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CAPÍTULO 9

AYUDAR A OTROS A RECORRER EL CAMINO

El simple hecho de preguntar amorosamente a alguien que vive un duelo por una pérdida "¿qué pasó?", o el acercarse a quien acaba de perder a un ser querido para pedirle sin morbosidad que nos cuente cómo fue, permite al que está dolido revivir su experiencia y con ello facilita la integración de la pérdida aunque obviamente le sea muy doloroso contestar. Los amigos, familiares lejanos y vecinos que preguntan por ello con genuino interés y se quedan al lado del que vive la pérdida ayudan a dejar parte de la pesada carga de dolor y angustia para recorrer el camino de las lágrimas más liviano. Escuchar, acompañar, preguntar, estar…acciones que ayudan en el duelo. ¿Qué es ayudar en un duelo? El procedimiento es muy semejante al que el médico o la enfermera realizan cuando se limpia una herida: descubrir, higienizar, sacar restos inútiles de tejidos destruidos, ayudar a la cicatrización. Duele enormemente, sobre todo al principio, pero poco a poco disminuye el dolor y se aleja el riesgo de una complicación gracias al proceso de curación. El proceso de asistencia consiste en ayudar a los que elaboran un duelo para que puedan: 1… aceptar la pérdida. 2… expresar libremente el dolor propio de la aflicción. 3… reubicarse sin el difunto. 4… resituar emocionalmente al difunto en la vida del que se queda. Con este capítulo no pretendo forzarte a que quieras estar con tu amigo que llora una pérdida, lo que sí pretendo aportar son algunos datos probadamente útiles para que, si estás decidido a acompañarlo, tu ayuda sea más eficaz.

Si bien voy a referirme especialmente al duelo por la muerte de un ser querido, la mayoría de las pautas explicitadas abajo se corresponden absolutamente con las vivencias de quienes elaboran duelos por otro tipo de pérdidas (afectivas, materiales o espirituales). Creo que es importante empezar por saber que el duelo no es una enfermedad en sí mismo. Sin embargo, a pesar de esta certeza, podemos observar los siguientes datos: 90% de las personas sufren trastornos del sueño durante el duelo, 50% padecen seudoalucinaciones auditivas o visuales, 35% dicen tener algunos síntomas similares a los que condujeron al fallecido a su muerte, 10% de los parientes más cercanos y amigos íntimos enferman gravemente durante el primer año de duelo. Los suicidios y las muertes por accidentes son 14 veces más frecuentes entre los que han sufrido en el último año la pérdida de un ser querido que en la población general. Todos los que atraviesan un cambio importante están obligados, a pesar de sus turbulentas emociones, a adaptarse en varios niveles, reorganizando los sistemas de comunicación con el mundo (ya no está el otro para hacerlo), ajustando las reglas al funcionamiento del sistema (nada es igual, todo ha cambiado) y redistribuyendo los roles que antes estaban asignados de una manera ahora impracticable (de algunos me haré cargo personalmente y de otros deberá ocuparse alguien más), como condición para entrar en algún momento a la nueva realidad (la vida "sin"). Estos datos por sí solos nos obliga a darnos cuenta de cuán necesarios somos para nuestros amigos que se encuentran elaborando un duelo… Si bien la mejor herramienta para esta ayuda es el amor, cuánto mejor será nuestra presencia y acompañamiento si además de nuestros sentimientos y cuidados, fuéramos capaces de aportar la comprensión adicional que nos da tener algún conocimiento de lo que está sucediendo dentro del que pena y alguna herramientas para aliviar su dolor. Para poder acompañar saludablemente a un familiar o amigo que ha perdido algo o a alguien valioso es posible hacer muchas cosas, pero es necesario dejar de hacer algunas otras.

Transcribo aquí abajo una pequeña lista incompleta de algunas premisas importantes

Tener en cuenta las actitudes que no ayudan.

1… No le digas que lo comprendes si no pasaste por una situación similar.

2… No hagas lo que hace la gente "porque es lo que se acostumbra"

3… Decidite ayudar hasta donde tu corazón te pida y no hasta donde tu cabeza te exija. Nunca hagas lo que no querés hacer.

4… No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido.

5… No te empeñes en animarlo ni tranquilizarlo, posiblemente lo.que más necesita el otro es que lo escuches. 6… No le quites importancia a lo que ha sucedido hablándole de lo que todavía le queda.

7… No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva etapa en su vida. No es el momento.

8… Evita las frases hechas.

La incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada: "Tenés que olvidar" "Fue mejor así" "Dejó de sufrir" "El tiempo todo lo cura" "Mantenete fuerte por los niños" "Es la voluntad de Dios" "Es la ley de la vida" Dejar que se desahogue. Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia o el miedo frente a la muerte de un ser querido es el mejor camino que existe para cerrar y curar la herida por la pérdida. Estás equivocado si pensas que dejarlo llorar no sirve más que para añadir dolor al dolor. Estás equivocado si creés que ayudar a

alguien que sufre es distraerlo de su pesar. Es mediante la actualización y la expresión de los sentimientos que la persona en duelo se puede sentir aliviada y liberada. No temas nombrar y hablar de la persona fallecida por miedo a que se emocione. Si llora, no tenés que decir o hacer nada en especial, lo que más necesita en esos momentos es tu presencia, tu cercanía, tu compañía y tu afecto. Tampoco temas llorar o emocionarte con su llanto. No hay nada de malo en mostrar tu pena, en mostrar que a vos también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te duele ver a tu amigo o familiar en esa situación. Lo que más necesita el que está de duelo, por lo menos en estos momentos, es una oreja para poder hablar, un espacio para sentirse débil y un hombro para llorar. Esta es quizás la premisa más importante para recorrer el camino de las lágrimas con un ser querido: NUNCA interrumpas la expresión del dolor. Mucha gente corta intencionalmente las expresiones emocionales del otro con una supuesta intención de protegerlo de su sufrimiento pero ocultando (a veces sin siquiera saberlo) la verdadera intención: protegerse de sus propias emociones dolorosas.

Hablar del ser querido que ha muerto. Es imprescindible, cuando estamos cerca, permitirle al que está de duelo que hable todo el tiempo y todas las veces que lo necesite del difunto y participar con naturalidad de ese diálogo. Una pareja de padres que atendí una vez decía: "Los parientes y los amigos rehuyen hablar o pronunciar el nombre de nuestra hija. Desvían la conversación hacia cualquier otro tema. Tal vez tengan miedo.de alterarnos o hacernos llorar. quizás creen que la muerte de un hijo es contagiosa. Pero ¿qué pretenden, que la olvidemos, que no lloremos más? Hay que animarse a compartir con tu amigo los recuerdos de la persona fallecida (ver fotos, contar anécdotas…) Recordar a la persona amada es un consuelo para los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que tienen que recorrer para sanar su herida. Procurar el tiempo necesario para el duelo. Si no sabés qué decir, no digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar que tenés que dar consejos constantemente o estar levantando el ánimo. No palmees su espalda mientras le decís que tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo. El principio del camino de las lágrimas suele ser muy acompañado, pero a poco de andar la mayoría de los que se acercaron y prometieron seguir han desertado. El contacto puede mantenerse de muchas maneras.

Una visita, un café, un paseo, una carta, un e-mail o una llamada telefónica pueden romper su soledad y recordarle al ser querido que allí estamos. Las fiestas y los aniversarios son momentos particularmente dolorosos en los que suele ser muy importante estar cerca de la persona en duelo. Uno de los reclamos que silenciosamente hacen aquellos que elaboran un duelo es: "¿Dónde está ahora, un año después, todos lo que se ofrecieron acompañarme?". Colaborar en las tareas. Si no sabés qué hacer, pensá en cómo podrías colaborar en algunas tareas cotidianas. la ayuda en el papeleo puede ser la mejor manera de dar una mano en los primeros momentos. La más desacreditada de las ayudas y una de las más importantes es ayudar a estableces y llevar adelante los rituales funerarios (entierro, velatorio, avisos fúnebres), porque en momentos difíciles los ritos son importantes. Este es unos de los roles que sólo los amigos del corazón se atreven a desempeñar. Todas las sociedades han desarrollado rituales (costumbres o ceremonias) alrededor de la muerte de un ser querido. Los ritos cambian de cultura en cultura y de tiempo en tiempo, pero su sentido es siempre el mismo: cumplir por lo menos con cinco importantes funciones: 1… Preservar a los supervivientes y ayudarlos a enfrentarse a la muerte. 2… Mostrar la realidad de la pérdida y la expresión pública del dolor de los familiares y amigos. 3… Hacer conocer la pérdida al grupo social y permitir la expresión de solidaridad y apoyo. 4… Despedirse del muero. 5… Reconfirmar que el grupo continúa viviendo, celebrando el triunfo de la vida. La ayuda terapéutica. Las intervenciones psicoterapéuticas para el duelo son variadas e incluyen terapia individual y de grupo. Sabemos que los métodos que fueron efectivos en el tratamiento de duelos muy complejos difieren de los necesarios para los menos complejos; sin embargo la lista de estos métodos de tratamientos más usados y efectivos, según las encuestas mundiales en los últimos cinco años, incluyen:

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