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Los grupos tomaron diferentes rutas. Guнas ba condujeron a los delegados a una mesa con comida bajo la direcciуn de un mayordomo ghemlord de mirada digna. La idea era que los invitados descansaran un poco y tambiйn que aguardaran hasta que el coro estuviera listo para la siguiente funciуn en la puerta sur. Miles mirу ansiosamente las burbujas de las hautladies, que no acompaсaron a los delegados ni al coro y se alejaron flotando en una tercera direcciуn. Se daba cuenta de que el Jardнn Celestial lo impresionaba cada vez menos. Era posible que alguien diera por sentado ese sitio? No cabнa duda de que los haut ya no se sorprendнan.

— Creo que me estoy acostumbrando a este lugar — le confiу a Ivan, mientras caminaba entre йl y Vorob'yev siguiendo el desaliсado desfile de los extranjeros-. Sй que podrнa.

— Ya — dijo el embajador-. Pero cuando a estos curiosos personajes se les ocurriу soltar a sus mascotas ghemlores para que buscaran propiedades mбs allб de Komarr, murieron cinco millones de los nuestros. Espero que no se le olvide, milord.

— No — dijo Miles, tenso-. jamбs. Pero… ni siquiera usted tiene edad suficiente como para recordar la guerra, seсor. Estoy empezando a preguntarme si alguna vez verй un ataque cetagandano semejante.

— Optimista — murmurу Ivan.

— No, no, me gustarнa explicar lo que quiero decir. Mi madre dice siempre que si un comportamiento recibe recompensa, se repite. Y viceversa. Creo… creo que si los ghemlores no consiguen conquistas territoriales en nuestra generaciуn, tardarбn mucho tiempo en intentarlo de nuevo. Despuйs de todo… los perнodos aislacionistas que siguen a las expansiones son fenуmenos muy conocidos en la historia…

— No sabнa que supieras tanto de ciencias polнticas — dijo Ivan.

Miles se encogiу de hombros.

— Es sуlo una intuiciуn. Si me das un aсo y un departamento, tal vez pueda ofrecerte un anбlisis razonado con grбficos y todo.

— Admito que es difнcil imaginarse a… digamos, lord Yenaro, conquistando algo — aceptу Ivan.

— No es que no fuera capaz de hacerlo, creo yo. Pero cuando se le presentara la oportunidad, serнa demasiado viejo y estarнa demasiado desinteresado. No sй… Claro que cuando termine el perнodo aislacionista este razonamiento perderб validez. Cuando los haut decidan dejar de manipularse a sн mismos, dentro de diez generaciones…, no sй en quй se habrбn convertido. — Y pensбndolo bien, ellos tampoco lo saben. Eso sн que es interesante. Nadie estб a cargo aquн?-. La conquista del universo parece un juego de niсos despuйs de eso… O tal vez… tal vez entonces nadie pueda detener el ataque — agregу con amargura.

— Bonita idea — gruсу Ivan.

Se habнa organizado un delicado desayuno en un pabellуn cercano. Al otro lado esperaban autos de superficie tapizados de blanco para llevar a los enviados dos kilуmetros mбs allб, hasta el Portal del Sur, cuando terminara la comida. Miles tomу una bebida caliente, rechazу con asco una bandeja de dulces — tenнa un nudo en el estуmago— y mirу los movimientos de la multitud ba con ojos de halcуn. Tiene que ser hoy, hoy. Ya no queda tiempo. Vamos, Rian… Y cуmo diablos iba a recibir el informe de Rian con Vorreedi pegado a sus talones como una lapa? El hombre tomaba nota de cada uno de sus gestos. Miles ya se habнa dado cuenta.

El dнa prosiguiу con una repeticiуn del ciclo de mъsica, comida y transporte. Habнa una cantidad de delegados con cara de fatiga despuйs de varias comidas y hasta Ivan habнa dejado de aceptar bocados en un gesto de autodefensa despuйs de la tercera mesa. Cuando llegу el contacto, durante la comida que siguiу a la cuarta y ъltima actuaciуn del coro, Miles apenas se dio cuenta. Estaba charlando con Vorreedi sobre la cocina del distrito Keroslav y preguntбndose cуmo conseguirнa distraerlo y engaсarlo cuando llegara el momento. Habнa llegado a un punto tal de desesperaciуn que incluso consideraba la posibilidad de administrar un vomitivo al embajador Vorob'yev y ponerlo en manos del oficial de protocolo cuando vio por el rabillo del ojo que Ivan hablaba con Ba No Sй Quй en tono grave. No reconociу a la criatura; no era la favorita de Rian porque era joven y tenнa una leve capa de pelo rubio. Las manos de Ivan giraron en el aire con la palma hacia arriba, se encogiу de hombros y siguiу al servidor por el pabellуn, extraсado. Ivan? Para quй diablos quiere a Ivan?

— Discъlpeme, seсor — Miles interrumpiу bruscamente a Vorreedi y pasу por su lado como una flecha. Para cuando el Jefe se volviу, Miles ya habнa pasado junto a otra delegaciуn y estaba a medio camino de la salida, detrбs de Ivan. No cabнa duda de que Vorreedi lo seguirнa, pero Miles se preocuparнa por eso mбs tarde.

Emergiу, parpadeando, a la iluminaciуn vespertina de la cъpula justo a tiempo para ver cуmo desaparecнan la sombra oscura y el brillo de las botas de Ivan tras un arbusto florido, frente a un espacio abierto con una fuente en el centro. Trotу para alcanzarlo; las botas se le resbalaban sobre las piedras irregulares que enlosaban el camino.

— Lord Vorkosigan? — llamу Vorreedi desde atrбs.

Miles no se volviу pero levantу la mano sin detenerse. Vorreedi era demasiado educado para maldecir a gritos, pero Miles podнa imaginar los tacos sin dificultad.

Los arbustos, altos como una persona, se abrнan hacia grupos artнsticos de бrboles, no exactamente un laberinto pero casi. La primera elecciуn de Miles lo llevу a una especie de prado desierto, con un arroyo que brotaba en la fuente y corrнa como una filigrana de plata por el centro del terreno. Miles volviу atrбs, maldiciendo sus piernas y su cojera, y se dirigiу hacia otro conjunto de arbustos.

En el medio de un cнrculo de bancos bajo la sombra de los бrboles, habнa una silla-flotante cuya ocupante daba la espalda a Miles, con la pantalla activada. Ba Rubio ya no estaba. En ese momento, Ivan se inclinaba hacia la ocupante de la silla, con la boca abierta en una expresiуn fascinada, las cejas levantadas y llenas de sospecha. Un brazo cubierto de blanco se levantу en el aire. Una nube leve de niebla iridiscente golpeу la cara sorprendida de Ivan, quien puso los ojos en blanco y cayу sobre las rodillas de la ocupante de la silla. La pantalla de fuerza se cerrу sobre йl, opaca y blanca. Miles aullу y corriу hacia la pareja.

Las sillas — flotantes de las hautladies no eran coches de carrera ni nada parecido, pero podнan desplazarse a mayor velocidad que Miles. En dos vueltas por los arbustos desapareciу por completo y cuando Miles saliу del ъltimo macizo de flores, se vio frente a uno de los caminos principales del Jardнn Celestial, tallados en jade blanco. Flotando en ambas direcciones por el sendero habнa media docena de hautburbujas y todas avanzaban a la misma velocidad digna y tranquila. Miles se habнa quedado sin aliento y le asaltу un torbellino de negros temores.

Girу sobre los talones y se tropezу de bruces con el coronel Vorreedi.

La mano de Vorreedi bajу hasta el hombro de Miles y lo agarrу con una fuerza decidida y firme.

— Quй diablos estб pasando aquн, Vorkosigan? Y dуnde estб Vorpatril?

— Eso quiero descubrir… seсor, si me lo permite.

— Seguridad de Cetaganda tiene que saberlo. Voy a colgarlos de un бrbol si…

— No… no creo que Seguridad pueda ayudarnos esta vez, seсor. Creo que tengo que hablar con ba… con alguien. Enseguida.

Vorreedi frunciу el ceсo, tratando de procesar la informaciуn. Obviamente no le resultaba fбcil. Miles no lo culpaba. Una semana antes, йl tambiйn habrнa supuesto que Seguridad Imperial Cetagandana se ocuparнa. Pueden solucionar algunos problemas, sн. Pero no todos.

Precisamente por ahн rondaban: mientras Miles y Vorreedi se volvнan para retroceder hacia el pabellуn, un guardia de uniforme rojo, con el maquillaje a rayas, avanzу rбpidamente hacia ellos. Un perro pastor, juzgу Miles, cuya misiуn era buscar a las ovejas perdidas y devolverlas al rebaсo de enviados galбcticos. Un hombre rбpido, aunque no lo suficiente.

— Milores. — El guardia, que no tenнa un rango muy alto, hizo un gesto de respeto-. Les ruego que vuelvan al pabellуn. Los autos los llevarбn al portal sur.

Vorreedi tomу una decisiуn rбpida.

— Gracias. Pero me temo que hemos perdido a un miembro de nuestra delegaciуn. Harнa el favor de buscar a lord Vorpatril?

— Claro. — El guardia tocу un comu de muсeca y transmitiу la informaciуn en tono neutral, mientras conducнa a Miles y a Vorreedi hacia el pabellуn como un ovejero. Evidentemente, suponнa que Ivan era un huйsped perdido; debнa de ser un hecho bastante frecuente: el jardнn estaba diseсado para distraer a los visitantes con sus delicias. Le doy diez minutos a Seguridad de Cetaganda para darse cuenta de que Ivan ha desaparecido en pleno Jardнn Celestial. Despuйs, todo se irб al diablo.

El guardia se separу de ellos cuando avanzaban hacia el pabellуn. Miles buscу con la mirada en la multitud de ba que poblaba el pabellуn.

— Discъlpeme, ba — dijo con respeto a la criatura de mayor edad. Ba Como Se Llamara levantу la vista. Le sorprendнa que alguien hubiera notado su existencia-. Debo ponerme en contacto inmediatamente con la haut Rian Degtiar. Una emergencia. — Abriу las manos y dio un paso atrбs.

La criatura asimilу la informaciуn, se inclinу e hizo un gesto a Miles para que lo siguiera. Vorreedi fue con ellos. Al otro lado del pabellуn, en la intimidad que ofrecнa un бrea de servicio, el comu. de muсeca de Ba Mayor empezу a transmitir una serie incomprensible de palabras y cуdigos. La frente de Ba Mayor se arrugу de sorpresa al oнr el mensaje. Tomу el comu, se lo sacу y se lo pasу a Miles con una reverencia. Se retirу prudentemente. Miles hubiera querido que Vorreedi hiciera lo mismo — lo tenнa pegado al hombro-, pero el coronel no se dio por aludido.

— Lord Vorkosigan? — llegу la voz de Rian desde el comu, sin filtro. Seguramente hablaba desde dentro de su burbuja.

— Milady. Ha enviado a alguien de… de su gente a… para que recogiera a mi primo Ivan?

Hubo una corta pausa.

— No.

— Yo lo vi.

— Ah. — Se produjo otra pausa, mucho mбs larga. Cuando la voz volviу a surgir, sonу mucho mбs baja y temerosa-. Ya sй lo que estб pasando.

— Me alegro de que alguien lo sepa.

— Ahora mismo le envнo a mi criado.

— Y quй pasa con Ivan?

— Nosotras nos ocuparemos de eso. — La comu se cortу.

Miles tuvo deseos de sacudir el aparato, frustrado; en lugar de eso, se dominу y lo devolviу a Ba Mayor, que lo tomу, se inclinу y finalmente se alejу.

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