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Capítulo 8

La noche de la obra dramática estaba fresca y vigorizante, el cielo completamente claro sin un solo rastro de nubes. Tuvimos que llegar una hora temprano, y me había sentido muy mal todo el día por la horrible manera en que le había hablado a Jamie la noche anterior. Ella nunca había sido nada desagradable hacia mí, y yo sabía que había sido un idiota. La vi en los pasillos entre clases, y quería acercarme para disculparme con ella por todo lo que había dicho, pero se escabulliría en la multitud antes de que tuviera la oportunidad.

Ya estaba en la Casa de Juegos antes de que yo llegara, y la vi hablarle a la señorita Garber y a Hegbert, a uno de los lados, detrás de las cortinas. Todos estaban en movimiento, ahuyentando su nerviosismo, pero parecía no desaparecer. Ella no se había puesto su traje aún – como se suponía, llevaría un traje blanco, largo y suelto el vestido para dar aquel aspecto angelical – y ella todavía llevaba el mismo suéter que había llevado a la escuela. A pesar de mi agitación en como ella podría reaccionar, me acerqué a ellos.

"Hola, Jamie", dije. "Hola, Reverendo… señorita Garber".

Jamie giró hacia mí.

"Hola, Landon", dijo silenciosamente. Podía distinguir que había estado pensando en la noche anterior también, porque no me sonrío como lo hacía cuando me veía siempre. Pregunté si podía hablarle a solas, y nos disculpamos para hablar. Podía ver a Hegbert y a la señorita Garber mirarnos cuando dábamos algunos pasos apartándonos de ahí, fuera de su vista.

Eché un vistazo alrededor del escenario nerviosamente. "Siento tanto todas esas cosas que dije anoche", empecé. "Sé que lo más seguro es que lastimaran tus sentimientos, y me equivoqué al haberlas dicho".

Me miró, como si se preguntara si creerme.

"¿En verdad sientes todas esas cosas que dijiste?" Preguntó finalmente.

"Sólo estaba de un humor muy malo, eso es todo. Me pongo más bien nervioso a veces." Sabía que no había respondido a su pregunta realmente.

"Ya veo", dijo. Ella lo había dicho la noche anterior, se volvió hacia los asientos vacíos en la audiencia. Otra vez tenía esa expresión triste en sus ojos.

"Mira", dije, y tomé su mano, " Prometo hacerlo por ti". No me pregunten por qué lo dije – sólo parecía ser la cosa correcta para hacer a ese momento.

Por primera vez en esa noche, empezó a sonreír.

"Gracias", dijo, volteando para mirar hacia mí.

"¿Jamie?".

Jamie volteó. "Sí, ¿señorita Garber?".

"Creo que estamos listos para ti". La señorita Garber estaba haciendo señas con su mano.

"Tengo que irme", me dijo.

"Lo sé."

"Rómpete una pierna" Le dije. Desear suerte a alguien antes de una obra se supone es de mala suerte. Por eso es que todos dicen "Rómpete una pierna".

Solté su mano. "Lo haremos juntos. Lo prometo".

Después de eso, tuvimos que alistarnos, y nos fuimos por distintos lados. Fui hacia el vestidor de los hombres. La Casa de Juegos era bastante sofisticada, teniendo en cuenta que estaba ubicada en Beaufort, con vestidores distintos que nos hicieron sentir como si fuéramos actores reales, tan distintos de los estudiantes.

Mi traje, que era guardado en la Casa de Juegos, ya estaba en el vestidor.

Más temprano en los ensayos habían tenido que tomar nuestras medidas con el propósito de modificados, y estaba vistiéndome cuando Eric entró en la puerta inesperadamente.

Eddie estaba todavía en el vestidor, y tenía ya puesto el traje de vagabundo, y cuando vio a Eric tenía una mirada de terror en sus ojos. Por lo menos una vez a la semana Eric le daba una sesión de golpecillos, y Eddie se largó de allí tan rápido como pudo, jalando una pierna entre su traje en el camino hacia afuera. Eric hizo caso omiso de él y se sentó sobre el tocador en frente del espejo.

"Así que", dijo Eric con una abierta sonrisa traviesa sobre su cara, "¿qué vas hacer?".

Lo miré con curiosidad. "¿Qué quieres decir?" Pregunté.

"Sobre la obra, estúpido. ¿No vas a hacer una metida de pata con tus líneas o algo así?".

Agité mi cabeza. "No".

"¿No vas a acabar con los objetos de utilería?" Todos estaban al tanto de los objetos de utilería.

"No había hecho planes sobre eso", contesté estoicamente.

"¿Quieres decir que vas a hacer las cosas tal y como tienes que hacerlas?".

Asentí con la cabeza. La idea no se me había ocurrido ni siquiera en lo más mínimo. Me miró por mucho tiempo, como si estuviera viendo a alguien a quien nunca había visto antes.

"Supongo que estás madurando definitivamente, Landon", dijo por fin. Viniendo de Eric, no era seguro si era como un cumplido. De todas maneras, sin embargo, sabía que tenía razón.

En la obra, Tom Thornton está asombrado cuando ve al ángel, que es por que va a ayudarla cuando comparte la Navidad con ésos desafortunados.

Las primeras palabras que salen de la boca de Tom son, "Tú eres hermosa", y se suponía que tenía que decirlas como si lo sintiera desde el fondo de su corazón. Ese era el momento crucial en la obra entera, y fija el rumbo para todo lo demás que ocurre después. El problema, sin embargo, era que todavía no perfeccionaba esas líneas aún.

Sí, decía las palabras, pero no sonaban demasiado convincentes, mirándola cuando decía las palabras como cualquiera que miraba a Jamie, con excepción de Hegbert. Era la única parte en donde la señorita Garber nunca había dicho lo de maravilloso así que quería decir que estaba nerviosa con eso. Traté de imaginar otra persona como el ángel con el propósito de que pudiera conseguir hacerlo como debía, pero con todas las otras cosas en las que estaba tratando de concentrarme, me quedaba totalmente perdido en eso.

Jamie todavía estaba en su vestidor cuando las cortinas se abrieron definitivamente. No la vi de antemano, pero eso estaba bien. Las primeras escenas no la incluían de todos modos – eran principalmente sobre Tom Thornton y la relación con su hija.

Ahora, no pensaba que estaría demasiado nervioso cuando salí al escenario, siendo que había ensayado tanto, pero te golpea justo entre los ojos cuando estás ahí en realidad.

La Casa de Juegos estaba completamente repleta, y como la señorita Garber había pronosticado, habían tenido que poner dos hileras adicionales de asientos en la parte posterior.

Normalmente en el lugar entraban unos cuatrocientos, pero con ésos asientos ahí eran por lo menos otras cincuenta personas que se sentaban. Además, las personas estaban pegadas contra las paredes, acomodadas de la misma manera que las sardinas.

Tan pronto como pisé el escenario, todo estaba completamente silencioso. La multitud eran principalmente ancianas – del tipo amable que juegan al bingo y beben té a la hora del almuerzo – aunque podía ver Eric sentado con todos mis amigos al borde de la parte trasera, lo notaba. Era totalmente extraño, si saben lo que quiero decir, estar de pie en frente de ellos mientras todos esperan que yo diga algo.

Así que hice el mayor esfuerzo que podía para sacar eso de mi mente cuando hice las primeras escenas en la obra. Sally, la maravilla de un solo ojo, estaba actuando de mi hija, por cierto, porque era más bien pequeña, e hicimos nuestras escenas justo como las habíamos ensayado. Ninguno de los dos se equivocó con las líneas, aunque no éramos espectaculares ni nada. Cuando cerramos las cortinas para el acto número dos, tuvimos que cambiar la escenografía rápidamente. Esta vez todos ayudaron, y mis dedos se escaparon intactos porque evité a Eddie a toda costa.

Todavía no había visto a Jamie – Supuse que estaba exenta de cambiar de lugar objetos de utilería porque su traje era blanco y estaba hecho con material brillante y se le rasgaría si lo atrapara uno de esos clavos – pero no tenía mucho tiempo de pensar en ella debido a todo lo que tuvimos que hacer.

Cuando me quise acordar, la cortina se estaba abriendo otra vez y estaba en el mundo de Hegbert Sullivan, recorriendo tiendas y mirando en ventanas para encontrar la cajita musical que mi hija quería para la Navidad. Yo estaba de espaldas al lugar por donde Jamie entró, pero escuché a la multitud hacer una respiración colectivamente tan pronto como apareció sobre el escenario.

Pensaba que era silencioso antes, pero ahora todo estaba callado en verdad y tranquilo por completo. Sólo entonces, miré de reojo y a un lado del escenario, y vi la mandíbula de Hegbert estremeciéndose. Yo mismo me preparé para dar media vuelta, y cuando lo hice, vi lo que definitivamente puso así a todos.

Por primera vez desde que la había conocido, su pelo de color miel no era apretado con la dona ajustado de siempre. En vez de eso estaba suelto y ondeante, era más largo de lo que imaginé, extendiéndose más allá de la mitad de su espalda. Había un vestigio del resplandor en su pelo, y captaba las luces de escenario, animado de la misma manera que un halo de cristal. Totalmente a tono con su vestido blanco ondeando y adaptado exactamente para ella, contemplarla era completamente asombroso. No parecía la niña con la que había crecido o la niña a quien llegaría recientemente a conocer. Llevaba un toque de maquillaje, pero no mucho, solo para sacar a relucir la blandura de sus características. Estaba sonriendo ligeramente, como si guardara un secreto junto a su corazón, justo como lo requería el papel.

Lucía exactamente como un ángel.

Sé que mi mandíbula cayó un poco, y sólo estuve de pie allí mirándola por lo que parecía mucho tiempo, impactado en silencio, hasta que recordé que tenía una línea que decir. Tomé una respiración honda, y lo dejé salir despacio.

"Eres hermosa", le dije definitivamente, y pienso que todos en el auditorio, desde las ancianas amables hasta mis amigos en la parte trasera, sabían en realidad a lo que yo me refería.

Había acertado a decir esa línea como debía por primera vez.

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