Titulo de la obra original: The Goddess Abides
Versión española de M. C. DE AZPIAZU
Un poeta, cuya inspiración le viene de la Musa, se enamora, plenamente, y su enamorada es para él la encarnación de la Musa. En muchos casos la capacidad de amar con tal plenitud se desvanece pronto; aunque sólo sea porque la mujer no se esfuerza por conservar la gloria que ha conseguido al verse sabedora de su belleza y del poder que ejerce sobre su poeta amante. Se siente cohibida ante su propia gloria, la repudia, y termina convertida en simple ama de casa o en una mujerzuela. El, desilusionado, se vuelve hacia Apolo que, por lo menos, puede procurarle medios de vida y una distracción inteligente… y desaparece de la circulación antes de cumplir los veinticinco. Pero el poeta auténtico, perpetuamente obsesionado por la Musa, sabe distinguir entre la Diosa que se le revela en el supremo poder, la gloria, la prudencia y el amor de una mujer, y la mujer particular en quien la Diosa va a residir durante un mes, un año, siete años, tal vez más tiempo. La Diosa permanece.
LA DIOSA BLANCA
por ROBERT GRAVES
La Nueva República
24 de junio de 1957