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"Si hubiera una oportunidad para dormir los días feriados... pero tenemos que arrastrarnos a la demostración...¡"

Dyrsin se iba helando a medida que leía esta carta. Puso la palma de su mano en la frente y la frotó como si estuviera tratando de levantarse.

—Bien. ¿La leyó? No parece estar leyendo. Usted es una persona adulta, alfabeta. Ya ha estado preso, usted comprende qué tipo de carta es esa. Durante la guerra se aplicaban sentencias por cartas semejantes. Una demostración... es una alegría para todo el mundo... ¿Y para ella? ¿Carbón? El carbón no es sólo para los jefes sino para todos los ciudadanos; hacen "cola" para obtenerlo, ¡por supuesto! Considerando todo eso, no sabía si darle esa carta o no, pero luego llegó una tercera del mismo, tenor. Y decidí que todo debe terminar. Tiene que terminarlo usted mismo. Escríbale algo en tono optimista... usted sabe... dándole ánimos, préstele alguna ayuda a esta mujer. Dígale que no debe quejarse, que todo saldrá bien. Verá, se han hecho ricos, han recibido una herencia. Léala.

Las cartas estaban en orden cronológico. La última tenía fecha 8 de diciembre:

"¡Querido Vanya!

"Voy a darte una noticia triste. El 26 de noviembre de 1949 a las 12.5 murió abuela. Murió y no teníamos un kopeck. Felizmente, Misha nos dio 200 rublos, y todo era barato, pero, por supuesto, el funeral fue muy pobre. Sin sacerdote. Sin música. Al féretro lo llevaron en una carreta al cementerio y lo pusieron en la sepultura. Ahora las cosas están un poco más tranquilas en casa, pero hay una especie de vacío. Yo estoy enferma, traspiro mucho de noche, y empapo las almohadas y las sábanas. Una gitana predijo que moriría este invierno, y me alegrará liberarme de semejante vida. Parece que L.V. está tuberculosa. Tose y tiene sangre en la garganta. Cuando vuelve del trabajo empiezan las maldiciones... es malévola como una bruja. Ella y Mamyushka me están volviendo loca. Soy una persona arruinada... otros cuatro dientes se me han estropeado y dos se me han caído. Tendría que hacerme poner postizos pero no tengo dinero y además hay que hacer cola también para eso.

"Tu salario de tres meses, 300 rublos, llegó justamente cuando lo necesitábamos; comenzábamos a helarnos. Nos estaba llegando el turno en el depósito... yo era N° 4.576, y sólo dieron polvo de carbón. Bien, ¿para qué llevarlo? Mamyushka agregó, 200 rublos de ella a los 300 tuyos y le pagamos a un hombre que nos trajo algo de carbón en grandes trozos. Pero nuestras papas no durarán hasta la primavera. Dos huertas, ¿puedes imaginarlo... y no cosechamos nada. Sin lluvia. Sin cosecha.

"Hay constantes disputas con los niños. Valery sigue fracasando en la escuela... saca 2 y 1... y después de la escuela pierde tiempo sabe Dios dónde. El director la citó a Mamyushka... ¿qué clase de madre es usted que no puede manejar a sus hijos? Y Zhenka, de seis años... los dos blasfeman como carreteros; en una palabra, son un desastre. ¡Todo mi dinero va a parar a ellos, y Valery hace poco me maldijo llamándome perra, ¡y tengo que oír eso de un niño tan inservible!. ¿Qué será cuando crezcan? Dicen que en mayo recibiremos la herencia, y que nos costará 2.000 rublos. ¿Dónde lo conseguiremos? Yelena y Misha están yendo a los tribunales... quieren quitarle la habitación de la abuela a L. V. ¡Cuántas veces en la vida abuela les dijo que no quería decidir quién recibiría qué! Misha y Yelena también están enfermas.

"Te escribí en el otoño, sí creo que hasta dos veces, ¿será que no te llegan las cartas? ¿Se habrán perdido?

Te adjunto una estampilla de 40 kopecks. ¿Qué es lo que se dice por allá? ¿Te van a libertar o no?

"En la tienda se vende una batería de cocina muy bonita, sartenes y tazones de aluminio.

"Te beso y te deseo salud."

Una gota que se derramó sobre la carta disolvió la tinta.

Nuevamente era imposible decir si Dyrsin todavía estaba leyendo o si había terminado.

—Así que... —preguntó Myshin—, ¿está todo claro? Dyrsin no se movió.

—Contéstele. Una respuesta alegre. Le permitiré más de cuatro páginas. Usted le escribió cierta vez que debía creer en Dios. Bien, será mejor que crea en Dios... ¿por qué no? De otra manera ¿qué es todo esto? ¿Adonde lleva? tranquilícela, dígale que usted volverá pronto. Que va a recibir buenos salarios.

—¿Pero en verdad me dejarán volver a casa? ¿No me exiliarán?

—Eso depende de las autoridades. Su obligación es ayudar a su esposa. Después de todo, es la compañera de toda su vida. — El Mayor guardó silencio durante un momento.— O, quizás usted desee ahora una mujer joven —sugirió con comprensión.

El Mayor no hubiera permanecido sentado allí tan tranquilo si hubiera sabido que afuera en el corredor, loco de impaciencia por verlo, saltando de un pie a otro, estaba su informante favorito, Siromakha.

EL REY DE LOS INFORMANTES

En esos raros momentos en que Arthur Siromakha no estaba absorbido por la lucha por la existencia, cuando no estaba haciendo un esfuerzo por complacer a las autoridades o por trabajar, cuando se relajaba de su constante tensión parecida a la del leopardo, se convertía en un joven marchito, con un cuerpo bastante esbelto, el rostro de un actor agotado, y los ojos azul grisáceos empañados, humedecidos con un velo de tristeza.

Cierta vez dos hombres perdieron el control y llamaron "informante" a Siromakha. Pronto los dos habían sido trasladados al campo de concentración y nadie volvió a decírselo en voz alta. Los zeks le temían. Después de todo, a ninguno se le permitió jamás confrontar y desafiar al informante que lo acusaba, quizá de preparar una huida... de terrorismo... o de revuelta. El prisionero no se entera. Le dicen que reúna sus cosas. ¿Lo envían a un campo de concentración?.¿Lo llevan a una prisión especial para ser investigado...?.

Es una característica humana, ampliamente explotada en todo tiempo, que cualquier hombre, mientras tiene esperanza de sobrevivir, mientras cree que sus problemas tendrán una solución favorable y mientras todavía tiene la oportunidad de desenmascarar la traición o de salvar a alguien sacrificándose, continúa aferrado a los lastimosos restos de consuelo y permanece silencioso y sumiso. Cuando ha sido encarcelado y destruido, cuando ya no tiene nada más que perder, y está, en consecuencia, preparado, ansioso para una acción heroica, su cólera tardía sólo puede golpearse contra las paredes de piedra de la celda de confinamiento solitario. Entonces, también el hálito de la sentencia de muerte lo deja indiferente a los asuntos terrenos.

Así ciertos zeks, sin dudar de que Siromakha era un informante, consideraban menos peligroso ser amigo de él, jugar al volleyball, hablar con él de mujeres que tratar de desenmascararlo en público, o de atraparlo mientras hacía una denuncia. Esa era la forma en que también se manejaban con los otros informantes. Como resultado de todo esto, la vida en la sharashkaparecía pacífica cuando, en realidad, en todo momento, se desarrollaba una mortal lucha subterránea.

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