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Ahora ya no le importa tanto: el hormigueo de las orejas ha recrudecido violentamente y él, dispuesto a jugarse el todo por el todo, ordena a la compañía "¡Paso ligero! ¡Marchen!" y da el ejemplo. Corre a una cadencia rápida y armoniosa, seguido por las muelles pisadas cálidas e invitadoras, mientras siente ascender por su cuerpo una tibieza semejante al vaho de una olla de arroz con pato que sale del fuego. Pero ahora el teniente Pantoja se ha detenido en seco y tras él la turbadora compañía. Con un leve sonrojo en las mejillas hace un gesto no muy claro, que, sin embargo, todos comprenden. Se ha desatado un mecanismo, la deseada ceremonia ha comenzado. Desfila frente a él la primera sección y es enojoso que el alférez Porfirio Wong lleve tan descachalandrado el uniforme-atina a pensar: "Necesitará reprimenda y aleccionamiento sobre uso de las prendas"-, pero ya han comenzado los números, al pasar frente a él-que se mantiene inmóvil e inexpresivo-a desabotonarse la guerrera con rapidez, a mostrar los fogosos senos, a estirar la mano para pellizcarle con amor el cuello, los lóbulos, la curva superior y, luego, adelantando-una tras otra, otro tras uno-la cabeza (él les facilita la operación inclinándose) a mordisquearle deliciosamente los cantos de las orejas. Una sensación de placer ávido, de satisfacción animal, de alegría exasperada y tentacular, borran el miedo, la nostalgia, el ridículo, mientras los reclutas pellizcan, acarician y mordisquean las orejas del teniente Pantoja. Pero entre los números, algunos rostros familiares hielan por ráfagas la felicidad con una espina de inquietud: desancada y grotesca en su uniforme va Leonor Curinchila, y, enarbolando el estandarte, con brazalete de cabo furriel, viene Chupito, y ahora, cerrando la última sección-angustia que surte como chorro de petróleo y baña el cuerpo y el espíritu del teniente Pantoja-un soldado todavía borroso: pero él sabe-han regresado el miedo irrespirable, el ridículo tormentoso, la embriagadora melancolía-que bajo las insignias, la cristina, los bolsudos pantalones y la esmirriada camisa de dril está sollozando la tristísima Pochita. La corneta desafina groseramente, la señora Leonor le susurra: "Ya está tu arroz con pato, Pantita."

SVGPFA

Parte número dos

ASUNTO GENERAL: Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines.

ASUNTO ESPECÍFICO: Rectificación de estimaciones, primeros enganches y distintivos del SVGPFA.

CARACTERÍSTICAS: secreto.

FECHA Y LUGAR: Iquitos, 22 de agosto de 1956.

El suscrito, capitán EP (Intendencia) Pantaleón Pantoja, oficial responsable del SVGPFA, respetuosamente se presenta ante el general Felipe Collazos, jefe de Administración, Intendencia y Servicios Varios del Ejército, lo saluda y dice:

1. Que en el parte número uno, del 12 de agosto, en el acápite relativo al número de visitadoras que requeriría el SVGPFA para cubrir la demanda de 104.712 prestaciones mensuales que arrojó grosso modo la primera estimativa del mercado (se pide permiso de la superioridad para el uso de este nombre técnico), el suscrito calculó aquél en "un cuerpo permanente de 2.115 visitadoras de la máxima categoría" (veinte prestaciones diarias), trabajando full time y sin contratiempos. Que esta tabulación adolece de un grave error, del que es único culpable el suscrito, a causa de una visión masculinizada del trabajo humano, que, imperdonablemente, le hizo olvidar ciertos condicionamientos privativos del sexo femenino, los mismos que, en este caso, infligen a esa contabilidad una nítida corrección, por desgracia en sentido desfavorable para el SVGPFA. Es así que el suscrito olvidó deducir, en el número de días de trabajo de las visitadoras, los cinco o seis de sangre que evacuan mensualmente las mujeres (días de regla o período) y en los que, tanto por ser costumbre extendida en los varones no tener relación carnal con la hembra mientras menstrúa como por hallarse sólidamente afincado en esta región de la Patria el mito, tabú o aberración científica de que mantener contactos íntimos con mujer sangrante produce impotencia, se las puede considerar inhabilitadas para conceder la prestación. Lo cual, claro esta, traumatiza la anterior estimativa. Que tomando en consideración este factor y señalando, de manera laxa, un promedio mensual de 22 días hábiles por visitadora (excluidos los cinco de menstruación y sólo tres domingos, pues no es desatinado suponer que un domingo de cada mes coincida con la sangre cíclica) el SVGPFA requeriría un plantel de 2.271 visitadoras del máximo nivel, operando a tiempo completo y sin percances, es decir 156 más de lo que equivocadamente había calculado el parte anterior;

2. Que ha procedido a reclutar sus primeros colaboradores civiles en las personas, ya mencionadas en el parte número uno, de Porfirio Wong, (a) Chino, Leonor Curinchila, (a) Chuchupe y Juan Rivera, (a) Chupito. Que el primero de los mentados percibirá un haber básico de 2.000 (dos mil) soles mensuales y una bonificación de 300 (trescientos) soles por misión en el campo y cumplirá las funciones de enganchador, para lo cual lo sindican sus muchas relaciones en el medio de mujeres de vida disipada, tanto de establecimiento como 'lavanderas', y jefe de convoy encargado de la protección y control de los envíos de visitadoras a los centros usuarios. Que la contratación de Leonor Curinchila y su conviviente (ésta es la relación que la une a Chupito) resulto más fácil de lo que el suscrito suponía cuando les propuso una colaboración con el Servicio de Visitadoras en los momentos que les dejara libres su negocio. Es así que, habiéndose creado una cordial atmósfera de confidencias en la segunda visita efectuada por el suscrito a Casa Chuchupe, reveló a éste la dicha Leonor Curinchila que estaba a punto de quebrar y que venía considerando hacía algún tiempo el traspaso de su establecimiento. No por falta de clientela, pues los concurrentes al local aumentan a diario, sino debido a obligaciones onerosas de variada índole que debe distraer el negocio a favor de las Fuerzas Policiales y Auxiliares. Es así, por ejemplo, que para la renovación anual del permiso de funcionamiento que recaba en la Comandancia de la Guardia Civil, Leonor Curinchila debe desembolsar, aparte de los derechos legales, gruesas sumas en calidad de obsequio a los jefes de la sección Lenocinios y Bares para posibilitar el trámite. Fuera de ello, los miembros de la Policía de Investigaciones (PIP) de la ciudad, que son más de treinta, y un buen número de oficiales de la G. C., han contraído la costumbre de requerir gratuitamente los servicios de Casa Chuchupe, tanto en lo que se refiere a bebidas alcohólicas como a prestaciones, bajo amenaza de sentar parte acusando al local de escándalo público, que es motivo de cierre inmediato. Que fuera de esta sangría económica pertinaz, Leonor Curinchila ha tenido que resignarse a que le subieran de manera geométrica el alquiler del local (cuyo propietario es nada menos que el Prefecto del Departamento), so pena de expulsión. Y, finalmente, que Leonor Curinchila se hallaba ya fatigada por la intensa dedicación y el ritmo febril y desordenado que exige su trabajo-malas noches, atmósfera viciada, amenaza de riñas, estafas y chantajes, falta de vacaciones y de descanso dominical-, sin que esos sacrificios redundaran en ganancias apreciables. Por todo lo cual aceptó gustosa la oferta de colaborar con el Servicio de Visitadoras tomando ella misma la iniciativa de proponer no un trabajo eventual sino exclusivo y permanente, y demostrando mucho interés y entusiasmo al ser informada de la naturaleza del SVGPFA. Que Leonor Curinchila, quien ha llegado ya a un acuerdo con Humberto Sipa, (a) Moquitos, dueño de una casa de diversión en el distrito de Punchana, para traspasarle Casa Chuchupe, laborará en el Servicio de Visitadoras en las siguientes condiciones: 4.000 (cuatro mil) soles mensuales de sueldo, mas 300 (trescientos) soles de bonificación por trabajo en el campo y derecho a cobrar un porcentaje no mayor del 3%, sólo durante un año, sobre los haberes de las visitadoras contratadas por su intermedio. Sus funciones serán las de jefe de personal del SVGPFA, encargándose del reclutamiento, fijación de horarios, turnos y elenco de los convoyes, control de operaciones y vigilancia general del elemento femenino. Que Chupito percibirá un salario básico de 2.000 (dos mil) soles, más 300 (trescientos) soles por misión en el campo, y será responsable de mantenimiento del centro logístico (con dos adjuntos: Sinforoso Caiguas y Palomino Rioalto) y jefe de convoy. Que estos tres colaboradores se han incorporado al SVGPFA el lunes 20 de agosto a las 8 horas a.m.;

3. Que deseoso de dar una fisonomía propia y distinta al SVGPFA y dotarlo de signos representativos que, sin delatar sus actividades al exterior, permitan al menos a quienes lo sirven reconocerse entre sí, y a quienes servirá identificar a sus miembros, locales, vehículos y pertenencias, el suscrito ha procedido a designar el verde y el rojo como los colores emblemáticos del Servicio de Visitadoras, por el siguiente simbolismo:

a. verde por la exuberante y bella naturaleza de la región Amazónica donde el Servicio va a fraguar su destino y

b. rojo por el ardor viril de nuestros clases y soldados que el Servicio contribuirá a aplacar;

Que ha dado ya instrucciones para que tanto el puesto de mando como los equipos de transporte del Servicio de Visitadoras luzcan los colores emblemáticos y que ha mandado hacer, por la suma de 185 soles (recibo adjunto), en la hojalatería "El Paraíso de la Lata ", dos docenas de pequeñas escarapelas rojiverdes (sin ninguna inscripción, por supuesto), susceptibles de ser llevadas en el ojal por los varones y prendidas en la blusa o el vestido por las visitadoras, insignias que, sin romper las normas de discreción exigidas al SVGPFA, harán las veces de uniforme y carta credencial de quienes tienen y tendrán el honor de integrar este Servicio.

Dios guarde a Usted.

Firmado:

capitán EP (Intendencia) PANTALEON PANTO-A

c.c. al general Roger Scavino, comandante en jefe de la V Región (Amazonía)

Adjunto: un recibo.

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