Estaba en el salón de las cenas de etiqueta: una larga mesa para la Familia y una mesa en forma de U para los azi, que representaban relaciones más cercanas que los parientes y algo más numerosas, quizás el doble aproximadamente.
Ella, en la cabecera: había sido así desde la muerte del tío Geoffrey. A la derecha, Giraud Nye; a la izquierda, su hermano Denys; luego Yanni Schwartz, más a la derecha; a la izquierda de nuevo, su hermana Beth y frente a ella, el hijo que Beth había tenido de Giraud Nye, el joven Suli Schwartz, de nariz larga, cara angulosa y tan preocupado como siempre: dieciséis años y muy aburrido; hacia la izquierda y luego dos veces a la derecha estaban Petros Ivanov y sus dos hermanas, Irene y Katrin; luego el amor actual de Katrin, el moreno Morey Carnath-Nye; Jane Strassen, la de siempre, con aspecto de emperatriz viuda, de negro con toda una ostentación de plata; su hija, Julia Strassen, de verde, un vestido realmente sorprendente; el querido primo Patrick Carnath-Emory, que tenía mucho más de Carnath que de Emory y cuyas manos eran totalmente fofas, como de manteca, ya se estaba limpiando el pantalón; la hija de Patrick, Fideal Carnath, piel olivácea y hermosa; y su hijo de treinta y dos años, Jules, cuya paternidad todos habían atribuido a Giraud hasta que le hicieron un control genético y descubrieron que era nada menos que de Petros. Luego Robert Carnath-Nye y su hija la joven Julia Carnath; y, claro, Jordan y Justin Warrick, que parecían padre e hijo, excepto que si alguien había conocido a Jordan treinta años atrás, sabía que eran gemelos.
Vanidad, vanidad.
Jordan había tenido sus amoríos (¿quién no?). Pero cuando se trató de conservar su herencia, no había confiado en la naturaleza. Ni en las mujeres. Era la tentación de ser un dios, tal vez. O la idea de que, como era un Especial, podía producir otro.
Un ciudadano réplica no era un azi. Había considerables diferencias legales entre el joven Justin, por ejemplo, y el elegante y pelirrojo Grant, en la segunda mesa, tan, tan parecidos en tantas cosas, nacidos en el mismo laboratorio, apenas con un día de diferencia. Pero Justin, cabello negro, mandíbula cuadrada y diecisiete atractivos años, de hombros anchos, tan parecido a la imagen del Jordan joven, era CIUD 976-88-2355 RP, con CIUD, ese prefijo tan importante y el sufijo tan caro, Réplica del Padre, réplica excepto por pequeños accidentes como la ruptura de la nariz de Jordan, la pequeña cicatriz en la mejilla de Justin y, claro, la personalidad y la habilidad. Cuando Justin era apenas un punto en un tanque-útero, el proyecto Bok había fracasado completamente, pero (a Ari le resultaba divertido) Jordan había pensado que sus cintas y sus genes podrían triunfar sobre todo.
El muchacho estaba bien. Pero no era Jordan. Gracias a Dios.
El número de Grant, en cambio, era ALX-972, experimental. Un diseño de Ari, estético al extremo y con excelentes antecedentes: otro grupo genético de un Especial. Sin embargo, por ciertos motivos legales, ella había corregido un fallo genético, y de paso había hecho activos ciertos genes recesivos estéticos hasta un punto que los descendientes legítimos de cierto biólogo algo miope, de cabello castaño y en absoluto atlético, hubieran encontrado sorprendente.
Y Grant no era biólogo. Un excelente estudiante de diseño de cintas, un Alfa capaz de trabajar con estructuras que le habían dado su identidad, estructuras en las que se basaba la diferencia legal, no en la sustitución de ciertas secuencias en el grupo genético ni en los úteros que los habían gestado.
Uno de los niños había terminado en brazos de su padre, en una cuna en la Casa, sin escuchar nada a veces; a veces enfrentándose al hecho de que Jordan Warrick pudiera estar ocupado, que una comida se atrasara o que hubiera ruidos que lo asustaran.
El otro había ido a parar a una cuna en la que a veces se escuchaba un corazón humano o una voz tranquilizadora, en la que la actividad estaba controlada, el llanto se medía y las reacciones se registraban con precisión de reloj, luego se sometió a cinta intensiva y a entrenamiento por cinta durante tres años, hasta que Ari le había pedido a Jordan que lo adoptara, un hecho frecuente. La adopción de los Alfa sospechosos era casi una regla y, en aquellos tiempos, la relación entre ella y Jordan era tormentosa pero profesional. Un miembro de la Casa con un hijo de la misma edad era una idea muy natural y un compañero Alfa constituía un premio muy grande en cualquier hogar, incluso en Reseune.
He depositado mucha confianza en Justin, le había dicho aquel día a Jordan. Formarían una buena pareja. Estoy dispuesta a dejar que lo sean, personalmente quiero decir, siempre que pueda continuar mis cintas y mis pruebas con Grant.
Y eso significaba que cuando el azi creciera tal vez podría pasar a cuidado de Justin, transformarse en su compañero, y esto implicaba que Ari confiaba en que el joven Justin estaría entre los pocos a quienes se concedía el permiso para trabajar con Alfas, que los niveles de Justin serían equivalentes a los de un Alfa.
Ari no se sorprendió del todo cuando la pareja funcionó bien. La corrección fue de rutina, menor y probablemente no afectaría la inteligencia del azi, aunque, dentro de ciertos parámetros, eso no le había preocupado demasiado al crear el grupo.
Era tan, tan conveniente tener un lazo con el problemático Jordan en aquellos años, no para información, ya que en realidad poco podía averiguar en la Casa un azi de trece años que ella no supiera antes.
Pero nunca podía saberse, tal vez sería útil algún día.
Ari terminó la ensalada, charló con Giraud mientras el personal retiraba los servicios y servía el siguiente plato: un buen jamón. Los cerdos terrestres eran muy frecuentes en Reseune, vivían de los restos de los jardines y granjas en número suficiente como para proveer genes para muchas otras granjas. Cerdos y cabras, los más antiguos y resistentes de los animales de ganadería de la Tierra, con suficiente sentido común como para no envenenarse con pasto nocivo nativo de Cyteen.
Los caballos y las vacas tenían una tendencia terrible a la autodestrucción:
—¿Sabes? —intervino ella, inclinada sobre el postre, un helado sencillo, agradable y perfumado—. Vamos a tener que hacer algunos ajustes importantes en el personal.
La cantidad de oídos atentos en la mesa fue extraordinaria. Resultaba sorprendente lo silenciosa que podía quedarse la habitación cuando, en realidad, ella sólo se estaba dirigiendo a Denys.
—No creo que se presenten dificultades con el proyecto de ley de Hope. —Ahora todos estaban escuchando y ya no fingían dedicarse a otra actividad. Ella sonrió a su Familia, bajó la cuchara y levantó la taza de café fuerte—. Ya sabes cómo interpretar eso. No hay dificultades. Olvídate de las noticias. Todo está bien y a tiempo, y nos espera un proyecto muy excitante, sin duda, un proyecto excitante, un establecimiento de psicología militar en Fargone, sin contar todo lo demás. Todo esto va a cambiar mucho el funcionamiento de nuestro laboratorio. Puedes felicitar a Jordan por preparar el terreno, en serio, por abrir el camino para el proyecto Hope, los nuevos laboratorios, todo. Jordan es quien debe recibir gran parte del mérito por esto.
Jordan se mantuvo inexpresivo.
—Dejémonos de poses. Estamos en casa, no frente a las cámaras.
Ari le sonrió, deslumbrante.
—Jordan, no te guardo ningún rencor. Lamento que eso te ofenda, pero has hecho a Reseune y a mí un gran favor. De verdad, no quiero quitarte el mérito que tienes.
—¡A la mierda con eso!
Ari rió con amabilidad y tomó otro sorbo de café.
—Jordie, querido, yo sé que preferirías haberlo organizado todo conmigo pero, dada la situación, Gorodin vino a verme y yo voy a concederte todo lo que pediste, servido en bandeja. Vas a tener ese puesto tan deseado, tú y todo el personal de tu ala que quiera ir a Fargone, tan pronto como se transmita la solicitud de enlace militar.