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Dios suspiró y, en el tono monocorde de quien ha preferido adormecer la piedad y la misericordia, comenzó la letanía, por orden alfabético, para evitar problemas de precedencias, Adalberto de Praga, muerto con una alabarda de siete puntas, Adriano, muerto a martillazos sobre un yunque, Afra de Ausburgo, muerta en la hoguera, Agapito de Preneste, muerto en la hoguera, colgado por los pies, Agrícola de Bolonia, muerto crucificado y atravesado por clavos, {águeda de Sicilia, muerta con los senos cortados, Alfegio de Cantuaria, muerto de una paliza, Anastasio de Salona, muerto en la horca y decapitado, Anastasia de Sirmio, muerta en la hoguera y con los senos cortados, Ansano de Sena, a quien arrancaron las vísceras, Antonino de Pamiers, descuartizado, Antonio de Rívoli, muerto a pedradas y quemado, Apolinar de Rávena, muerto a mazazos, Apolonia de Alejandría, muerta en la hoguera después de arrancarle los dientes, Augusta de Treviso, decapitada y quemada, Aura de Ostia, muerta ahogada con una rueda de molino al cuello, {áurea de Siria, muerta desangrada, sentada en una silla forrada de clavos, Auta, muerta a flechazos, Babilas de Antioquía, decapitado, Bárbara de Nicomedia, decapitada, Bernabé de Chipre, muerto por lapidación y quemado, Beatriz de Roma, estrangulada, Benigno de Dijon, muerto a lanzazos, Blandina de Lyon, muerta a cornadas de un toro bravo, Blas de Sebaste, muerto por cardas de hierro, Calixto, muerto con una rueda atada al cuello, Casiano de {ímola, muerto por sus alumnos con un estilete, Cástulo, enterrado en vida, Catalina de Alejandría, decapitada, Cecilia de Roma, degollada, Cipriano de Cartago, decapitado, Ciro de Tarso, muerto, niño aún, por un juez que le golpeó la cabeza en las escaleras del tribunal, Claro de Nantes, decapitado, Claro de Viena, decapitdo, Clemente, ahogado con un ancla al cuello, Crispín y Crispiniano de Soissons, decapitados, Cristina de Bolsano, muerta por todo cuanto se pueda hacer con muela de molino, rueda, tenazas, flechas y serpientes, Cucufate de Barcelona, despanzurrado, y al llegar al final de la letra C, Dios dijo, Más adelante es todo igual, o casi, son ya pocas las variaciones posibles, excepto las de detalle, que, por su refinamiento, serían muy largas de explicar, quedémonos aquí, Continúa, dijo Jesús, y Dios continuó, abreviando en lo posible, Donato de Arezzo, decapitado, Elifio de Rampillon, le cortarán la cubierta craneana, Emérita, quemada, Emilio de Trevi, decapitado, Esmerano de Ratisbona, amarrado a una escalera y muerto, Engracia de Zaragoza, decapitada, Erasmo de Gaeta, también llamado Telmo, descoyuntado por un cabrestante, Escubíbulo, decapitado, Esquilo de Suecia, lapidado, Esteban, lapidado, Eufemia de Calcedonia, le clavarán una espada, Eulalia de Mérida, decapitada, Eutropio de Saintes, cabeza cortada de un hachazo, Fabián, espada y cardas de hierro, Fe de Agen, degollada, Felicidad y sus Siete Hijos, cabezas cortadas a espada, Félix y su hermano Adauto, ídem, Ferreolo de Besancon, decapitado, Fiel de Sigmaringen, con una maza erizada de púas, Filomena, flechas y áncora, Fermín de Pamplona, decapitado, Flavia Domitila, ídem, Fortunato de {évora, tal vez ídem, Fructuoso de Tarragona, quemado, Gaudencio de Francia, decapitado, Gelasio, ídem más cardas de hierro, Gengulfo de Borgoña, cuernos, asesinado por el amante de su mujer, Gerardo de Budapest, lanza, Gedeón de Colonia, decapitado, Gervasio y Protasio, gemelos, ídem, Godeliva de Ghistelles, estrangulada, Goretti, María, ídem, Grato de Aosta, decapitado, Hermenegildo, hacha, Hierón, espada, Hipólito, arrastrado por un caballo, Ignacio de Azevedo, muerto por los calvinistas, estos no son católicos, Inés de Roma, desventrada, Genaro de Nápoles, decapitado tras lanzarlo a las fieras y meterlo en un horno, Juana de Arco, quemada viva, Juan de Brito, degollado, Juan Fisher, decapitado, Juan Nepomuceno, de Praga, ahogado, Juan de Prado, apuñalado en la cabeza, Julia de Córcega, le cortarán los senos y luego la crucificarán, Juliana de Nicomedia, decapitada, Justa y Rufina de Sevilla, una en la rueda, otra estrangulada, Justina de Antioquía, quemada con pez hirviendo y decapitada, Justo y Pastor, pero no éste aquí presente, de Alcalá de Henares, decapitados, Killian de Würzburg, decapitado, Léger de Autun, ídem, después de arrancarle los ojos y la lengua, Leocadia de Toledo, despeñada, Lievin de Gante, le arrancarán la lengua y lo decapitarán, Longinos, decapitado, Lorenzo, quemado en la parrilla, Ludmila de Praga, estrangulada, Lucía de Siracusa, degollada tras arrancarle los ojos, Magín de Tarragona, decapitado con una hoz de filo de sierra, Mamed de Capadocia, destripado, Manuel, Sabel e Ismael, Manuel con un clavo de hierro a cada lado del pecho, y otro clavo atravesándole la cabeza de oído a oído, todos degollados, Margarita de Antioquía, hachón y peine de hierro, Mario de Persia, espada, amputación de las manos, Martina de Roma, decapitada, los mártires de Marruecos, Berardo de Cobio, Pedro de Gemianino, Otón, Adjuto y Acursio, degollados, los del Japón, veintiséis crucificados, lanceados y quemados, Mauricio de Agaune, espada, Meinrad de Einsiedeln, maza, Menas de Alejandría, espada, Mercurio de Capadocia, decapitado, Moro, Tomás, ídem, Nicasio de Reims, ídem, Odilia de Huy, flechas, Pafnucio, crucificado, Payo, descuartizado, Pancracio, decapitado, Pantaleón de Nicomedia, ídem, Patroclo de Troyes y de Soest, ídem, Paulo de Tarso, a quien deberás tu primera iglesia, ídem, Pedro de Rates, espada, Pedro de Verona, cuchillo en la cabeza y puñal en el pecho, Perpetua y Felicidad de Cartago, Felicidad era la esclava de Perpetua, corneadas por una vaca furiosa, Pia de Tournai, le cortarán el cráneo, Policarpo, apuñalado y quemado, Prisca de Roma, comida por los leones, Proceso y Martiniano, la misma muerte, creo, Quintino, clavos en la cabeza y en otras partes, Quirino de Ruan, cráneo serrado por arriba, Quiteria de Coimbra, decapitada por su propio padre, un horror, Renaud de Dormund, maza de cantero, Reine de Alise, gladio, Restituta de Nápoles, hoguera, Rolando, espada, Román de Antioquía, lengua arrancada, estrangulamiento, aún no estás harto, preguntó Dios a Jesús, y Jesús respondió, Esa pregunta deberías hacértela a ti mismo, continúa, y Dios continuó, Sabiniano de Sens, degollado, Sabino de Asís, lapidado, Saturnino de Tolosa, arrastrado por un toro, Sebastián, flechas, Segismundo, rey de los Burgundios, lanzado a un pozo, Segundo de Asti, decapitado, Servacio de Tongres y de Maastricht, muerto a golpes con un zueco, por imposible que parezca, Severo de Barcelona, un clavo en la cabeza, Sidwel de Exeter, decapitado, Sinforiano de Autun, ídem, Sixto, ídem, Tarsicio, lapidado, Tecla de Iconio, amputada y quemada, Teodoro, hoguera, Tiburcio, decapitado, Timoteo de {éfeso, lapidado, Tirso, serrado, Tomás Becket, con una espada clavada en el cráneo, Torcuato y los Veintisiete, muertos por el general Muza a las puertas de Guimaräes, Tropez de Pisa, decapitado, Urbano, ídem, Valeria de Limoges, ídem, Valeriano, ídem, Venancio de Camerino, degollado, Vicente de Zaragoza, rueda y parrilla con púas, Virgilio de Trento, otro muerto a golpes de zueco, Vital de Rávena, lanza, Víctor, decapitado, Víctor de Marsella, degollado, Victoria de Roma, muerta después de arrancarle la lengua, Wilgeforte, o Liberata, o Eutropía, virgen, barbada, crucificada, y otros, otros, otros, ídem, ídem, ídem, basta. No basta, dijo Jesús, a qué otros te refieres, Crees que es realmente indispensable, Sí, lo creo, Me refiero a aquellos que no habiendo sido martirizados y muriendo de su muerte propia sufrieron el martirio de las tentaciones de la carne, del mundo y del demonio, y que para vencerlas tuvieron que mortificar el cuerpo con el ayuno y la oración, hay incluso un caso interesante, el de un tal John Schorn, que pasó tanto tiempo arrodillado rezando, que acabó criando callo. Dónde, En las rodillas, evidentemente, y también se dice, esto ahora va contigo, que encerró al diablo en una bota, ja, ja, ja, Yo, en una bota, dudó Pastor, eso son leyendas, para poder encerrarme en una bota tendría que tener la bota el tamaño del mundo, e incluso así, me gustaría ver quién habría por ahí capaz de calzársela y descalzársela después, Sólo con el ayuno y la oración, preguntó Jesús, y Dios respondió, También ofenderán al cuerpo con dolor y sangre y porquerías, y otras muchas penitencias, usando cilicios y practicando flagelaciones, habrá incluso quien se pase la vida entera sin lavarse, o casi, y habrá quien se lance en medio de las zarzas o se revuelque en la nieve, para domar las intemperancias de la carne suscitadas por el Diablo, a quien estas tentaciones se deben, que su objetivo es desviar a las almas del recto camino que las llevaría al cielo, mujeres desnudas y monstruos pavorosos, criaturas de la aberración, la lujuria y el miedo, son las armas con las que el Demonio atormenta las pobres vidas de los hombres, Todo esto harás, preguntó Jesús a Pastor, Más o menos, respondió él, me he limitado a tomar como mío todo aquello que Dios no quiso, la carne, con sus alegrías y sus tristezas, la juventud y la vejez, la lozanía y la podredumbre, pero no es verdad que el miedo sea mi arma, no recuerdo haber sido yo quien inventó el pecado y su castigo y el miedo que en ellos siempre hay, Cállate, interrumpió Dios, impaciente, el pecado y el Diablo son dos nombres de una misma cosa, Qué cosa, preguntó Jesús, La ausencia de mí, Y la ausencia de ti, a qué se debe, a haberte retirado tú, o a que se hayan retirado de ti, yo no me retiro nunca, Pero consientes que te dejen, Quien me deja me busca, Y si no te encuentra, la culpa, ya se sabe, es del Diablo, No, de eso no tiene él la culpa, la culpa la tengo yo, que no logro llegar al lugar donde me buscan, estas palabras las pronunció Dios con una punzante e inesperada tristeza, como si de repente hubiera descubierto límites a su poder. Jesús dijo, Continúa, Otros hay, siguió Dios, reanudando lentamente la conversación, que se retiran a descampados agrestes y hacen, en grutas y cavernas, en compañía de animales, vida solitaria, otros que se dejan emparedar, otros que suben a altas columnas y allí viven años y años seguidos, otros, la voz menguó, fue decayendo, Dios contemplaba ahora un desfile interminable de gente, millares y millares, millares de millares de hombres y mujeres, en todo el orbe, entrando en conventos y monasterios, algunos son construcciones rústicas, muchos, palacios soberbios, allí permanecerán para servirnos, a mí y a ti, de la mañana a la noche, con vigilias y oraciones, y teniendo todos ellos el mismo propósito y el mismo destino, para adorarnos y morir con nuestros nombres en la boca, usarán nombres distintos, serán benedictinos, bernardos, cartujos, agustinos, gilbertinos, trinitarios, franciscanos, dominicos, capuchinos, carmelitas, jesuitas, y serán muchos, muchos, muchos, ah, cómo me gustaría poder exclamar, Dios mío, por qué son tantos. En ese momento, dijo el Diablo a Jesús, Observa cómo, según lo que acaba de decirnos, hay dos maneras de perder la vida, una por el martirio, otra por la renuncia, no les bastaba tener que morir cuando llegara su hora, era necesario además que, de una manera o de otra, corrieran a su encuentro, crucificados, destripados, descuartizados, estrangulados, desollados, alanceados, corneados, enterrados, serrados, asaeteados, amputados, desgarrados, o si no, dentro y fuera de celdas, capítulos y claustros, castigándose por haber nacido con el cuerpo que Dios les dio y sin el cual no tendrían donde poner el alma, tales tormentos no los inventó este Diablo que te habla. Es todo, preguntó Jesús a Dios, No, aún faltan las guerras, también habrá guerras, Y matanzas, De matanzas estoy informado, podía incluso haber muerto en una de ellas, bien mirado fue una pena, no tendría ahora a mi espera una cruz. Llevé a tu otro padre al lugar donde era preciso que estuviera para poder oír lo que yo quise que los soldados dijesen, en fin, te salvé la vida, Me salvaste la vida para hacerme morir cuando te parezca y convenga, es como si me mataras dos veces, Los fines justifican los medios, hijo mío, Por lo que llevo oído de tu boca desde que aquí estamos, creo que sí, renuncia, clausura, sufrimientos, muerte, y ahora guerras y matanzas, qué guerras son esas, Muchas, un nunca acabar, pero sobre todo las que se harán contra ti y contra mí en nombre de un dios que todavía está por aparecer, Cómo es posible que esté por aparecer un dios, un dios, si realmente lo es, sólo puede existir desde siempre y para siempre, Reconozco que cuesta entenderlo, y no menos explicarlo, pero va a suceder como te estoy diciendo, un dios vendrá y lanzará contra nosotros, y los que entonces nos sigan, pueblos enteros, yo no tengo palabras bastantes para contarte todas las mortandades, las carnicerías, las matanzas, imagina mi altar de Jerusalén multiplicado por mil, pon hombres en lugar de los animales, y ni siquiera así entenderás por entero lo que fueron las cruzadas, Cruzadas, qué es eso, y por qué dices que fueron si aún están por ser, Recuerda que yo soy el tiempo, y que en consecuencia, para mí, todo lo que ocurrirá ha ocurrido ya, todo cuanto aconteció, está aconteciendo todos los días, Cuéntame eso de las cruzadas, Bueno, hijo mío, estos lugares donde ahora estamos, incluyendo Jerusalén y otras tierras hacia el norte y occidente, serán conquistadas por los seguidores de ese dios tardío del que te he hablado, y los nuestros, los que están de nuestro lado, harán todo por expulsarlos de los lugares que tú con tus pies pisaste y que yo con tanta asiduidad frecuenté, Para expulsar a los romanos, hoy, no has hecho mucho, Te estoy hablando del futuro, no me distraigas, Sigue, entonces, Añade que tú naciste aquí, aquí viviste y aquí moriste, Por ahora, todavía no he muerto, Para el caso es igual, acabo de explicarte que, desde mi punto de vista, lo mismo es acontecer que haber acontecido y, por favor, no me estés interrumpiendo siempre si no quieres que me calle de una vez por todas, Me callaré yo, Pues bien, estas tierras a las que en el futuro llamarán Santos Lugares, por el hecho de haber nacido, vivido y muerto tú aquí, no sería bueno que estvieran en manos de infieles, siendo la cuna de la religión que voy a fundar, motivo, como ves, más que suficiente para justificar que, durante unos doscientos años, grandes ejércitos vengan de occidente e intenten conquistar y conservar para nuestra religión la cueva donde naciste y el monte donde morirás, por hablar sólo de los lugares principales, Esos ejércitos son las cruzadas, Así es, Y conquistaron lo que querían, No, pero mataron a mucha gente, Y los de las cruzadas, Murieron otros tantos, incluso más, Y todo eso, en nuestro nombre, Irán a la guerra gritando Dios lo quiere, Y morirán gritando Dios lo quiso, Sería una bonita manera de acabar, Una vez más, no valió la pena el sacrificio, El alma, hijo mío, para salvarse, necesita el sacrificio del cuerpo, Con esas u otras palabras, ya lo había oído antes, y tú, Pastor, qué nos dices de estos futuros y asombrosos casos, Digo que nadie que esté en su perfecto juicio podrá afirmar que el Diablo fue, es o será culpable de tal matanza y de tantos cementerios, salvo si a algún malvado se le viene a la cabeza la ocurrencia calumniosa de atribuirme la responsabilidad de hacer nacer al dios que será enemigo de éste, Me parece claro y obvio que no tienes la culpa, y en cuanto al temor de que te atribuyan la responsabilidad, responderás que el Diablo, siendo mentira, nunca podría crear la verdad que Dios es, Pero entonces, preguntó Pastor, quién va a crear al Dios enemigo. Jesús no sabía responder, Dios, si callado estaba, callado quedó, pero de la niebla bajó una voz que dijo, tal vez este Dios y el que ha de venir no sean más que heterónimos, De quién, de qué, preguntó, curiosa otra voz, de Pessoa (Juego de palabras, “pessoa” en portugués significa "persona".

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