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—Estoy bien. —Era una humillación más, añadida a todo el resto. Sintió que se ruborizaba—. Por favor. ¿Puedo hablar con Justin?

—Lo siento, pero tendrá que ser una conversación breve. No quiero que hables demasiado hasta que venga la policía, nada importante, formalidades, nada más. Sólo tienes que contestar dos preguntas, harán sus informes y ya estará. Luego, te haré unas pruebas. Volverás a la Casa enseguida. ¿Te parece bien?

—Sí, ser. —El maldito monitor volvió a chillar y se detuvo cuando él controló el pulso—. ¿Y Justin? Por favor.

Ivanov le palmeó el hombro y se levantó. Se dirigió a la puerta y la abrió.

Entró Justin. El monitor parpadeó y volvió a quedarse callado. Y Grant miró a Justin como a través de una película brillante. Jordan también estaba allí. Los dos. Y él se sentía muy avergonzado.

—¿Estás bien? —preguntó Justin.

—Sí —dijo Grant y perdió el control del monitor y de las lágrimas, que ahora le corrían por las mejillas—. Supongo que estoy metido en un buen lío.

—No —le tranquilizó Justin, y se acercó y le aferró la mano, con fuerza, comunicándole su amor, con la expresión de su cara. El monitor osciló y se quedó en silencio de nuevo—. Todo va bien. Fue una estupidez. Pero vas a volver a la Casa. ¿Me oyes?

—Sí.

Justin se inclinó y lo abrazó, a pesar de las ataduras. Y se alejó. Jordan hizo lo mismo, lo tomó por los hombros, y dijo:

—Contesta sus preguntas. ¿De acuerdo?

—Sí, ser —dijo Grant—. ¿Puede hacer que me suelten?

—No. Es por tu seguridad. ¿De acuerdo? —Jordan lo besó en la frente. No lo había hecho desde que Grant era un niñito—. Duerme, ¿me oyes? yo personalmente revisaré toda las cintas que te apliquen.

—Sí, ser —dijo Grant.

Y se quedó allí y vio cómo Jordan y Justin salían por la puerta.

El monitor chilló de pánico.

Estaba perdido. Tendría que atravesar el infierno antes de salir de aquel lugar.

Había visto el rostro de Justin por encima del hombro de Jordan y había sorprendido el infierno que le esperaba.

¿Dónde he estado? ¿Qué me ha pasado realmente? ¿He dejado este lugar alguna vez?

Llegó una enfermera con una hipodérmica y no había discusión posible. Trató de aquietar el monitor, trató de protestar.

—Sedante —dijo la .enfermera y se lo inyectó en el brazo.

O quizás era Jeffrey quien se lo había puesto. Grant giró adelante y atrás, oyó gritos y vio la sangre sobre la pared blanca.

XII

—¿Estaba bien? —preguntó Ari a Justin en su oficina. Estaban a solas.

—¿Cuándo podrá salir?

—Ah —suspiró Ari—. No lo sé. De verdad, no lo sé. Y tampoco recuerdo muy bien el trato que hicimos. Parece un poco tonto ahora, ¿no crees? ¿Qué cartas tienes ahora para negociar?

—Mi silencio.

—Encanto, tienes mucho que perder si rompes ese silencio. Y lo mismo diría yo de Jordan. ¿No es por eso que estamos haciendo todo esto?

Él estaba temblando. Trató de no demostrarlo.

—No, lo hacemos porque usted no quiere que su precioso proyecto fracase. Porque no le conviene la publicidad en este momento. Porque tiene mucho que perder. De otro modo no tendría tanta paciencia conmigo.

Una sonrisa lenta se esparció por los labios de Ari.

—Me gustas, muchacho. De verdad que me gustas. La lealtad es algo muy raro en Reseune. Y tú demuestras tener tanta... ¿Qué me dirías si te diera a Grant sin tocarlo, sin alterarlo? ¿Cuánto vale para ti?

—Es posible que usted no sepa hasta qué punto puede empujarme —replicó Justin en tono cuidadoso, mesurado.

—¿Cuánto vale?

—Suéltelo. No le aplique ninguna cinta.

—Encanto, está muy confundido. Ha pasado por un infierno. Necesita descanso y tratamiento.

—Yo me ocuparé de eso. Jordan lo hará. Se lo advierto: no me empuje demasiado. No sabe de lo que soy capaz.

—Ah, encanto, sé perfectamente de lo que eres capaz. Gran parte de ello es absolutamente exquisito. Y no tengo que hacer tratos contigo sobre Grant. Tengo otro tipo de cintas totalmente distinto. Tu padre se moriría del disgusto.

—Tal vez lo está subestimando.

—¿Ah sí? ¿Se lo has contado? Ya me parecía. Tienes que entender la situación, ¿sabes? No se trata simplemente de su hijo. No se trata sólo de «una mujer». Tú eres su gemelo. Y yo soy, Ari Emory. Sin mencionar el azi. —Se rió entre dientes—. Es un buen intento, en serio. Te respeto. Te respeto lo suficiente para darte un poco de tranquilidad. Ven aquí, muchacho. Ven.

Ari extendió la mano. Él dudó, confundido y finalmente extendió la suya y se la dio. Ella la tomó con amabilidad y los nervios de Justin saltaron, el pulso le tembló y se ruborizó. Sus pensamientos se confundieron.

No se apartó. No se atrevió a hacerlo. No podía formular un sarcasmo. Su mente corría demasiado rápido en demasiadas direcciones, como un animal pequeño y asustado.

—¿Quieres que te haga un favor? ¿Quieres que te devuelva a Grant? Te diré lo que vamos a hacer, encanto: tú sigue cooperando y haremos otro pequeño trato privado. Si tú y yo seguimos juntos hasta que tu padre se vaya, si sigues con la boca cerrada, te lo regalaré.

—Usted está usando cinta profunda.

—¿En ti? Nada que pueda alterarte la mente. ¿Qué te crees? ¿Qué puedo tomar una mente normal, saludable y rediseñarla? Has estado leyendo demasiados libros. Las cintas que uso contigo son lúdicas. Las reciben los azi Mu cuando se portan muy, muy bien. ¿Crees que no puedes tolerarlas? ¿Crees que te corrompen? Reseune puede hacer cosas mucho peores, encanto y te lo puedo demostrar. Ya te lo he dicho: me gustas. Algún día serás un poder en Reseune, aquí, en Fargone, donde sea. Tienes la habilidad necesaria. De verdad, me gustaría que sobrevivieras.

—Eso es mentira.

—¿Tú crees? No importa. —Ella se apretó los dedos—. En mi apartamento. A la misma hora. ¿Has oído?

Él sacó la mano.

—No es que no te dé una alternativa —dijo ella y le sonrió—. No tienes más que dejar las cosas tal como están. No es mucho por todo lo que me pides. Tú mantén mi vida en paz, encanto, y ponte entre Jordan y yo, y a cambio yo no haré arrestar a sus amigos y no le borraré la mente a Grant. Hasta dejaré de hacerte la vida imposible en la oficina. Ya sabes cuál es el precio de los traslados que quieres.

—Y me dará a Grant.

—La semana que viene. En caso de que surja algo. Eres muy inteligente. Ya me entiendes. A las 2200 esta noche. Trabajo hasta tarde.

Texto literal de:

PATRONES DE CRECIMIENTO

UNA CINTA DE ESTUDIO SOBRE GENÉTICA: # 1

Publicaciones pedagógicas de Reseune: 8970-8768-1, aprobadas para 80 +

ATENCIÓN OPERADOR

LOTE ML-8986: LOTE BY-9806:

FINALFINALFINAL

Los ordenadores indican el final del proceso y solicitan intervención humana. El técnico en jefe alerta al personal apropiado y empieza el proceso de nacimiento.

No hay sorpresas: los tanques-úteros se mueven con dulzura, contrayéndose, y cuentan con toda clase de sensores. Los dos ML-8986, femeninos, clase Mu, han llegado al peso indicado para el nacimiento, 4,02 kilos. No se registran anormalidades visibles. Los dos BY-9806, tipo Gamma, también gozan de buena salud. Los técnicos conocen su trabajo. Los BY-9806, muy activos, son los favoritos, ya tienen nombres, aunque no los conservarán: los técnicos no estarán en contacto con ellos durante mucho tiempo.

Los úteros entran en período de parto y al cabo de un rato, envían sus contenidos a bandejas acolchadas con fluido y a las manos enguantadas de los técnicos que los esperan. No hay crisis. Se observa muy poca tensión. Las hembras Mu tienen las caras anchas, son plácidas, con cabello sin color; los dos Betas son más largos, de miembros delgados, con mechones de cabello negro, no tan graciosos como las Mu. Hacen muecas y los técnicos ríen.

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