—¿Qué significa todo eso? —preguntó Yanni Schwartz.
—No digo que vaya a ser malo —dijo Ari con bastante honestidad, sonriente todavía—. No voy a sorprenderte, Yanni, Jordan me empujó. Creo que todos deberíais pensar en esto, todos los que queráis ir a la frontera y los que prefiráis quedaros en las comodidades de Reseune, Dios sabe que algunos de nosotros echaríamos de menos el jamón y la fruta fresca. Pero las oportunidades valen la pena allá afuera, os lo aseguro. —Otro sorbo de café, lento, pensativo mientras observaba a Jordan con la mirada fija de un esgrimista—. El Ala Educacional de aquí seguirá funcionando, claro. Algunos de vosotros no podréis iros, supongo que lo comprenderéis. Tendremos que estructurarlo todo de nuevo, más bien duplicar el ala. —Una sonrisa un poco más amplia. Era una broma. Suli Schwartz se despertó, miró alrededor para ver si había que reírse—. Jordie, tendrás que dejar algunas recomendaciones.
—Claro —dijo Jordan—. Pero estoy seguro de que usarás tu propia lista.
Ella rió, para continuar con su tono amable.
—Sabes muy bien que lo haré. Pero te aseguro que respeto tus decisiones cuando puedo; después de todo, voy a suponer que cualquiera que figure en tu lista pedirá el traslado y que tú los querrás a ellos. Yanni, puedes hablar con Jordie sobre eso.
Tras los atentos rostros se escondía una preocupación creciente. El joven Suli pareció comprender por fin qué estaba sucediendo, tal vez por primera vez en toda su vida comprendía lo que era estar sentado en esa habitación en las Fiestas de Familia, y no con los jóvenes en el otro salón. Nadie se movía, ni la Familia ni los azi de las mesas circundantes.
Denys se aclaró la garganta con mucho ruido.
—Bueno —dijo—, bueno, Ari, después de todo... —Otra tos—. Creo que podríamos pedir algunas de esas galletas que nos sirvieron anoche, ¿no? Me apetecerían.
—Sí, ser —dijo un sirviente cerca de la puerta y salió deslizándose, mientras Denys agregaba azúcara su café.
—Hummm, lo esencial es Reseune, ¿verdad? Ari, Jordie, Yanni, todos sentimos lo mismo: deseo de libertad para llevar a cabo nuestro trabajo. Todos odiamos los líos administrativos, es una terrible pérdida de tiempo y hay muchísimas cuestiones más importantes en nuestros escritorios que unas cuantas autoridades insignificantes que discuten en Novgorod. Estoy seguro de que decidir si los administradores de estación pueden tener mercancía en la estación o no tiene su importancia, pero no es el tipo de cuestión que debiera ocuparnos; quiero decir que la idea de los Departamentos no se organizó para impedir que gente valiosa llevara a cabo su trabajo. El Concejo no resulta muy molesto para Corain, Chávez o Bogdanovitch, claro, pero no considero conveniente tener a Gorodin esperando y Ciencias, Dios mío, Ciencias es una absoluta tragedia, quiero decir, Ari, es terrible que pierdas así tu tiempo y tu energía.
—No sé por qué —prorrumpió Jordan desde el extremo de la mesa mientras levantaba el vaso, con la rivalidad de plantear cuestiones ingeniosas en la sobremesa, una rivalidad tan antigua como la existencia de ambos en Reseune—, ya que Ari considera que todo el universo es su provincia.
Ari rió, una risa para salvar las apariencias. Todos se sintieron aliviados. Todos rieron, porque si no lo hacían la situación se convertiría en un Incidente. Nadie deseaba eso, ni siquiera Jordan.
—Bueno, tendrás tu oportunidad, ¿no crees? —dijo ella—. Toda la ruta Hope desde Fargone, y además trabajarás con viejos amigos, así que no te sentirás solo. Si yo tuviera unos años menos, Jordie, creo que no despreciaría la oportunidad; pero Denys tiene razón .Lo político ya está hecho, ya se ha fijado el curso, y estoy segura de que quiero seguir con mi trabajo y de que tú quieres empezar el tuyo. Me molesta poner otro trabajo administrativo en tus manos, pero realmente quisiera que me asesoraras como experto. Tienes que organizar otra ala Educacional aquí, es una verdadera oportunidad para que nos dejes tu herencia, Jordie, y te lo digo muy en serio.
—Ya he dejado mi herencia en la criogenia —dijo Jordan. Otra ronda de risas ansiosas—. ¿Quieres otra muestra?
Ari soltó una risita y tomó otro sorbo de café.
—¿Qué? Jordie, pensé que lo hacías de otra manera. Pero podemos tener otra fuente.
Justin se ruborizó. La gente se dio la vuelta para observarlo. Hubo otra risa, muy, muy leve.
—Estoy seguro de que Jordie va a cooperar —dijo Denys, que intervenía antes de que salieran a la luz los cuchillos; era la vieja norma de aquella habitación: nada desagradable. Lo más que se podía hacer allí era replicar con ingenio y no demasiado mordaz.
—Estoy segura de que sí —dijo Ari. Y luego, seriamente—: Tenemos que llevar a cabo una reestructuración. Voy a poner al Concejo en mi lugar y pienso que estarán más calmados ahora que tenemos en marcha los proyectos principales. No deberían presentarse complicaciones, ninguna. Supongo que puedo volar allí si me necesitan, Pero Denys tiene mucha razón :tengo ciento veinte años.
—Tienes algunos más —objetó Denys.
—Ah, sí, pero ya veo la pared, es verdad. —En la sala se había hecho el silencio de nuevo—. El proyecto Rubin acaparará granparte de mi tiempo. No quiero parecer depresiva, pero vosotros sabéis tanto como yo que no me queda un tiempo infinito para hacer funcionar esto. Dejaré la mayor parte del proyecto Fargone en tus manos, Yanni. Pediré información de uno u otro departamento. Voy a supervisarlo yo misma porque quiero encargarme de ello de nuevo. Tal vez sea un poco de vanidad. —Risita suave—. Voy a escribir mi libro, me dedicaré a la investigación y a hacer preparativos. El retiro, supongo.
—¡A la mierda con eso! —repitió Jordan.
Ella sonrió, cubrió la taza con la mano cuando el camarero quiso servirle más café.
—No, querido. Ya he tomado suficiente cafeína como para ir a mi habitación. Ahí es donde debo ir para empezar a pensar que el suelo está abajo y el techo arriba, ha habido demasiadas turbulencias sobre el Kaukash, ¿no? Me parece que en Novgorod no he dormido realmente. ¿Catlin?
Una silla se movió y allí estaban Catlin y Florian, con ella. Catlin le ayudó a separar la silla de la mesa.
—Buenas noches a todos —se despidió ella, y mientras las sillas se desplazaban y la gente empezaba a retirarse, le dijo a Florian en voz baja—: Dile a Grant que voy a reclamarlo.
—¿Sera?
—Lo necesito —dijo ella—. Dile que le he asignado un nuevo trabajo. Jordan nunca ha tenido la custodia legal sobre él. Seguramente se da cuenta de eso.
III
—Un momento —dijo el azi Florian justo en el momento en que Justin y Grant se alejaban tras Jordan y Paul entre el movimiento general de la familia y los azi.
—Más tarde —replicó Justin. El corazón empezó a latirle como siempre que se acercaba a Ari o a sus guardaespaldas para cualquier asunto que se apartara de las frías consultas laborales. Tomó a Grant por el brazo y trató de sacarlo por la puerta mientras Florian le bloqueaba el paso.
—Lo lamento mucho —insistió Florian y parecía sincero—. Sera quiere a Grant. Ahora está asignado a ella.
Durante un momento, Justin no comprendió lo que había oído. Sintió a Grant muy quieto bajo sus manos.
—Puede ir a buscar sus cosas —dijo Florian.
—Dile que no. —Estaban impidiendo que los Schwartz salieran de la habitación. Justin se movió hacia el salón, confuso, arrastrando a Grant con él, pero Florian seguía con ellos—. Dile, maldita sea, dile que si quiere mi cooperación, él se queda conmigo.
—Lo lamento mucho, ser —repitió Florian, la voz siempre amable, los ojos suaves—. Ella dijo que ya estaba hecho. Por favor, tiene que comprenderlo. Debe ir a buscar sus cosas. Catlin y yo lo cuidaremos lo mejor que podamos.
—No puede hacer esto —dijo Justin a Grant mientras Florian volvía hacia el salón donde Ari se retrasaba todavía. Sentía todo el cuerpo frío y la cena le daba vueltas por el estómago—. Espera aquí. —Su padre esperaba con Paul un poco más allá, en el vestíbulo, y Justin cruzó la distancia en unos doce pasos, sin revelar ansiedad; esperaba no demostrar más que una molestia comprensible y esperaba, sí, esperaba no estar tan pálido como se sentía—. Hay algo sobre un proyecto —le dijo a Jordan—. Tengo que ir a verlo.