Литмир - Электронная Библиотека
A
A

Utilitaria azorada alarmada.

Santero nuevo nibelungo,

Eres esperanza exacta loca lengua libertina.

Niégalo, niégame, niégate

Toma mi voz en el desierto.

Excusa mi dolor, es de este mundo.

Por cierto, Ausente. De otro desierto me llega el segundo anónimo. Creo saber de quién se trata. Un desgraciado al que en el pasado, no me preguntes por qué, le hice alguna confidencia sobre nuestra relación y que se relaciona con los círculos de mi marido, concretamente su abogado.

He conseguido un salvoconducto temporal, entre las 3 y las 3.30 de una madrugada atormentada y tormentosa parareponer la música de tu voz -salmodiante, invocante- como muecín que invita/apremia a la pagana oración; entre sombras y relámpagos sonaba a Una noche en el Monte Pelado. Constaté que tú habías estado solo sin mí, que sin ti yo estaba sola. Todo este interminable fin de semana, salpicado de, accidentes telefónicos que interpreté como fallidas o insinuantes llamadas tuyas, estuve rodeando mi soledad de presencias familiares como yugos. Tratando de concordar mi cariño hada ellos, de acomodarme al espacio/tiempo, de responder con honestidad a los «pero… además de estar creciendo, qué es lo que te está pasando?». No encuentro la clave para ser honesta y no hacer daño; no se puede rondar la verdad. Tratar de renunciar a escenificar, materializar lo que siento, dudo que nadie haya sido capaz, pero puedo intentarlo; tampoco sé cómo han podido enfrentarse al rostro de un ser querido y causarle dolor sin paliativos; ignoro cómo se puede llegar al

– ¿ cómodo?- fingimiento escudándose en el argumento de no hacer daño. De repente me olvido de todos los problemas y me encuentro instalada en el paraíso, en una sesión doble, interminable, continua, de besos; de esos besos maravillosos que tú das, apabullantes, sorprendentes, perturbadores: esdrújulos, no importa si el termino no existía, ahora existe. Pues eso, de repente en lo alto, en todo lo alto para a continuación descender al infierno del marco que me rodea, que yo he construido, paso a paso, con ilusión, con cariño, con dedicación, es como un sabotaje a mí misma, un autosecuestro, puro terrorismo. No me extraña que a la gente mayor se le ponga la cara que se les pone, en mi caso me temo lo peor.

No respondió Carvalho al fax de Yes y Fuster llamó a tiempo a su timbre portador de potes de cristal con vino rancio y trufas de Villores, a la espera de la cosecha de fines del 99 y comienzos del nuevo milenio. Junto a las trufas, la inevitable conversación sobre por qué las trufas blancas españolas no tienen nada que ver con las italianas. Las españolas son como patatas algo aromatizadas, en cambio un tartufo bianco de Alba es una joya de la naturaleza, exclamaba Fuster, que era trufero de familia y por lo tanto de nacimiento.

– Una subasta de trufas en Morella es un espectáculo y ver cómo los yacimientos de trufas son secretos campesinos como si se tratara de minas de oro es una comprobación de que la teoría del valor tiene que ver con la escasez de lo valorado. La trufa tiene un valor simbólico, saturnal. Pero tú querías hablarme de religión.

Carvalho le ofreció una cata de tres whiskies nuevos que había comprado en la vinoteca de la calle Agullers. Fuster se inclinó por un Linkwood y en cambio Carvalho le opuso un Springbank añejo, como siempre. A Fuster le gustaban los whiskies más sueltos.

– No entiendo demasiado, pero los que te gustan a ti se parecen a un coñac o un armañac.

Carvalho le expuso sus nuevos horizontes religiosos y su sorpresa de que estuvieran tan conectados con reivindicaciones nacionalistas. Fuster levantó los ojos al cielo y exclamó: ¡La madre, la Tierra y Dios! La virgen María como nexo entre Dios y la Tierra y los curas ofician como celestinas en todo nacionalismo. Les parece que la nación sacraliza la existencia, la acerca a las verdades esenciales y de ahí que los pueblos escogidos por Dios sean tantos como curas dispuestos a apadrinar la elección. El internacionalismo ha sido siempre ateo.

– ¿Y el ecumenismo?

– Ésa es otra historia. Ése es el imperialismo católico, cada vez más en retroceso. El catolicismo no crece. Es una religión poco útil desde que ha desaparecido el latifundismo y ha aumentado la red de carreteras y la televisión. Ni siquiera ha preparado a los católicos para la lucha por la hegemonía material como ha hecho el protestantismo.

Carvalho creía que el catolicismo es una religión de acumuladores primitivos y de rentistas. Mal asunto en tiempos en los que bajan los tipos de interés. Por otra parte, la racionalidad ascendente ha puesto en crisis los misterios católicos, en general todos los misterios cristianos, pero especialmente los de lectura católica.

– No me gusta hablar así, porque tengo miedo de pasar por un anticlerical convencional y no es eso. ¿O es eso?

Fuster le opuso:

– ¿Y las corrientes neocristianas solidarias? ¿ La Teo logía de la Liberación?

– Me suena a marxismo a lo divino. Lo más moderno que ha encontrado la Iglesia católica es el OpusDei, imagínate, el cristianismo pasado por un maquiavelismo barato empresarial a lo Dale Carnegie. Un cristianismo de Reader's Digest. Me encantaría que volvieran los ritos antiguos. La religión sin teatralización no vale nada, no es nada.

Carvalho necesitó otros dos whiskies para hacerle un resumen a Fuster de la situación, de su situación. Fuster meditó y decidió:

– Deja lo de las religiones y haz caso a Charo. Soy tu gestor y sé lo que me digo. Con toda la crudeza, no tienes dónde caerte muerto y un empleo fijo, con un poco de blindaje, podría ser algo así como una jubilación asegurada. Liquida lo de esa madre. Pásale un informe racionalista, creíble y no te metas en más honduras.

– Lo quiera o no lo quiera yo, el nexo existe. Aquí se está cociendo algo oscuro, complejo, y tengo la sospecha de que si yo no quisiera meterme, igual me meterían. Pero ¿para qué?

Fuster no tenía la respuesta y la almohada tampoco. Al día siguiente comprobó que el whisky de calidad no propicia resacas y salió de casa con el propósito de hacer caso a Fuster. Nada más llegar a su despacho comenzó la redacción del informe para Delmira:

El punto de indagación en el que me hallo me invita a plantearle la necesidad de dar por terminado mi trabajo, habida cuenta de que nada me conduce a evidencias nuevas. El deseo de implicar al financiero Pérez i Ruidoms en un escándalo hace que X contrate a unos sicarios para que asesinen a su hijo, teniendo en cuenta las relaciones de todo tipo que le unen con el hijo de Pérez i Ruidoms. El asesinato aparece rodeado de una atmósfera de crimen pasional, fruto del despecho, hasta que alguien, vamos a llamarlo Z, desvela la motivación real y pone en la pista de un crimen mercenario tramado por un grupo de presión antagonista de Pérez i Ruidoms, sin que pueda atribuirse al grupo Mata i Delapeu porque lo encabeza el padre del asesinado y no parece que se trate de una confusa tragedia griega o judía, el sacrificio de Isaac por ejemplo. La manera como la policía fue conducida hacia los sicarios supuestos autores materiales del delito es sospechosa, así como la ejecución de los asesinos en el momento de la detención, aunque como testigo presencial del asalto policial sospecho que ni siquiera el inspector Lifante controlaba los hilos que movieron a la ejecución de los sicarios. Movido por sus indicaciones, me predispuse a despejar las dos incógnicas: X y Z. X sería el urdidor de la ejecución y Z el desvelador de los verdaderos motivos. Mis medios para despejar estas dos incógnitas son nulos…

Al llegar a este punto del redactado, Carvalho se detuvo. No. No era cierto. Podía ir más allá, pero sentía por primera vez inseguridad, miedo a ir demasiado lejos, a tener noción de excederse, una noción que más bien le había estimulado que reprimido. Hasta ahora. La angustia de estar angustiado. El miedo de tener miedo. Hizo una bola con el papel escrito y la tiró a la papelera, pero se arrepintió, la recuperó, la alisó y se la metió en un bolsillo.

32
{"b":"100523","o":1}