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Los cordones se atan, se extrae la placenta del fondo de la bandeja y se prepara agua tibia para el primer baño. Los técnicos pesan a los bebés como formalidad y apuntan los datos en un registro que empieza con la concepción, doscientos treinta y nueve días antes, y que tendrá cada vez menos entradas a medida que los niños pasen de un estado de dependencia total a los primeros momentos no controlados de sus vidas.

Los reciben ayudantes azi, los envuelven en suaves pañales blancos y los tratan con cariño, acunándolos.

En los intervalos entre el cambio de pañales y la alimentación, duermen en cunas que, como los úteros, se mecen suavemente al sonido del corazón humano y voces distantes, la misma voz que les habló en el útero, suave, segura y tranquilizadora. A veces les canta, a veces sólo les habla.

Algún día esa voz les dará instrucciones. La voz es de cinta. Y todavía es sólo subliminal, un foco de confianza. Incluso en este estadio recompensa el buen comportamiento. Un día. les hablará con desaprobación, pero en este momento no hay mal comportamiento, sólo una pequeña intranquilidad por parte de los Betas...

LOTE AGCULT-789X:

EMERGENCIAEMERGENCIA

AGCULT-789X tiene problemas. El grupo genético experimental no es un éxito y después de consultas con el personal, un técnico retira el apoyo vital y lleva a AGCULT-789X a la autopsia.

Los técnicos azi limpian el útero, lo lavan repetidas veces y el técnico en jefe empieza el proceso que lo cubrirá de bioplasma.

Recibirá otro inquilino en cuanto quede listo el recubrimiento. El personal espera los resultados de la autopsia antes de intentarlo de nuevo.

Mientras tanto, el útero recibe el nuevo macho AG-CULT-894, de la misma especie. Éste no es el primer fracaso. Las adaptaciones de ingeniería son un proceso complejo y los fracasos se dan con frecuencia. Pero AGCULT-894 es un individuo diferente con una alteración similar: hay una posibilidad de que funcione. Aunque falle, proporcionará comparaciones valiosas.

Reformar la tierra y alterar la atmósfera no es suficiente para que un mundo pueda ser ocupado por seres humanos. Los millones de años de adaptación que entrelazaron a las especies terrestres en complejos ecosistemas no son posibles en Cyteen.

Reseune opera en lugar del tiempo y la selección natural. Como la naturaleza, pierde individuos, pero sus elecciones son más rápidas y están guiadas por la inteligencia. Algunos afirman que hay consecuencias, un desechar los elementos ornamentales y no funcionales que dieron su variedad a la vida en la Tierra, con un énfasis en ciertos rasgos y una disminución en otros.

Pero Reseune no ha perdido nada. Envía arcas al espacio profundo, simples latas como las de conserva, que se estacionan alrededor de determinadas estrellas, naves sin propulsión de construcción barata, depósitos de material genético en más de un lugar, material protegido de las radiaciones. Contienen muestras genéticas reales; informes digitales de los grupos genéticos: informes que permitirán la lectura de esos grupos genéticos a cualquier inteligencia avanzada que entienda los contenidos de las arcas.

Un millón de años bastaron para que la humanidad evolucionara desde sus antepasados primitivos hasta convertirse en una especie inteligente que viaja a las estrellas. Dentro de un millón de años, la humanidad todavía tendrá informes genéticos de su propio pasado y del pasado de cada una de las especies a las que Reseune haya tenido acceso, de nuestra herencia y de las herencias genéticas de cada mundo con vida que hayamos pisado, preservadas del tiempo y de los peligros, gracias a esas arcas.

Las arcas conservan códigos fragmentarios de especímenes humanos de miles de años de antigüedad que se obtuvieron de los depósitos genéticos de la Tierra anteriores al desarrollo de los bancos genéticos del siglo xx, de los últimos bancos genéticos anteriores a la mezcla de genes en la Tierra misma, y de los restos de animales y seres humanos conservados a través de los siglos por congelamiento natural u otras circunstancias que hayan preservado la estructura celular, aunque fuera sólo en parte.

Imaginen lo que representaría en la actualidad si se hubiera preservado en arcas como ésas la información genética del pasado geológico. La Tierra, hasta el momento única en sus evidencias de extinciones cataclísticas de altas formas de vida, tal vez podría, a través de esas bibliotecas, recobrar la riqueza de sus líneas de evolución y resolver los enigmas irresueltos de su pasado.

Reseune nunca ha desechado una opción genética. Ha procurado la conservación de esas opciones hasta un grado sin precedentes en la historia de la humanidad y, coherente con su trabajo en favor del cambio evolutivo, ha preservado todas las divergencias posibles.

I

El tiempo dejó de existir. Sólo estaba el flujo de las cintas, generalmente plácido, a veces perturbador. Había intervalos de despertar confuso, pero el trank continuaba, hasta el momento en que Grant se acercó flotando a la superficie.

—Vamos, tienes una visita —murmuró alguien y una tela mojada le tocó la cara. El lavado siguió hacia abajo, dulcemente, cuello y pecho con un olor astringente—. Despiértate.

Entreabrió los ojos. Miró el techo fijamente mientras lo seguían lavando yesperó que lo desataran, aunque no guardaba muchas esperanzas. Deseó que le administraran trank de nuevo, porque el miedo estaba volviendo y se sentía a gusto con la droga.

Tuvo frío cuando el aire se movió sobre su piel húmeda. Quería que le pusieran la sábana encima otra vez. Pero no dijo nada. Ya no intentaba comunicarse con la gente que se encargaba de él y ya no le hacían daño. No pedía nada más. Recordó que podía parpadear. No veía nada. Trató de no sentir el frío. Notó una punzada cuando el técnico le clavó la aguja en el brazo. Le dolía la espalda y sabía que estaría mucho mejor si le cambiaban de postura en la cama.

—Ahí está. —La sábana cayó de nuevo sobre él. Una palma le golpeó la cara, pero Grant no sintió dolor—. Vamos. Ojos abiertos.

—Sí —murmuró. Y los cerró de nuevo en cuanto el técnico azi lo dejó solo.

Luego oyó otra voz en la puerta, joven y masculina. Levantó la cabeza y vio a Justin. Inmediatamente desconfió de su percepción y activó los límites de la mente para defenderse.

Pero Justin se acercó, se sentó al lado de la cama y le cogió la mano a pesar de que los límites debían darle poco movimiento. La mano lo apretó con fuerza. Parecía muy real.

—¿Grant?

—Por favor, no me hagan esto.

—Grant, por Dios, Grant, estás en casa. ¿Me entiendes?

La sola idea de creerle era muy peligrosa. Significaba que estaba dándose por vencido. No había ninguna señal secreta que su propia mente no pudiera suplantar. No había ninguna ilusión que la cinta no pudiera crear. Ellos usarían a Justin. Por supuesto.

—¿Grant?

La cinta podía hacerle creer que estaba despierto. O que el colchón cedía por el peso, o que Justin lo sujetaba por los hombros. Sólo el dolor agudo en la espalda penetraba la ilusión. No cuadraba.

La realidad tenía esas pequeñas disonancias.

—No me dejan llevarte de vuelta al departamento, todavía. Ari no quiere. ¿Qué te hacen? ¿Estás bien? ¿Grant?

Preguntas. Grant no podía imaginarse dónde encajaban éstas. En general seguían un patrón, una forma. Éstas tenían que ver con la credibilidad. Ese era el juego.

—¡Grant, vamos! —Justin le tocó la mejilla con la mano, con suavidad—. Vamos, Ojos abiertos. Ojos abiertos.

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