de Wislawa Szymborska está considerada como una lírica impregnada de duda metódica con claras intenciones éticas, al estilo del poeta español Antonio Machado; da la casualidad que también como él, se sirve de versos cortos, estrofas clásicas y léxico común, y con estos elementos consigue unos poemas de gran hondura y fuerza. Por el conjunto de su obra, que no es muy numerosa, recibió en 1996, el Premio Nobel de Literatura.

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