—¿Por qué me dejó?
—Porque tenía que hacer algo que sólo ella podía hacer. Porque, después de Ari misma, Jane Strassen era la única que podía hacerlo. Y además, Jane tenía otra hija, una hija mayor, llamada Julia, que estaba muy celosa del tiempo que tú le restabas, y Julia tenía una hija también, Gloria Strassen, de tu misma edad. Julia hizo que las cosas fueran muy difíciles para tu mamá porque se puso muy tozuda y se la asignó a Fargone también. Tu mamá tuvo que ocuparse de su propia hija y de su nieta, porque estaban muy celosas y disgustadas porque ella quería ser tu mamá. No quería irse, pero no tuvo más remedio. Así que fue a Fargone y las llevó con ella porque no quería dejarlas aquí, donde podían ser malas contigo. Me dijo que te cuidara, me dijo que volvería si podía, pero está muy lejos, Ari, y la salud de tu mamá no es muy buena. Es bastante vieja, ya lo sabes, y ahora volver sería muy peligroso para ella. Por eso se fue y por eso sabía que tal vez no iba a poder volver; todo lo que hizo fue por esa amiga muerta, en realidad. Y sabía que tendría que irse antes de que fueras mayor. Al principio pensó que sería fácil. Pero después se convirtió en tu verdadera mamá y te quiso no sólo por la Ari que murió, sino porque tú eres Ari, y tú eres tú, y te quiere por eso. Eso es todo.
Las lágrimas rodaron por la cara de Ari. Ni siquiera supo que estaba llorando hasta que las sintió. Luego movió el brazo herido para secárselas y tuvo que usar la otra mano, y eso la avergonzó.
—No puede tenerte con ella en Fargone —continuó el tío Denys— porque, primero, tiene a Julia y a Gloria allí. Segundo, porque tú eres tú, eres Ari, y tu madre genética era quien era, y porque tienes enemigos. Aquí puedes crecer segura. Hay maestros para enseñarte, y gente que te cuidará bien..., no siempre la mejor, sé que no soy el mejor para criar a una niña, pero lo intento, Ari. Pensé que había llegado el momento de que te explicara algunas cosas porque ya eres mayor y puedes pensar en ir a lugares sola, eso es evidente, ¿no? Tal vez te encontraras con gente que te diría accidentalmente cosas que no debías oír, y no quería que te enteraras de todo esto por boca de un extraño de la ciudad. Por nada del mundo. Mucha gente sabe quién eres y ya eres mayor y te pondrás a hacer preguntas, como por qué tu nombre es Emory y no Strassen, por ejemplo.
Ari odiaba que la hicieran quedar como una tonta. Y ahora se sentía muy estúpida. Claro que la gente tenía nombres diferentes, mucha gente tenía nombres distintos. Ella había pensado que era el nombre de la persona con la que mamá había querido hacer el bebé.
Uno se mete en problemas si se pone a pensar por qué las cosas son como son y por qué los mayores no quieren explicarlas.
¿Por qué no puedo ser Strassen?, recordaba haber preguntado a mamá.
Porque eres Emory, había dicho mamá, por eso. Yo soy Strassen. Piensa en Tommy Carnath. Su mamá es Johanna Morley. Los mayores saben todo esto.
De pronto sintió que se le revolvía el estómago y se sintió sudada y fría.
—Por favor —dijo—, tío Denys, voy a vomitar. Llama a Nelly.
Denys la llamó enseguida. Y Nelly le descolgó el brazo del gancho y la llevó al baño, donde estuvo mareada mucho rato, pero no pasó nada. Quería seguir así, porque le dolía adentro y afuera.
Nelly le dio un vaso de jarabe para el estómago y era horrible pero se lo tomó. Luego se sintió un poco mejor, y se acostó contra la almohada mientras Nelly le acariciaba la cara y el cabello mucho rato y se preocupaba por ella.
Nelly era siempre la misma. Nelly se comportaba siempre igual. Pensaba que era cierto, que su mamá todavía era su mamá, pero no estaba segura de quién era ella misma. Quería descubrirlo. El tío Denys lo sabía y ella quería preguntárselo, pero en realidad no estaba segura de querer hacerlo, no ahora.
El tío Denys volvió, finalmente, y le palmeó el hombro, el hombro sano.
—¿Estás bien, cariño? ¿Vas a estar bien?
Mamá la llamaba cariño. El tío Denys no, nunca hasta ahora. Ari se mordió el labio hasta que le dolió más que todo lo demás.
—¿Ari?
—¿Qué otras cosas iba a notar yo?
—Que había una mujer muy famosa en Reseune que se llamaba como tú —respondió el tío Denys y se levantó y Nelly volvió y sacó algo de la mesa de luz y lo llevó al baño—. Que te pareces a ella de niña y verías las fotos de ella en las cintas que tienes que estudiar. Era muy inteligente, Ari, más inteligente que nadie. No era tu mamá. No eres su hija. Eres algo más cercano que eso. No sabemos cuánto, pero eres una niña extraordinaria, y Jane está muy orgullosa de ti.
Le dio palmaditas en el hombro. Nelly había vuelto de nuevo y se había ido. Ahora él se levantó otra vez. A ella no le importó. Todavía estaba pensando y era como si tuviera el cerebro lleno de serrín.
—Ari, voy a hacer que Florian y Catlin se queden contigo toda la noche, si quieres. Te gustaría, ¿verdad? Ella no sabía si iba a contarles a Florian y a Catlin que había sido tan estúpida. No dejarían de quererla: eran sus azi, y no tenían más remedio que quererla. Pero iban a sentirse mal. Iban a sentirse mal porque ella se sentía mal. Así que se pasó la mano izquierda por la cara y trató de dejar de lloriquear.
—¿Ari?
—¿Nelly lo sabe?
—Sí. Nelly no lo entiende, pero lo sabe, siempre lo ha sabido.
Eso la hizo enfurecerse con Nelly.
—Nelly era de tu mamá, Ari. Tu mamá le puso un gran peso en las espaldas cuando se lo contó todo y le ordenó que guardara el secreto. Nelly es muy leal a tu mamá. Así que guardó el secreto.
—Ollie también lo sabía.
—Ollie lo sabía. ¿Quieres que Florian y Catlin vengan a pasar la noche? Pueden poner unas camas cerca de la pared. No creo que les importe.
—¿Lo saben?
—No. Sólo la gente de tu mamá lo sabía. Ellos son tuyos.
Ari se sintió mejor por eso. Al menos ellos no se habían estado riendo de ella.
—¿Amy Carnath lo sabe?
El tío Denys frunció el ceño y lo pensó un poco.
—¿Qué más te da que Amy lo sepa o no lo sepa?
—Porque sí —le ladró ella.
—Ari, yo estoy a cargo de tu educación. Tu mamá y yo estuvimos de acuerdo en que hay ciertas preguntas que no voy a contestarte porque tú tienes que encontrar la respuesta sola. A veces, quizá te enfades conmigo, pero tengo que cumplir con lo que le prometí a tu mamá. Eres muy inteligente. Tu mamá espera que descubras sola algunas cosas, como la primera Ari, porque sabe lo lista que eres para eso. Es parte de tu crecimiento. Muchas veces me preguntarás cosas y yo te diré que debes encontrar la respuesta sola, porque tú eres la que quiere esa respuesta. Recuerda esto: lo que le preguntas a alguien dice mucho de ti misma. Piensa en eso, Ari.
Y cerró la puerta.
Ari lo pensó. Y pensó que tal vez el tío Denys estaba haciendo lo que había dicho mamá; y tal vez no. Era difícil decidirlo cuando la gente podía mentir sobre lo que había dicho mamá.
O hasta sobre lo que ella misma era en realidad.
Al cabo de un ratito, llegaron Florian y Catlin, muy serios, muy formales.
—Ser Denys dice que usted tiene órdenes para nosotros —dijo Catlin.
Ari hizo que su cara fuera como la de un azi, callada, quieta. Tenía las pestañas todavía húmedas. Pensaba que tenía la nariz roja. Enseguida se darían cuenta, pero ella no podía impedirlo, tenían que estar cerca de ella.
—Primero tengo que deciros una cosa. Sentaos en la cama. He descubierto algunas respuestas.
Se sentaron, en una punta, con mucho cuidado para no hacerle daño.
—Primero —empezó Ari—, el tío Denys dice que no soy del grupo genético de mamá, que soy una R de otra persona que era amiga de mamá. Que mamá tenía una hija adulta y una nieta de las que nunca me contó nada, y que Nelly y Ollie estaban al corriente de todo esto. Pero hay muchas cosas que no quiere explicarme. Dice que debo descubrirlas yo sola. —Hizo un gesto con los dedos para indicar que uno de ellos tenía que acercársele a escuchar. Pero no podía hacerlo con la mano derecha. Así que fue Florian quien se acercó y puso el oído frente a su boca—. Tal vez el tío Denys me esté Trabajando. No lo sé. No sé por qué querría Trabajarme, a menos que sea porque Giraud es su hermano. Pásaselo a Catlin.