La mutación ocurrió en una sola población de homínidos antiguos, el resto de los individuos de esta población, muy probablemente, murieron. La muerte puede haber ocurrido debido a alguna enfermedad, infección, radiación, infección, etc., lo que llevó a una reducción significativa en la población de los antiguos homínidos, el resto (Adán y Eva condicionales) pudieron sobrevivir debilitados y dar descendencia con genéticamente modificada. músculos pómulos (el arco cigomático es una herencia de los lagartos con dientes de animales), estos genes resultaron ser dominantes al aparearse con parientes cercanos de otras poblaciones, esta mutación se fijó y se desarrolló aún más en los ancestros humanos.
Anteriormente se creía que el secreto está en esos genes que difieren en humanos y monos, en 2006 se descubrió incluso una parte del genoma que más ha cambiado en humanos, pero esto no aclaraba nada. Es muy posible que las diferencias entre los simios y los humanos residan no solo en genes diferentes, sino también en los mismos. Ralph Haygood y sus colegas de la Universidad de Duke pudieron demostrar la exactitud de esta corazonada. Los científicos analizaron 6280 genes que están presentes en humanos, chimpancés y macacos. Resultó que en 575 genes humanos, muchos de los cuales estaban asociados con la función cerebral y, más sorprendentemente, con la nutrición, los promotores son muy diferentes de sus contrapartes en los monos. Los promotores son genes silenciosos que, en condiciones favorables, realizan una función reguladora, es decir, dirigen el trabajo de otros genes. Los promotores, cuando es necesario, producen proteínas que, a su vez, afectan el funcionamiento de otros genes. Los científicos consideraron esto como un signo de selección evolutiva positiva que nos ayudó a convertirnos en quienes somos. Curiosamente, las regiones del ADN que más distinguen a los simios de los humanos están relacionadas con la función cerebral y la nutrición. Más de 100 genes de 575 sitios diferentes están asociados con el metabolismo de los carbohidratos, y especialmente de la glucosa. Haywood cree que en un momento una persona recibió energía para el desarrollo del cerebro a través de cambios en la dieta: la transición de frutas a tubérculos y tubérculos.
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