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_Cuidado con eso del patico_ me cuchicheo_, tú no tienes tipo de eso ¿O es que eres un gallo tapado?

_Ni tengo tipo ni lo soy, y el que tenga dudas que venga a probar.

La otra, más feíta y desparpajada, se moría visiblemente de las ganas de saber qué hablábamos. De aquel incidente surgió una maravillosa relación que me hizo pasar días espléndidos

En cuanto llegamos al campamento, unas viejas naves largas y despintadas de paredes de madera y techo de zinc, Luis Maldonado, amigo cercano de Ricardo se me acercó.

_Tú no pierdes tiempo compay.

_ ¿Con qué? _ le pregunté extrañado.

_Vamos, no te hagas el bobo, que ya te vi disparándole a Bety.

_No chico, no, lo que pasa es que se quiso hacer la graciosa y tuve que pararla como era debido.

_La graciosa no, ella es así, mi socio, salsosa y camina, ¡para que lo sepas, camina!..

_Entonces es fácil, ¿tú crees que si le disparo la tumbe?

_No es que sea fácil, pero camina. En la Prepa sólo tuvo dos novios, el último fue Ricardo ¿Él no te lo dijo?

_ ¡No jodas compadre que esa chiquita fue jeba de Ricar!

_Uhm.

_ ¿Y cómo soltó esa prenda?, porque está buenísima.

_Na’, la profe Berta se le metió entre ceja y ceja y como él es un barco para los estudios con esa relación vio aseguradas las notas del curso y se enganchó con ella.

_Pues mira que voy a probar a ver si de verdad camina. Gracias mi hermanito por la información.

Por la noche, después que nos acabamos de acomodar en los albergues, en la plazoleta frente a ellos se formaron espontáneamente cuatro o cinco grupos de jóvenes. Unos hacían chistes, otros jugaban a las cartas o al dominó, aquellos por allá cantaban rumbas acompañándose del toqueteo de las maletas de madera, los de más allá, los romanticones, se complacían oyendo un recital de la Pequeña Compañía y entre ellos distinguí a Bety, que al verme se me acercó con un brillo pícaro en la mirada.

_Ven para acá, patico_ me dijo bajito.

_Deja la gracia, ¿me oíste?, ¡deja la gracia!

Me tomó muy suavemente por el brazo.

_No te sulfures mi chiquitico, es una broma entre tú y yo. Ven que te voy a presentar al grupo.

_ ¿Estás loca?_ cuchicheé_, si me doy mucha publicidad va y algún chivato se va de lengua y se descubre que Ricardo no vino al trabajo y a lo mejor por eso le tumban el viaje a la URSS.

_No tengas miedo que aquí los que estamos somos de la pandilla, además, lo de la ausencia de Richard lo conoce todo el mundo, con nosotros no hay escache. Ven.

A muchos ya los conocía, a los varones sobre todo, a las hembras les di la mano mientras sonreía. Enseguida me percaté que con mi llegada se completaban cinco parejas y me dije esto va bien. Uno de los romanticones era Luis y me hizo señas para que me sentara a su lado, le hice un gesto preguntando ¿y Bety?

_Vengan los dos para acá, que esto ahora se pone bueno y dése un buche asere y desconecte hoy, que mañana tendremos que fajarnos duro con las yerbas ¡Arriba, venga, todos conmigo! y cantó: “mujer, si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez te he dejado de…mamar” y allí mismo estalló la carcajada colectiva.

Al ver que Bety era una de la que con más fuerza reía la ocurrencia obscena me desinhibí y después del tercer trago saqué a relucir mis dotes de artista y le metimos mano a unas cuantas guarachas picantes, entonces contrario al efecto que esperaba ver, la muchacha se puso seria y como me olí que algo andaba mal me puse serio yo también.

_ ¿No te gusta cómo canto?

Negó con la cabeza mientras contraía los labios y ladeaba el rostro

_No, no es eso.

_ ¿Y entonces…?

_Es que no me dejas escuchar el recital por el radio ¿No te gusta la Pequeña Compañía?

De situaciones anteriores tenía el conocimiento y la experiencia de que no podía hacerme amigo de las mujeres. Cuando establecía una relación cordial sana con ellas, no había forma de que después pudiera conquistarlas, así que vi la oportunidad para comenzar mis insinuaciones antes de que la confianza con ella fuera mayor.

_ ¿Tú sabes qué cosa me gusta más que la Pequeña Compañía? Tu pequeña y cercana compañía.

Me miró recelosa, o más bien fingiendo recelo y con un brillo nuevo en la mirada

_Te pareces a alguien que yo conozco.

_Difícil, mi niña porque de los locos entre los locos yo soy el más loco.

_ ¿Y músico y poeta?

_De todo, por ti soy capaz de todo. Yo puedo decir los versos más tristes esta noche.

_No es decir, es escribir.

_No, ese fue Neruda. Yo te los digo, o los más alegres, los más originales, los que tú quieras escuchar.

Me miraba con aire de incredulidad, sonriendo la ocurrencia y creía adivinar en sus ojos cierta aceptación cuando Luis nos interrumpió.

_Guarde la Colt, compadre. Mira me contaron que aquí cerca hay una presa de lo más bacana. Vámonos todos a pecar.

_ ¿A pescar a esta hora?_ me extrañé_. ¡Tú estás loco!

_Loco no mi socio, tú eres el que estás sordo, dije a pecar, sin ese. Mira para acá, todavía queda una botéllula por los hómbrulos.

Y en la presa fue el despelote, tragos, canciones, chistes, más tragos y después el embullo colectivo de bañarnos y ellas que si los caimanes y nosotros que aquí no hay nada de eso, después ellas que si las trusas y nosotros que las de Adán y Eva y ellas que no y nosotros que sí y con el otro trago, la noche y las aguas oscuras nos engulleron totalmente en cueros. Al inicio chapoteamos y reíamos, luego nos fuimos separando hasta conformar cinco minúsculas islas que cada vez reducían más su territorio a medida que nuestros cuerpos se pegaban, se fundían y vino entonces el alboroto de Amarilis corriendo desnuda por las piedras de la orilla y Luis detrás de ella tropezando mientras intentaba ponerse los pantalones.

_Ese Plomo no es fácil_ se compadeció Bety.

_ ¿Qué plomo?_ pregunté ingenuo

_Luis, le dicen el Plomo y no es por lo pesado que es. Dicen que se manda mal, está más que bien dotado. Amarilis lo sabía y quería probarlo, alardeaba que ella sí se la disparaba completa y mírala ahora cómo va.

Aquel comentario sobre dimensiones fálicas, el sobresalto, el efecto del alcohol y un poco de complejo de inferioridad hizo que se me enfriara hasta el alma. Las otras parejas también salían del agua y los imitamos. Nuestras mentes, ahora más lúcidas después del chapuzón nos forzaban a enfundarnos en los comunes pitusas descoloridos. Amarilis ni atrás ni alante quiso volverse a unir al grupo y las muchachas solidarias la acompañaron de vuelta, unos cincuenta metros delante de nosotros. Los varones acabamos de despachar la botella y empezamos a darle cuero al Plomo y cuero y cuero hasta que el tipo se decidió a hablar, que no, que no se la pudo meter, que cuando ella vio cómo era la cosa comenzó a recular y que no, que no. Ni siquiera la pinchó.

Al otro día coincidí casualmente con él en el baño y al verme mirarle de soslayo su aparato me soltó.

_Unos porque quieren tenerla más grande, y a mí porque me sobra un pedazo.

Tenía el rabo más largo que jamás en mi vida vi, nueve pulgadas en reposo, catorce y media parado. Yo no lo medí, me lo contó él y por lo que se apreciaba no debía haberse equivocado.

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