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Miles se preguntу de nuevo por la secuencia de hechos de la noche anterior: cуmo habrнan conseguido el gobernador y el ghemgeneral sacar a la haut Nadina de la burbuja?

— Creo que se estб adelantando, milady — suspirу.

Kety caminу alrededor de la burbuja de la haut Pel, estudiбndola. Tenнa que romper ese huevo: un lindo rompecabezas para el gobernador. O no? Ya lo habнa hecho una vez.

Escapar era imposible: los movimientos de la burbuja estaban fнsicamente bloqueados. Kety podнa sitiarlos, hacerlos morir de hambre si no le importaba esperar… pero no. Lo cierto era que Kety no podнa esperar. Miles sonriу con amargura y le dijo a Pel:

— Esta silla tiene comunicaciуn con el exterior, verdad? Lamento decirlo, pero es hora de pedir ayuda.

Por Dios, casi lo habнan conseguido, casi habнan acabado con el problema sin que nadie se enterara, sin dejar pistas. Pero ahora que habнan identificado a Kety y a Naru, el apoyo interno del gobernador estaba neutralizado. Seguridad Imperial no constituнa un peligro para las haut. Los cetagandanos tendrнan que terminar el asunto ellos mismos. Si es que consigo ponerme en contacto con ellos…

El gobernador Kety hizo un gesto para que los hombres que sostenнan a Nadina la arrastraran hacia lo que consideraba la parte delantera de la burbuja. Estaba unos cuarenta grados desplazado pero… Pidiу el vibracuchillo a uno de los guardias, se acercу a Nadina y le levantу el cabello plateado. Ella aullу de terror, pero se relajу de nuevo cuando йl se limitу a ponerle el cuchillo en el cuello con mucha suavidad.

— Baje usted la pantalla de fuerza, Pel, y rнndase. Inmediatamente. No me obligue a recitar amenazas sangrientas.

— Mierda — gruсу Miles, angustiado-. Nos tiene. A nosotros, al anillo, a la Gran Llave… — La Gran Llave. Estaba llena de… informaciуn codificada. Informaciуn cuyo valor surgнa del hecho de que era ъnica y secreta. En cualquier otro lugar del universo, la gente caminaba vadeando rнos de informaciуn, la informaciуn les llegaba hasta las orejas: una masa enorme de datos, seсales y ruido… fбcil de transmitir y reproducir. Si nadie se lo impedнa, la informaciуn se multiplicaba como una colonia de bacterias siempre que hubiera dinero o poder detrбs de ella y, finalmente, se ahogaba en su propia duplicaciуn y el aburrimiento de los receptores humanos.

— La silla flotante, el comu… es equipo del Criadero Estrella. Se puede usar para transmitir la informaciуn de la Gran Llave?

— Quй? Pero… — Pel lo mirу, luchando con el asombro-.

Supongo que sн, pero este comu. no tiene la potencia necesaria para transmitirlo todo al jardнn Celestial.

— No se preocupe por eso. Pбselo a la red de comunicaciуn de emergencia, la red de navegaciуn comercial. Tiene que haber un elevador de potencia en la estaciуn de transferencia orbital. Tengo los cуdigos estбndar del elevador, son simples… tienen que ser fбciles de recordar. Y son cуdigos de mбxima emergencia: el elevador divide la seсal y la deposita en los ordenadores de todas las estaciones y naves, tanto comerciales como militares, que se encuentren dentro del sistema estelar de Eta Ceta. Estб pensado como sistema de socorro para naves en peligro. Que Kety se quede con la Gran Llave si quiere. Йl y doscientas mil personas mбs… A quй quedarб reducido el complot? Tal vez no podamos ganar, pero asн le robaremos la victoria…

La mirada en la cara de Pel, que asimilaba rбpidamente esa sugerencia inconcebible, pasу de un gesto de horror a una expresiуn de alegrнa desmayada y despuйs, al espanto.

— Para eso necesitamos tiempo… mucho tiempo, minutos… ЎKety no nos va a permitir…! No. Ya tengo la soluciуn. — Los ojos de Pel se iluminaron de rabia e inteligencia-. Cuбl es el cуdigo?

Miles recitу los nъmeros y los dedos de Pel teclearon sobre el panel de control. Pel puso la Gran Llave abierta sobre el lector. Kety llamу desde fuera de la burbuja:

— ЎAhora, Pel! — La mano se le tensу sobre el cuchillo. Nadina cerrу los ojos y permaneciу de pie, callada y digna.

Pel marcу el cуdigo del comu, bajo la pantalla de fuerza de la burbuja y saltу del asiento, arrastrando a Miles con ella.

— ЎDe acuerdo! — dijo en voz alta, alejбndose de la burbuja-. Estamos afuera.

La mano de Kety se relajу. La pantalla volviу a cerrarse. La fuerza del golpe hizo que Miles se tambaleara. Tropezу y cayу en los brazos de los guardias del hautgobernador, que le dieron una afectuosa bienvenida.

— Eso es molesto — dijo Kety con frialdad, mirando la burbuja con la Gran Llave dentro-. Pero es un inconveniente pasajero, nada mбs. Llйvenselos. — Hizo un gesto a los guardias con la cabeza y se alejу de Nadina-. ЎTъ! — dijo sorprendido, cuando descubriу a Miles entre los guardias.

— Yo. — Los labios de Miles se abrieron en una mueca de dientes brillantes que no tenнa nada que ver con una sonrisa-. Siempre he sido yo, gobernador. De principio a fin, se lo aseguro. — Y usted estб en las ъltimas. Claro que tal vez yo estй demasiado muerto para disfrutar del espectбculo… Kety no se atreverнa a dejar con vida a los tres testigos. Pero le llevarнa tiempo disponer las muertes con cierta discreciуn. Cuбnto tiempo, cuбntas posibilidades de…?

Kety apretу el puсo y se dominу justo antes de lanzarlo contra la mandнbula de Miles. Seguramente, el golpe habrнa quebrado algъn hueso.

— No, tъ eres el que se rompe… — musitу para sн. Dio un paso atrбs e hizo un gesto al guardia con la cabeza—. Un poco de picana para йl. Para todos.

El guardia sacу la picana, un instrumento militar corriente, dirigiу una mirada a las consortes vestidas de blanco y dudу. Mirу a Kety con ojos implorantes.

Miles casi oyу los dientes apretados del gobernador.

— De acuerdo… sуlo al barrayarйs.

Muy aliviado, el guardia hizo girar la picana y tocу a Miles tres veces, primero en la cara, luego en el vientre y entre las piernas. El primer roce hizo gritar a Miles, el segundo lo dejу sin aliento y el tercero lo arrojу al suelo en agonнa, con los brazos y las piernas plegados en posiciуn fetal. No mбs cбlculos, al menos de momento. El ghemgeneral Naru, que se estaba levantando con algo de ayuda, riу en el tono de quien ve que por fin se hace justicia.

— General — le dijo Kety e hizo un gesto hacia la burbuja-, cuбnto tardarб en abrir eso?

— A ver… — Naru se inclinу junto al tйcnico de cara agotada y le sacу un aparatito que apuntу a la burbuja-. Han cambiado los cуdigos. Media hora. A partir del momento en que los tйcnicos empiecen a reaccionar.

Kety hizo una mueca. Sonу la alarma del comu de muсeca. Las cejas de Kety se alzaron en la frente y dijo:

— Sн, capitбn?

— Hautgobernador — llegу la voz formal, inquieta, de un subordinado-, hemos detectado una comunicaciуn especial en canales de emergencia. Estбn transmitiendo una enorme cantidad de datos a los sistemas. Algъn tipo de mensaje codificado. Excede la capacidad de memoria del receptor y se estб volcando en todos los sistemas, como un virus. Viene marcado con el sнmbolo imperial de emergencia. Y la seсal parece provenir de nuestra nave… Es… son уrdenes suyas?

Las cejas de Kety se alzaron mбs en un gesto de sorpresa. Despuйs observу la burbuja blanca, que brillaba en el centro de la habitaciуn. Maldijo entre dientes, una palabra larga, aguda, sibilante.

— ЎNo! ЎGhemgeneral Naru! Tenemos que anular esa cortina de fuerza… Ўahora, ahora mismo!

Se volviу para dedicar a Pel y Miles una mirada venenosa que prometнa una retribuciуn infinita; despuйs, йl y Naru se hundieron en una conversaciуn frenйtica. Inyectaron a los tйcnicos enormes dosis de sinergina que no consiguieron devolverles instantбneamente la conciencia, aunque los dos se sacudieron y gruсeron con movimientos muy prometedores. Kety y Naru estaban solos frente al problema. A juzgar por la luz malйvola que ardнa en los ojos de Pel, abrazada a Nadina, iban a llegar demasiado tarde. El dolor de los golpes de la picana se desvanecнa despacio en el cuerpo de Miles, pero se quedу en el suelo, encogido y quieto, para que al gobernador no se le ocurriera repetir sus atenciones.

Kety y Naru estaban concentrados en la tarea, tan hundidos en discusiones airadas sobre la forma mбs rбpida de proceder, que sуlo Miles reparу en un redondel brillante que se formу en la puerta de entrada a la habitaciуn. Sonriу a pesar del dolor. Un segundo despuйs, la puerta se derrumbу hacia el interior en medio de una lluvia de plбstico y metal derretido. Otro segundo de espera, para prevenir alguna reacciуn rбpida desde el interior.

Y despuйs, el ghemcoronel Benin, impecablemente vestido con su uniforme rojo, con el maquillaje reciйn aplicado, cruzу el umbral con paso firme. No iba armado, pero el escuadrуn de uniforme terracota que lo acompaсaba llevaba un arsenal suficiente como para destrozar cualquier obstбculo menor que un acorazado. Kety y Naru se paralizaron en mitad de una palabra; los criados del gobernador lo pensaron mejor, abrieron las manos, levantaron los brazos y se quedaron quietos. El coronel Vorreedi, impecable en uniforme negro de la Casa, aunque con el rostro no tan sereno como Benin, entrу en ъltimo lugar. En el corredor, mбs allб, Miles alcanzу a ver a Ivan, asomado detrбs de los hombres y las armas, con un pie en el aire y expresiуn preocupada.

— Buenas noches, haut Kety, ghemgeneral Naru. — Benin se inclinу con cortesнa exquisita-. Por orden personal del emperador Fletchir Giaja, es mi deber arrestarlos bajo la acusaciуn de traiciуn al imperio. Y… — dijo mirando a Naru con una sonrisa afilada como una navaja— complicidad en el asesinato de Ba Lura, asistente imperial.

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