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– ¿Y a quién mandas?

Don Camilo, siempre en silencio, mira para Tanis Perello y éste se levanta, se destoca y se santigua.

– Que Nuestro Señor el Apóstol Santiago y nuestro pariente el santo Fernández me ayuden. Amén. Cuando oigáis una bomba de palenque es que ya está.

La reunión se disuelve poco a poco y en orden, los tres Marvises de Briñidelo salen enseguida y a caballo porque tienen que ir hasta muy lejos, don Baltasar y don Eduardo se llegan a dormir a Lalín, a casa de su medio pariente el cura Freixido, van en automóvil, hace muy mala noche, es mejor porque marea menos la guardia civil pidiendo el salvoconducto, don Camilo se va con tío Evelio Xabarín, el artillero Camilo duerme en casa de Raimundo el de los Casandulfes y los tres Gamuzos forasteros pasan la noche con su hermano Tanis, se arreglan bien y ninguno habla más de lo debido, los únicos que quedan en casa de la señorita Ramona son Moncho Preguizas, al que falta una pierna, y Marcos Albite, al que faltan las dos, la noche está muy dura para andar los cojos por el monte; Catuxa Bainte duerme acurrucadita en el portal, y sobre la casa de la señorita Ramona se posa de repente una paz hondísima y silenciosa. Don Camilo, antes de marchar, dejó una orden para el crego Ceferino Gamuzo, el pescador Furelo, San Pedro también había sido pescador.

– Que diga una misa por el alma de quien yo me sé. Y que no pregunte lo que tiene la obligación de adivinar, que calle como un muerto.

– Sí, don Camilo.

Sobre la casa de la señorita Ramona y también sobre los hombres y las mujeres baja una niebla que va borrando, una a una, todas las palabras que se dijeron y que aún flotaban en el aire, la memoria no resiste la prueba de la niebla, es mejor así.

– ¿Hablamos mañana?

– Bueno, mejor pasado, mañana tengo que ir a Carballiño.

– Dicen que San Ramón Nonato es el patrono de gariteros y barateros, tahúres, dancaires y otras suertes golfas.

– ¿Y eso por qué será?

– ¡Vaya usted a saber!

No se puede acusar a Cabuxa Tola de haberse acostado con quien fuera, usted sabe quién le mamó las tetas a Cabuxa Tola pero no pronuncie su nombre, cada uno hace lo que le dejan y eso a nadie le tiene que preocupar, eso de si se acostó con éste o con el otro no importa más que a ella misma, todas las mujeres tienen derecho a revolcarse con quien quieran y les dé la gana. ¿Que ése es un hijo de puta? Bueno, puede ser, hijos de puta hay muchos, pero eso es lo mismo.

– ¿Tú crees que Cabuxa Tola se atrevería a hacer las cochinadas con un jabalí?

– ¿Y a ti qué más te da?

– Llueve sin parar desde el día de San Ramón Nonato, que tiene una timba en Carballiño, en la carretera de Ribadavia, el día menos pensado los va a coger la guardia civil y van a acabar todos en la cárcel.

– Usted dispense, el de la timba de la carretera de Ribadavia no es San Ramón Nonato, sino San Macario, no hay que confundir.

– Bueno, es igual, todo queda entre santos.

Llueve seguido y sin ninguna prisa sobre la yerba y las tejas y los cristales, llueve pero no hace frío, quiero decir mucho frío, si supiera tocar el violín me pasaría las tardes tocando el violín, si supiera tocar la armónica me pasaría las mañanas y las tardes tocando la armónica, si supiera tocar el acordeón me pasaría las mañanas y las tardes y las noches, vamos, me pasaría la vida entera tocando el acordeón, Gaudencio toca el acordeón mejor que nadie, como no sé tocar ni el violín ni la armónica ni el acordeón, como no sé tocar nada, podía haberme muerto de niño sin que me tuvieran que llorar demasiado, me paso las tardes haciendo las porquerías con quien puedo, por las mañanas y por las noches estoy más distraído, a veces no puedo hacer las porquerías con nadie pero es igual, para eso tengo dos manos, los hombres tienen que conformarse con lo que el destino disponga porque está ya todo escrito incluso antes de que lleguemos al mundo. Don Samuel Iglesias Moure es dueño de una cerería en la calle del Padre Feijoo, don Samuel parece de cera y su señora lo mismo, la gente le llama Celestial, algunas tardes don Samuel va por casa de la Parrocha a solazarse y a escuchar un poco el acordeón, lo que no tiene suerte es con las piezas, a él le gusta mucho una mazurca que Gaudencio toca muy poco.

– ¿Por qué no la interpreta de vez en cuando?

– ¿Y a usted qué más le da?

Celestial suele acostarse con Marta la Portuguesa, le gusta contarle trolas.

– Como es tetona produce mucho descanso y satisfacción, las portuguesas son muy consideradas.

– Sí, señor, todo el mundo lo dice. Y muy respetuosas.

– Eso es bien cierto.

Don Servando pasa antes que don Samuel, don Servando no tiene que aguardar turno porque es diputado provincial, don Samuel, a Marta la Portuguesa, le lleva de regalo una vela rizada.

– ¿Quieres que la prendamos?

– No, prefiero llevársela nueva al Santo Cristo de la Sangre, aguarda a que me desnude y me lave un poco la conacha, ya tendrás tiempo.

Don Servando siempre trató a patadas a Eutelo o Cirolas, en cambio con don Samuel solía estar muy amable.

– No es difícil distinguir, don Samuel es un caballero, un poco pálido pero un caballero, y su esposa, doña Dorita, es una verdadera dama, doña Dorita es provisora del ropero de los pobres, son muy buena gente, de muy honestas y arraigadas costumbres y de toda confianza.

Don Isaac es hermano de don Samuel, don Isaac es fideero, sus macarrones marca El Vesubio son famosos en toda Galicia, don Isaac salió maricón, eso es cosa de nacimiento y le puede pasar a cualquiera, a usted o a mí sin ir más lejos, pero lo lleva con dignidad, jamás le sorprendieron propasándose con nadie, a don Isaac Iglesias Moure le llaman Filtiré, don Isaac toca el armónium en Santa María la Madre y en otros lados si lo llaman para alguna boda, en su casa don Isaac tañe la lira, instrumento al que arranca muy bellos y melodiosos arpegios, la casa de don Isaac Filtiré está presidida por un busto del Papa Pío X en escayola de colores, carmesí, oro, azul, color carne, etc., el Papa queda mismo encima de la lira y sobre una rinconera con la bandera española.

– Mi hermano es un verdadero artista, un artista de cuerpo entero y muy bien dotado para la música, para mí que acabó maricón a fuerza de darle al sentimiento.

– Puede, no le digo que no, a veces pasa.

Lo más seguro es que al molinero Lucio Mouro lo matara el mismo que a los otros dos.

– ¿Quién?

– ¡Calla, coño! ¿Es que no lo sabes?

– Dispense, estaba distraído.

A Lucio Mouro le dieron un tiro en la espalda y otro en la cabeza, llevaba una flor en la gorra de visera cuando lo mataron, la flor que dicen botón de oro.

– ¿Te acuerdas, Catuxa, de lo bueno que era?

– ¿Y no me he de acordar?

Rosicler tenía diez años, a lo mejor no los había cumplido aún, cuando se la meneó por vez primera al mono Jeremías.

– ¿Y eso a qué viene ahora?

– No sé, las cosas conviene saberlas.

– Sí, eso también es cierto.

– Y además se revuelven en la cabeza sin avisar.

Rosicler, cuando descubrió que los monos tenían el pipí como los hombres sólo que en pequeño, se puso muy contenta.

– Se lo he de decir a Moncha, lo más seguro es que ya lo sepa.

Al cerero Celestial, o sea don Samuel Iglesias Moure, un día que se acercó a la aldea a hacer un encargo, lo sorprendieron revolcándose con la parva de Martiñá en el faiado de casa de Marcos Albite.

– ¿Y tú cómo te dejaste, Catuxa, desgraciada?

– Pues ya ve, vine a lavarle al señor Marcos la lata de los meos y don Samuel me dio una peseta y se sacó el carallo.

– ¿Así, sin más ni más?

– Sí, señor, así, sin más ni más. Yo le dije, toma, toma, que todo se lo ha de comer la maldición, oh apóstol glorioso, San Judas Tadeo, que de Babilonia fuiste el rey primero, haz que los dolores de mi corazón se vuelvan en gozo con esta oración, y entonces él me tumbó en la paja.

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