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XI

Ari volvió a casa en el autobús, a pesar de la cortísima distancia, y discutió con el tío Denys hasta que él la dejó caminar desde la puerta principal, de la mano, con el otro brazo en cabestrillo, pero después del viaje, todo aquello era más largo de lo que podía soportar, pensó. Se le doblaban las rodillas y estaba sudando debajo de la blusa y tuvieron que cortar la tela para ponerle el yeso.

No iba a salir en camisón frente a todo el mundo. Iba a caminar, claro. Estaba decidida.

Pero se sintió muy feliz de volver al apartamento del tío Denys y ver a Nelly, y a Catlin y a Florian, todos preocupados y contentos de verla. Hasta Seely parecía feliz.

Ari sintió que iba a llorar por lo feliz que estaba de verlos. Pero no lo hizo. Dijo:

—Quiero ir a mi cama. —Y el tío Denys la llevó mientras Nelly daba vueltas alrededor. No le quedaban fuerzas.

Nelly había abierto la cama. Poca-cosa estaba allí, en su lugar correspondiente. Las almohadas estaban bien ahuecadas. Se sintió muy cómoda cuando se quedó quieta, en la cama.

—Déjame ayudarte con la ropa —sugirió Nelly.

—No —dijo ella—, quiero descansar un poco, Nelly. Y el tío Denys admitió que era una buena idea.

—Tengo sed, Nelly —dijo ella, mientras el tío Denys se iba—. Quiero a Florian y a Catlin.

Así que Nelly salió y al cabo de un momento entraron Florian y Catlin, muy callados, muy serios, con la bebida.

—Estamos muy tristes —dijo Florian. Y lo dos parecían desgraciados.

Habían estado con ella en el hospital. Los dos se habían asustado mucho, se habían quedado con ella y parecía que iban a saltar al cuello de cualquiera que pareciera sospechoso. Pero finalmente tuvieron que irse a casa, porque ella lo ordenó, el tío Denys le aconsejó que lo hiciera, que estaban muy asustados y tristes y necesitaban descansar. Así que ella se despertó el rato suficiente para decirles que no había sido culpa de ellos y que se fueran a casa.

Volveré dentro de un rato, les prometió.

Y volvió.

El doctor Ivanov dijo que había tenido suerte de haberse roto sólo el brazo y no la cabeza .Y ella también comprendía que había tenido suerte. Seguía viendo el cielo y el suelo y sintiendo el golpe en los huesos.

El tío Denys también le dijo que había tenido suerte, que el caballo pudo haberla matado, y estaba muy, muy enfadado y preocupado.

Era verdad. Pero ella le dijo al tío Denys que no había sido culpa del caballo, simplemente se movió un poco.

—El caballo está bien, ¿verdad? —había preguntado.

—Sí, está muy bien —aseguró el tío Denys—. Muy bien. Tú eres la que nos preocupa.

Eso era agradable. La gente no era así en general. El doctor Ivanov se mostró amable con ella, las enfermeras le dieron refrescos sin alcohol, Florian y Catlin se quedaron con ella hasta que Ari los mandó a casa. La única cosa que no había conseguido era al tío Giraud: el tío Giraud no había ido a verla, pero de todos modos estaba demasiado cansada para quererlo cerca, era demasiado esfuerzo.

Ahora Florian y Catlin habían vuelto y ella estaba a salvo en su cama y realmente se sentía, como al margen de todo. Tranquila. Estaba contenta de que la gente se portara bien con ella, no porque no pudiera Trabajarlos sino porque estaba cansada y eso significaba mucho, mucho trabajo, y ahora quería quedarse ahí y que no le doliera un rato, después de haber bebido un poco.

—No es culpa vuestra —dijo a Florian y Catlin—. Fue idea mía, ¿no?

—No deberíamos haberla dejado, sera —murmuró Florian.

—Claro que sí —atajó ella, frunciendo el ceño muy rápido—. Vosotros hacéis lo que yo os digo. ¿No?

—Sí —dijo Catlin después de un momento—. Sí. Los dos parecieron más conformes después de eso.

Durmió toda la tarde con el brazo levantado como había dicho el doctor Ivanov para que no se le hinchara la mano. No creía que fuera a dar resultado porque siempre daba muchas vueltas cuando dormía, pero sí funcionó: se durmió, se despertó una vez cuando Nelly le trajo una pastilla y siguió durmiendo porque era su cama y su habitación, y las píldoras hacían que no le doliera y también le daban somnolencia.

Pero Nelly la despertó para la cena y tuvo que comer con la mano izquierda. El doctor Ivanov le había explicado cosas sobre la dominancia izquierda-derecha y le había dicho que no tenía que escribir hasta que le sacaran el yeso, pero que podía hacer cualquier otra cosa. El doctor Ivanov dijo que debía tener un Anotador que la ayudara con las lecciones, y a ella le gustó la idea.

Le dijo que tendría el yeso puesto durante tres semanas porque había hecho toda una serie de cosas para que se curara rápido, y que le iba a quedar como nuevo. Dijo que después tendría que hacer ejercicios para que el brazo se le pusiera fuerte otra vez. Ella estaba de acuerdo con eso. Tener un brazo roto era una aventura, pero no quería que fuera permanente.

Resultaba interesante tener el yeso y todo, y que todos estuvieran pendientes de ella. La forma en que cambiaba la gente cuando estaba preocupada era interesante. Pensó mucho en eso cuando se despertó.

Cenó, cosas que podía comer con los dedos, y quería que Florian y Catlin se quedaran en su habitación, porque ahora estaba despierta. Pero el tío Denys entró y le dijo que podían ir al cabo de un ratito, pero que en ese momento quería tener una charla con ella.

—No quiero —dijo ella e hizo un puchero, porque realmente le dolía y no era justo, el tío Denys se había portado bien todo el día y ahora todo se iba a poner al revés antes de que ella estuviera lista para eso, lo veía venir.

—No muy larga —insistió el tío Denys y cerró la puerta—. Y ni siquiera voy a mencionar que fuiste a la ciudad.

Eso no era lo que ella esperaba. Así que se sintió curiosa e incómoda al mismo tiempo, mientras Denys acercaba la silla de Nelly: estaba contenta de que su tío no se sentara en la cama porque allí estaba muy cómoda y él era tan grande...

—Ari —empezó Denys, inclinándose hacia delante, con los codos sobre las rodillas y la cara de preocupación—, Ari, quiero contarte por qué todos nos pusimos tan nerviosos, pero no es porque hayas ido a la ciudad: es por lo importante que eres y porque hay gente, gente que tal vez quiera hacerte daño si entran en Reseune. Por eso asustaste tanto a Seguridad.

Eso era serio. Tenía mucho sentido. Explicaba la presencia de Seguridad en las clases y el hecho de que ella fuera la única chica que conocía que tenía dos azi de Seguridad por compañía. Ari estaba interesada y asustada, porque las explicaciones de tío Denys tuvieran que ver con todo.

—¿Y quiénes son?

—Gente que habría hecho daño a tu predecesora si hubiera podido. ¿Sabes por qué ponen una R en un número CIUD?

—Porque son Replicantes.

—¿Sabes lo que significa? Ella asintió, convencida.

—Quiere decir que son mellizos de sus propias mamas y papas.

—¿Cualquier tipo de mellizos?

—No. Idénticos.

—Idénticos hasta en el grupo genético, ¿de acuerdo? Ella asintió.

—Tú no tienes una R en tu número. Pero podrías tenerla.

Eso la confundía. Y la asustaba. No tenía sentido.

—Presta atención, Ari. No lo pienses. Deja que yo te guíe en esto. Tu mamá, Jane Strassen, tenía una gran amiga, que murió, que murió de repente. Reseune iba a hacer otra como ella, eso significa que iba a hacer un bebé. Jane dijo que ella quería ese bebé, que quería criarlo ella misma, para ella, porque no quería que el bebé fuera de otra. Lo hizo por su amiga, que había muerto. Y cuando tuvo el bebé, lo amó tanto que ya fue suyo. ¿Entiendes, Ari?

Ari sentía un nudo muy frío en la garganta. Tenía frío, frío en todo el cuerpo, hasta la punta del cabello.

—¿Entiendes, Ari? Ella asintió.

—Jane es tu mamá. Eso es así, nada puede cambiarlo, nunca, Ari. Una mamá es alguien que te ama y te cuida y te enseña como hizo Jane.

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