Al llegar a su casa, Brida colocó encima de la cama todo lo que estaba dentro del armario. Se quedó mirando cada pieza de ropa; había muchas de cuya existencia ya no se acordaba; otras recordaban momentos felices del pasado, pero ya habían quedado fuera de moda. Brida las guardaba, a pesar de todo, porque aquellas ropas parecían poseer una especie de hechizo, en caso de deshacerse de ellas, podría estarse deshaciendo de las cosas buenas que había vivido cuando las vestía.
Miró las ropas que pensaba que tenían "más vibraciones". Siempre había alimentado la esperanza de que estas vibraciones se invirtieran un día y pudiera usarlas de nuevo, pero siempre que decidía hacer una prueba, acababa teniendo problemas.
Se dio cuenta de que su relación con las ropas era aparentemente más complicada de lo que parecía. Incluso así, era difícil aceptar que Wicca estuviera queriendo meterse con lo más íntimo y personal de su vida: su manera de vestir. Ciertas ropas tenían que ser guardadas para ocasiones especiales, y sólo era ella quien tenía que decir cuándo debía usarlas. Otras no eran adecuadas para el trabajo, o incluso para las salidas de fin de semana. ¿Por qué Wicca tenía que entrometerse en esto?;jamás cuestionó una orden de ella, vivía danzando y encendiendo velas, metiendo puñales en el agua y aprendiendo cosas que no iba a utilizar nunca. Podía aceptar todo aquello, formaba parte de una Tradición, una Tradición que no comprendía pero que tal vez estuviese incluso hablando con su lado desconocido. No obstante, en el momento en que se metía con sus ropas, ya estaba metiéndose también con su manera de estar en el mundo.
Quién sabe si Wicca habría perdido los límites de su poder. Quién sabe si no estaba intentando interferir en algo que no debía.
Lo que está afuera es más difícil de cambiar que lo que está adentro.
Alguien había dicho algo. En un movimiento instintivo, Brida miró asustada a su alrededor. Pero estaba segura de que no iba a encontrar a nadie.
Era la Voz.
La voz que Wicca quería despertar.
Dominó su excitación y su miedo. Se quedó en silencio, esperando escuchar algo más, y todo lo que pudo oír fue el ruido de la calle, el sonido de la televisión conectada a distancia y el omnipresente ruido del mundo. Procuró quedarse en la misma posición en que estaba antes, pensar en las mismas cosas que había pensado. Todo había pasado tan rápido que ni siquiera se había llevado un susto, ni quedado admirada u orgullosa de sí misma.
Pero la Voz había dicho algo. Aunque todas las personas del mundo le probasen que aquello era fruto de su imaginación, aunque la caza de brujas volviese de repente y tuviese que enfrentar tribunales y morir en la hoguera a causa de ello, tenía completa y absoluta certeza de que había escuchado una voz que no era la suya.
"Lo que está afuera es más difícil de cambiar que aquello que está adentro." La voz podría haber dicho algo
más grandioso, ya que era la primera vez que la estaba escuchando en esta encarnación. Pero de repente, Brida se sintió invadida por una inmensa alegría. Tuvo ganas de telefonear a Lorens, de visitar al Mago, de contar a Wicca que su Don había surgido y que ella podía ahora formar parte de la Tradición de la Luna. Anduvo de un lado para otro, fumó algunos cigarrillos, y sólo media hora después consiguió calmarse lo suficiente como para sentarse otra vez en la cama, donde estaban todas las ropas esparcidas.
La Voz tenía razón. Brida había entregado su alma a una mujer extraña y -por más absurdo que pudiese parecer- era mucho más fácil entregar su alma que su manera de vestir.
Sólo ahora estaba entendiendo hasta qué punto aquellos ejercicios, aparentemente sin sentido, estaban revolviendo su vida. Sólo ahora, cambiando por fuera, podía percibir cuánto estaba cambiando por dentro.
Wicca, cuando volvió a encontrarse con Brida, quiso saber todo sobre la Voz -cada detalle estaba anotado en el Libro de las Sombras- y Wicca se puso contenta. -¿De quién es la Voz? -preguntó Brida.
Wicca, no obstante, tenía cosas más importantes que decir que estar respondiendo a las eternas preguntas de la joven.
– Hasta ahora te mostré cómo volver al camino que tu alma recorre desde hace varias encarnaciones. Desperté este conocimiento hablando directamente con ella -con el alma- a través de los símbolos y de los rituales de nuestros antepasados. Tú protestabas, pero tu alma estaba contenta porque estaba reencontrando su misión. Mientras te irritabas con los ejercicios, te aburrías con la danza, morías de sueño con los rituales, tu lado oculto bebía de nuevo la sabiduría del Tiempo, recordaba lo que ya había aprendido y la semilla crecía sin que tú supieses cómo. Llegó, sin embargo, el momento de empezar a aprender cosas nuevas. A esto se le llama Iniciación, porque ahí es donde está tu verdadero comienzo en las cosas que precisas aprender en esta vida. La Voz indica que ya estás preparada.
En la Tradición de las hechiceras, la Iniciación se hace siempre en los Equinoccios, en aquellas fechas del año en que los días y las noches son absolutamente iguales. El próximo es el Equinoccio de Primavera, el día 21 de marzo. Me gustaría que ésta fuera la fecha de tu Iniciación, porque yo también me inicié en un Equinoccio de Primavera. Ya sabes manejar los instrumentos y conoces los rituales necesarios para mantener siempre abierto el puente entre lo visible y lo invisible. Tu alma continúa recordando las lecciones de las vidas pasadas, siempre que realizas cualquier ritual que ya conoces.
Al oír la Voz, trajiste para el mundo visible lo que ya estaba sucediendo en el mundo invisible. O sea, comprendiste que tu alma está lista para el próximo paso. El primer gran objetivo ha sido alcanzado.
Brida recordó que antes también quería ver el punto luminoso. Pero desde que comenzara a reflexionar sobre la búsqueda del amor, esto iba perdiendo importancia cada semana.
– Falta sólo una prueba para que seas aceptada en la Iniciación de la Primavera. En el caso de que no lo consigas ahora, no te preocupes, muchos Equinoccios están en tu futuro y algún día serás iniciada. Hasta ahora has tratado con tu lado masculino: el conocimiento. Tú sabes, eres capaz de entender lo que sabes, pero aún no has llegado a la gran fuerza femenina, una de las fuerzas maestras de la transformación. Y conocimiento sin transformación no es sabiduría.
Esta fuerza siempre fue Poder en Maldición de las hechiceras, en general, y de las mujeres, en particular. Todas las personas que caminan por el planeta conocen esta fuerza. Todas saben que somos nosotras, las mujeres, las grandes guardianas de sus secretos. A causa de esta fuerza fuimos condenadas a vagar en un mundo peligroso y hostil, porque ella era despertada por nosotras, y existían lugares donde era abominada. Quien toca esta fuerza, aunque sea sin saberlo, está unida a ella por el resto de su vida. Puede ser su señor o su esclavo, puede transformarla en una fuerza mágica, o utilizarla el resto de la vida sin darse cuenta nunca de su inmenso poder. Esta fuerza está en todo lo que nos rodea, está en el mundo visible de los hombres y en el mundo invisible de los místicos. Puede ser masacrada, humillada, escondida o hasta incluso negada. Puede pasar años durmiendo, olvidada en un rincón cualquiera, puede ser tratada por la raza humana de casi todas las maneras, menos una: en el momento en que alguien conoce esta fuerza, nunca más, en toda su vida, podrá olvidarla. -¿Y qué fuerza es ésta?
– No sigas haciéndome preguntas tontas -respondió Wicca-. Porque sé que tú sabes cuál es.
Brida lo sabía. El sexo.
Wicca corrió una de las cortinas inmaculadamente blancas y mostró el paisaje. La ventana daba hacia el río, los edificios antiguos y las montañas en el horizonte. En una de aquellas montañas vivía el Mago.
– ¿Qué es aquello? -preguntó Wicca, señalando a lo alto de una iglesia.
– Una cruz. El símbolo del cristianismo.
– Un romano jamás entraría en un edificio con aquella cruz. Pensaría que se trataba de una casa de suplicios, ya que el símbolo en su fachada es uno de los más horrendos instrumentos de tortura que el hombre inventó.
La cruz es la misma, pero su significado cambió. De la misma manera, cuando los hombres estaban próximos a Dios, el sexo era la comunión simbólica con la unidad divina. El sexo era el reencuentro con el sentido de la vida.
– ¿Por qué las personas que buscan a Dios normalmente se apartan del sexo?
Wicca se irritó con la interrupción. Pero decidió responder.
– Cuando hablo de la fuerza, no hablo apenas del acto sexual. Ciertas personas utilizan esta fuerza sin usarla. Todo depende del camino escogido.
– Conozco esta fuerza -dijo Brida-. Sé cómo utilizarla.
Era el momento de volver otra vez al asunto. -Quizá sepas tratar el sexo en la cama. Esto no es conocer la fuerza. Tanto el hombre como la mujer son absolutamente vulnerables a la fuerza del sexo, porque allí el placer y el miedo tienen la misma importancia. -¿Y por qué el placer y el miedo caminan juntos? Por fin la chica había preguntado algo que valía la pena responder.
– Porque quien se enfrenta con el sexo sabe que está ante algo que sólo sucede con toda su intensidad cuando se pierde el control. Cuando estamos en la cama con alguien, estamos dando permiso para que esta persona comulgue no solamente con nuestro cuerpo sino con toda nuestra personalidad. Son las fuerzas puras de la vida que se comunican, independientemente de nosotros y, entonces, no podemos esconder quién somos.
No importa la imagen que tengamos de nosotros mismos. No importan los disfraces, las respuestas preparadas, las salidas honrosas. En el sexo, se hace difícil engañar al otro, porque allí cada uno se muestra como realmente es.
Wicca hablaba como alguien que conociera bien aquella fuerza. Sus ojos tenían brillo y había orgullo en su voz. Tal vez fuese esa fuerza lo que la mantenía tan atrayente. Era bueno aprender con ella: un día terminaría descubriendo el secreto de todo aquel encanto.
– Para realizar la Iniciación, tienes que encontrarte con esta fuerza. El resto, el sexo de las hechiceras, pertenece a los Grandes Misterios, y lo sabrás después de la ceremonia.
– ¿Cómo me encontraré con ella, entonces?
– Es una fórmula simple, y como todas las cosas simples, sus resultados son mucho más difíciles que todos los complicados rituales que te he enseñado hasta ahora.
Wicca se aproximó a Brida, la tomó por los hombros y miró el fondo de sus ojos.
– La fórmula es ésta: utiliza, durante todo el tiempo, tus cinco sentidos. Si ellos llegan juntos en el momento del orgasmo, serás aceptada para la Iniciación.