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«No pienso protestar», pensé, y dije: «¿Dirás que no soy un hombre si no me enojo?»

«Como la guerra que te dije, está bien claro.» «También las mujeres tienen sus guerras…» ¿Qué haremos? Pensaba: ahora me voy a mi casa, y hemos terminado para siempre, no cabe duda, no solamente se ha aburrido de mí, está harta de mí, pero para colmo me ha atravesado de parte a parte con esa especie de adulterio, ha sido infiel, como el sueño me había profetizado, el sueño, el maldito sueño; me veo a mí mismo, aferrando a Yuri por la camisa y derribándolo por el suelo, extrae un cuchillo yugoeslavo, levanto una silla para hundirle el cráneo, todos me miran… pero sigo soñando despierto, le miro a los ojos, y de pronto veo el resplandor de un ángel burlón que ha venido a la tierra por broma, y comprendo que esto que ha ocurrido con Mardou también es una broma, y pienso: «Qué ángel más raro este que se eleva de entre los subterráneos.»

«Hijito, tú decidirás», me está diciendo en realidad Mardou en ese momento, «cuántas veces por semana quieres verme y todo eso; pero, como te dije, quiero ser independiente».

Y yo me vuelvo a casa, habiendo perdido su amor.

Y escribo este libro.

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