—No lo creo. Yo mismo me encargaré del psicotest ¿Quieres ir solo a la habitación o vas a empezar a plantear problemas con eso? Si nos pones dificultades, será peor. Ya me entiendes. Sólo quiero asegurarme de que lo recuerdas.
—Iré solo.
—Bien. —Giraud se puso en pie y Justin se inclinó hacia delante y se levantó sobre piernas temblorosas. Estaba medio mareado de frío y las ideas que se atropellaban en su mente quedaron confusas, se convirtieron en un círculo vicioso.
Fue hasta la puerta y Giraud la abrió, caminó delante de él y de los guardias hasta un lugar del cual había oído hablar toda la vida, una habitación muy parecida a las del hospital, en esa ala a la que acudían los azi para los ajustes: paredes verdes, una simple cama. Había una cámara en un rincón.
—La camisa —dijo Giraud.
Justin sabía lo que querían. Se la quitó y la colocó sobre la mesa. Se sentó en la cama y aceptó la inyección que le administró uno de los azi, trató de ayudarlos a ajustar los sensores porque siempre lo hacía solo para las cintas, pero tenía poca coordinación. Se abandonó en las manos que lo ayudaban, sintió que le levantaban las piernas para ponerlo sobre la cama. Sintió que trabajaban con las almohadas. Cerró los ojos. Quería pedirle a Giraud que hiciera salir a los azi porque lo que iba a decir tenía que ver con Ari, y los azi que lo escucharan, terminaría en un tratamiento de borrado selectivo, no había otra forma de solucionarlo.
Giraud le formuló preguntas, con amabilidad, como un profesional. Fue consciente de las primeras. Pero eso se desvaneció después. Podría haber estado en manos de técnicos, pero Giraud era el mejor interrogador que podía tocarle, tranquilo, nunca dejaba secuelas emocionales. Profesional, eso era todo. Giraud estaba controlando la verdad, al menos trataba de descubrirla.
Giraud se lo dijo. Y bajo la droga, lo que le decían era cierto.
Giraud no se impresionaría ante los actos de Ari. Había vivido demasiado y visto demasiado. Giraud se compadecía de él y creía cuanto le decía. Un muchacho con sus notas, cerca de Ari, tenía que entender que no era la primera vez que ella lo hacía. Que ella había querido conseguir una ventaja sobre Jordan, claro. ¿Quién podía ponerlo en duda? Jordan seguramente lo sabía.
No, discutió Justin, con un destello de techo blanco y luz brillante: apenas rozaba la conciencia. Recordaba a Giraud tocándole el hombro.
Realmente trataste de que tu padre no lo supiera. Claro. ¿ Qué crees que haría si se enterara?
Iría al Departamento a denunciarlo.
Ah.
Pero no lo sabía.
Puedes dormir ahora. Despertarás descansado. Puedes abandonarte. No vas a caerte.
Algo iba mal, sin embargo. Trató de comprenderlo. Pero se le escapó hacia el lado, fuera del campo de visión.
—A mi entender, no hay ninguna duda —dijo Giraud, mirando a Jordan por encima del escritorio.
A sus cuarenta y seis años, Jordan era demasiado atlético, demasiado capaz físicamente para arriesgarse; y ellos tenían cuidado de no dejarle un cardenal, por otras razones. Los límites que usaban se estaban diluyendo; claro que no habría psicoprueba; Jordan Warrick era un Especial, un tesoro nacional. Ni siquiera el Departamento de Asuntos Internos podía hacer nada que pudiera dañarlo, en ningún sentido.
Un Especial acusado de haber matado a otro Especial. Era una situación sin precedentes. Pero Jordan Warrick podía asesinar a una docena de niños en el Hotel Novgorod Plaza a plena luz del día y no podían ni preguntarle ni mandarlo a psicotest ni administrarle siquiera el ajuste que recibiría un delincuente común.
Jordan lo miró con furia desde la silla a que lo habían atado los de Seguridad.
—Sabes perfectamente que yo no lo hice.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Pedir un psicotest para probarlo? No podemos hacerte nada. Tú lo sabes. Lo sabías cuando lo hiciste.
—No lo hice. Maldita sea, ni siquiera tienes la autopsia todavía.
—No importa de qué murió, bastaba con el frío. El conducto no se rompió sin motivo, Jordan, tú lo sabes y sabes por qué se rompió. Ahórranos el trabajo. ¿Qué hiciste? Cortar un poco el conducto y llenar el tanque del laboratorio. Esa es mi teoría. Llenaste el tanque hasta arriba, luego detuviste la válvula principal y colocaste la bomba de devolución de flujo al máximo. Eso haría que el conducto se quebrara en el punto más débil, en el sitio en que lo habías manipulado.
—Así que tú sabes cómo hacerlo. Pareces conocer las tuberías mucho mejor que yo. Yo trabajo con un ordenador, Gerry, un teclado. Nunca me he interesado por los conductos del Ala Uno. No entiendo los sistemas de criogenia y nunca me preocupé por aprender. Además, tu teoría tiene otra laguna. No tengo acceso a esa área.
—Justin sí. Su azi también.
—Ah, estás provocándome, ¿no? Grant está en el hospital, ¿no es cierto?
—Ya hemos sometido a tu hijo a psicotest. Vamos a interrogar al azi. Tu azi y el de Justin.
La cara de Jordan quedó fija en una expresión de calma profunda.
—No vas a descubrir nada porque no hay nada que descubrir. Vas a tener acusaciones hasta las orejas, Giraud. Mejor será que te prepares.
—No, claro que no. Porque conozco tu motivo.
— ¿Quémotivo?
Giraud pulsó un botón en el grabador de la oficina, una cinta cargada con anterioridad.
—Te ha pasado el fardo a ti, Gerry. Y Denys también. No estamos hablando de un asunto de informes. Hablamos de un chico asustado, Gerry.
—Otra semana...
—A la mierda con eso. Puedes empezar por darme un pase de Seguridad, y hacer que Petros conteste a mis llamadas.
— Tu hijo está allí ahora. Tiene un pase, aunque no sé por qué. Él se ocupará. —Pausa—. Mira, Jordie, me dicen otra semana más. Dos como máximo.
—Justin tiene pase.
Fin de la cinta.
—¿Qué mierda tiene que ver eso con todo lo demás?
—Es cuando fuiste a ver a Ari. ¿No es cierto? Justo entonces, después de esta conversación.
—Tienes razón, mierda. No podías dejar de espiarme, claro.
—No. «Justin tiene pase», dijiste. Eso te sorprendió. A) Justin no te reveló algo que tendría que haberte contado. B) Ari nunca mostró los ases que tenía. C) conoces las costumbres de Ari. En ese momento, adivinaste una cosa que habías sospechado desde el principio, justo cuando te enteraste del trato que tu hijo hizo por Grant.
—Puras fantasías.
—Tu hijo trató de chantajear a Ari. Sin duda fue una buena intriga. Pensaste que te sacaría a Ari de encima. Lo dejaste continuar. Pero cuando Ari trajo a Grant a casa, tenía todas las cartas. Todas,¿no es cierto? Tu hijo recurrió a Ari para pedirle ayuda, no a ti. Y tu hijo consiguió un favor de Ari que tú no pudiste conseguir con todas tus amenazas. Me pregunto cómo.
—Tienes una gran imaginación. Nunca lo habría supuesto.
—Te enfrentaste a ella. Ari te lo contó o tú ya lo sabías, lo que había estado haciendo tu muchacho para conseguir tantos favores. Y la mataste. Manipulaste la válvula y abriste la bomba, no necesitabas mucho tiempo. Todos los trabajadores del Ala Uno sabían lo de esa puerta. Se suponía que iba aser un accidente, pero tuviste que improvisar, claro.
Jordan se mantuvo en silencio durante un momento. Luego:
—Algo falla.
—¿Por qué?
—Alguien más sabía que yo iba para allá. Tú lo sabías. Yo me fui. Ari y yo hablamos y me fui. Compruébalo en el Anotador.
—Ari no tiene Anotador. Ya sabes cómo es ese maldito TraDuctor. No hay grabación de palabras heladas. Y no nos dejó notas. No tuvo tiempo. Tú la golpeaste, amañaste lo del conducto, cerraste la puerta, hiciste aumentar la presión. Cuando se disparó la alarma, ya estabas arriba de nuevo.
—No lo hice. No voy a decirte que lo siento mucho. Pero no lo hice. Y Justin estaba en el hospital, lo dijiste en esa cinta que me pasaste. Si la borras, te haré quedar como un mentiroso.