Los devotos que alaban al Señor desconocen su grandeza, al igual que los ríos que mueren en el mar ignoran su vastedad. ¡Oh Nanak! Poderosos reyes y sultanes, con dominios más vastos que los siete mares, no poseen el valor de una hormiga si en su corazón no recuerdan el Nombre de Dios. En su eterno dar, sus obras carecen de final pues su voluntad no conoce límites. ¡Cuántos hay que se lamentan y sufren por no conocer su voluntad! Sus confines no pueden ser conocidos: cuanto más se diga, más quedará por decir; cuanto más se hable sobre Su Palabra, más crecerá la ignorancia. ¡Oh Nanak! ¡Grande es el Señor y su Santo Nombre! El es el gran dador, pues en El no existe deseo ni egoísmo. A todos concede sus bendiciones: a quienes le piden ya quienes no se atreven a pedirle. ¡Oh maravilloso Señor! La prisión y la liberación están hechas a tu voluntad; aquel que gana tu complacencia es en verdad rey de reyes. Incontables son sus obras e incontables los que se benefician de ellas; incontables los que le adoran e incontables los que ganan su favor. Lo valioso que es El no puede ser expresado; los que comprenden su esencia permanecen absortos en muda adoración mas los sabios que leen las escrituras se alejan de su grandeza con especulaciones intelectuales. Los grandes dioses, Brahma, Shiva y Vishnú, le adoran; Krishna y sus hermosas devotas repiten su Nombre, y los Budas que El creó meditan en su grandeza. Ni los dioses y semidioses, ni los santos y videntes: nadie puede cantar tus glorias. ¡Oh Nanak! ¡Sólo Dios conoce cuán grande es! ¿Dónde está ese lugar escogido desde donde Tú vigilas la creación; allí donde los sonidos de todas las melodías se funden en divina armonía? ¿Cuántos sitaristas hay allí que cantan tus glorias? El viento, el fuego y el agua, Shiva, Brahma y todos los dioses proclaman tu Nombre. Edad tras edad, en sus estudios y escrituras, los sabios te alaban; todas las regiones celestes proclaman tu Nombre. Mas sólo aquellos que ganan tu compasión pueden alabarte y retozar en tu amor. Como pide el mendigo, con un cuenco en la mano y la otra extendida, aretes en las orejas y tiznado de ceniza, así debes ir Tú por la vida: con aretes forjados de dicha, vestiduras tejidas de meditación y el Conocimiento de la muerte como capucha. Mantén tu mente limpia, casta y sin mácula y apóyate en la fe cuando necesites ayuda: así podrás sojuzgar al mundo, pues habrás sometido tu mente. Gloria y alabanzas a Ti que eres fuente de toda pureza. Desde el granero de la compasión busca el Conocirniento como alimento; que el latido de tu corazón sea como la llamada de la caracola a las sirnas marinas. Los caminos del Señor se esconden en tu corazón. El es el Maestro del destino, sin principio ni fin. Maya, la diosa de la ilusión, fue desposada por el Señor en el principio de los tiempos. De esa unión nacieron tres hijos: el Creador del mundo, el Preservador y el Destructor. Mas la voluntad del Señor es la que prevalece. Su trono son los mundos, y su altar los universos; el Sol y la Luna se postran ante El y todas las galaxias repiten Su Nombre ¡Oh Nanak! Sólo la verdad puede crear la verdad ¡Gloria y alabanza a ti, Señor puro y eterno! Si en lugar de una tuviese cien mil lenguas, sólo repetiría una y otra vez: el Señor del universo es único. Unico es su camino y los peldaños que conducen a su morada; alli el sonido de cánticos celestiales hechiza a los que se arrastran en las tinieblas pero anhelan volar. ¡Oh Nanak! Su gracia rebasa toda comparación; lo demás no es más que una gran mentira. No depende de ti vivir o morir, enriquecerte o dominar; tampoco depende de ti pensar o razonar, alejarte del mundo o volar. El orgulloso, que lo intente y lo sabrá. ¡Oh Nanak! Ante Dios no existen diferencias. El que creó el día y la noche, el que dio vida a las brisas y avivó los fuegos; el que creó las criaturas y especies diversas creó también la ley: por vuestras obras y pensamientos seréis juzgados. Dios obra con justicia; quienes reconocen su grandeza se postran ante El, pues en sus manos está el destino de los hombres. Esto, oh Nanak, sucederá siempre así. En su reino existen infinidad de Shivas, Brahmas y Vishnús, con los cuales fue formada la creación; existen múltiples disfraces de formas y colores, muchas lunas y soles, ciudades y regiones; muchos yoguis, Budas, sabios y videntes, muchos demonios, dioses y falsos profetas; muchos señores y reyes, muchos Vedas y adoradores. ¡Oh Nanak! Su número no tiene fin. Igual que en el reino del conocimiento la sabiduría cosecha todas las bendiciones, así en el reino de la felicidad la belleza resplandece como mil soles. Allí se forja la inteligencia y el conocimiento de los dioses y los yoguis. En el reino de la acción el esfuerzo es lo supremo, nada más permanece: mas en el reino de la Verdad sólo existe la contemplación de Dios. Allí hay países y esferas indescriptibles, donde millones de formas y destinos son ejecutados. Lo que El ordena, eso se cumple. ¡Oh Nanak! Es imposible describir su grandeza. El martillo del herrero está hecho de Conocirniento y su yunque de devoción; con el temor de Dios hace soplar los fuelles y con la meditación aviva el fuego del amor. En el molde de la humildad vierte el néctar y en él imprime el Nombre del Señor. Así es acuñada la Palabra en la casa de la moneda de la verdad. ¡Oh Nanak! Que por su Gracia tu dicha sea eterna. |