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– ¿No me dices nada? ¿No te ha gustado mi sueño?

– Nunca creí que la contemplación de Dios por toda la eternidad fuera un plan ni siquiera tolerable.

Yes dio un puñetazo primero a las sábanas, luego contra el tórax de Carvalho.

– ¿Ni hoy puedes comprometerte con las palabras? Nunca dices nada en lo que alguien pueda creer.

A Carvalho se le venían las angustias y las salivas a los labios y sólo pudo decir:-Te quiero.

Pero rehusó el abrazo que llevaba al apoteosis y se levantó para irse al cuarto de baño y mirar en el espejo el rostro de un imbécil generoso que acababa de salvar de sí misma a la chica de la película a cambio de auto-condenarse a no vivir otra vida. Tal vez por eso fingió no darse cuenta de que Yes le pedía un beso cuando la dejó en una parada de taxis, con la cabeza vuelta hacia un problema de tráfico que sólo él veía.

Pero antes de salir de casa y de terminar una mañana que incluso podría calificar de feliz, se fue a la biblioteca, encontró una vieja edición de Las uvas de la ira y la quemó en la chimenea, sin poder evitar mirar de vez en cuando, a hurtadillas, los poderosos pechos de Yes.

La ruptura de su línea de conducta necesitaba un plasma constante para no ser consciente de ella y ese plasma eran los profusos mensajes de Yes y las no menos acuciantes llamadas de atención de Charo, mientras Biscuter sufría en silencio aquella agresiva indiferencia hacia lo que no fueran las cintas de fax llenas de reproches por su cobardía o de canciones exaltadas que trataban de recomponer un baile que apenas se había reiniciado. Yes era muy cancionera.

bossanova en tu mirada,

bossanova en tus palabras,

bossanova junto a ti.

puede ser que me recuerdes,

cada día más y más.

Este son, cadencioso y demorado que canturreo en Guadiana modo, es como una válvula de escape, geiser o fuma-rola, de mi alma. Cuando la presión interior amenaza con hacerme estallar, entonces: bossanova en tu mirada, bossanova. Puede que todo lo que he vivido no haya sido nada (¿recuerdas? tú utilizaste la expresión: a ti no te ha pasado nada), en cualquier caso debe haber sido inútil porque no me está sirviendo de nada útil. Y… sin embargo: lo sé todo. Ella, la que vive y reina, en tu corazón, Charo, ¿lo sabe? En cualquier caso lo sé yo, y sin que me anime nada de carácter subliminal -o eso creo- tienes también mi solidaridad.

No estés triste, a pesar de que la única canción que se me ocurre sea:.

Qué noches tan negras para la prisión,

lloran los candados

late el corazón.

No estés triste, porque triste estás guapísimo, Oso Cavernario.

A veces le daba por el poema escalonado.

Pasmada y anfibia

zarandeada en un mar

geométrico de gestos,

comunes, dispares y definitivos.

Azules, azules, azules gestos

peldaños, trechos, tramos de la travesía.

O le cubría de reproches que a Carvalho le sentaban como besos.

Tú eres el único capaz de estar en silencio desgranando el alma; recaudando impuestos; con artesanal y taimado zarpazo; aristotélico y exacto; embozado y cruel; moroso y desuñado acariciador. De todo superviviente. Qué fantástica intuición fue llamarte Oso Cavernario: omnívoro, solitario, hibernador quite al escollo, lamedor imperativo, cálido y feroz, feroz. ¡El lobo! ¡el lobo! ¡el lobo! Sin duda ya, tienen razón los días laborables y se descubre que los festivos son inútiles aplazamientos, falsificaciones del supuesto octavo día de la semana.

Adolescente o semiadulto estuviste buscando ese octavo día guiado por la melancolía de un magnífico y borracho escritor polaco, Marek Hasklo, por cierto, no rehabilitado ni por Wojtila ni por la CÍA. Quizá el octavo día de la semana sólo sea una tarde, un encuentro, una ausencia morbosa, aquel instante que será pétalo momificado entre las páginas tabiques del caserón de la propia memoria. Esa novela. La memoria.

A solas ya frente al año 2000, montaña de segundos, habrá que darles sentido antes de que sea el tiempo el que marque nuestra intención de vida e hipoteca de historia.

Tampoco será el año 2000 el octavo día de la semana, presiente la viscera del presentimiento del que suscribe, alertado Oso Cavernario. ¡Feliz año 2000! A riesgo de ser injusta con cuantos me rodean, el 6 de enero quisiera recibir el regalo más inesperado, impresionante, estremecedor, tú para mí, todo para mí, mío, sólo mío, mío, mío. Eres un Hedonista puro, que concienzudamente escoge -criba- dentro del saco del placer, eligiendo qué, quién, cuándo, cómo, dónde. Eres como un propietario de viviendas que alquilas al mejor postor, tienes algunos okupas… una bastante insubordinada, esa mujer que tiene la osadía de tumbarse en una gandula a la vista de todos en tu salón, y que te encuentras hasta en la sapa, se está pasando un montón: ¡ lo superarás! Dime, ¿ qué sería de ti si yo no te quisiera tanto?

Ciertamente, qué sería de ti, Pepe Carvalho si Yes no te quisiera tanto, si Charo no te quisiera tanto, si Biscuter no dependiera tanto de ti. Pero sobre todo erael amor de Yes el que le revitalizaba con tanta fuerza que debía oponerle un descomunal miedo al fracaso y al ridículo.

¿Sabes qué?, tengo unas ganas terribles de verte.

He pensado en discutir contigo sobre 3 o 4 cuestiones -cualesquiera-, para empezar. Imagino que debes de estar canturreando cualquier cosa, ¿lo haces frecuentemente?, si es así, por lo menos me gustaría pensar que, ahora, el repertorio es más romántico.

Cuando yo era una niña me enseñaron que un signo de interrogación era una pregunta que demandaba una respuesta. Contesta a la pregunta anterior y después a la que sigue. Ya sé que no podremos vivir nunca juntos, pero podríamos escribir algo juntos: ¿qué te parece una canción de amor? Por más que te empeñes, nunca volverás a casa. Yo ya me entiendo y tú me entiendes.

Sospecho que te estás sintiendo arrastrado a sentir algún tipo de enamoramiento hacia mí, y me preocupa. Te explico, para ti yo no soy el motor de tus pensamientos, sueños, ilusiones…, soy algo tan positivo como todo eso (no estoy haciendo juicios de valor) pero distinto: alguien nuevo, halagador, refrescante, puede que ingeniosa incluso, guapita. El giro que han dado tus expresiones hacia mí me hacen recordar aquello de: «Las mujeres para follar precisan enamorarse. Los hombres, si es preciso, para poder follar se enamoran…»

Estoy revisando todo, cuanto creía y practicaba, en mi relación de pareja; a mi desgaste personal, aunque sin intención, estoy añadiendo el de otros. Puede que debido a la piel que me estoy dejando en el camino, no me siento culpable, aunque no dejo en ningún momento de saberme responsable. Yo he hecho de Mauricio algo más que un marido. Le he hecho desde que me hizo caso cuando le hice la maldita invitación a Katmandú.

Cómo iba yo a imaginar todo esto, qué es lo que me sedujo, por qué se añora a alguien sin haberlo tenido antes, qué hace que conozcas sus miedos, sus (en mi opinión) maravillosas ilusiones, tan pueriles como pasajeras (en la suya). Le veo como un complejo y antagónico ser.

Nota: Conviene saber que las palomas mensajeras no saben ir a ningún sitio, sólo saben regresar.

Delante del espejo y probando camisones, pijamas, túnicas, clámides, quimono, chilabas, y demás trapos; con el único afán de presumir ante ti, fuiste muy generoso. Te limitaste a aprobar tanto cuando me los ponía, como cuando me los quitaba; finalmente me aconsejaste un pijama lindo, de estampados muy contrastados y de corte masculino. Me abrochaste hasta el último botón.

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