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Por quй no estoy tan seguro de eso como de lo demбs?

— Tiene algo mбs que agregar, lord Vorkosigan? — preguntу Vorreedi.

— Mmmm? No. Estoy… estoy pensando… — Ademбs, sуlo lo pondrнa nervioso, coronel

— Como oficial de la embajada responsable de su seguridad personal, le pedirнa que se abstuviese de relacionarse con un hombre que parece involucrado en una vendetta cetagandana a muerte. Lo digo por usted… y por lord Vorpatril, por supuesto.

— Yenaro ya no me interesa. No le deseo ningъn mal. Mi prioridad es identificar al hombre que le proporcionу la escultura.

Las cejas de Vorreedi se elevaron en un gesto de reproche.

— Podrнa habйrmelo dicho antes…

— Siempre se entiende mбs cuando se contemplan los hechos con cierta perspectiva.

— Eso es cierto — suspirу Vorreedi, con la voz de la experiencia. Se rascу la nariz y volviу a sentarse-. Hay otra razуn por la que le pedн que viniera, lord Vorkosigan. El ghemcoronel Benin ha solicitado otra entrevista con usted.

— En serio? Igual que la anterior? — Miles mantuvo la firmeza de su voz, lo cual le resultу bastante difнcil.

— No del todo. Pidiу especнficamente la presencia de lord Vorpatril. En estos momentos estб en camino. Usted puede negarse, si lo desea.

— No… estб… estб bien. En realidad, tengo interйs en volver a hablar con Benin. Voy a buscar a Ivan, seсor? — Miles se puso de pie. Mala idea que los dos sospechosos se consultaran antes del interrogatorio, pero claro, el caso no era de Vorreedi, sino de Benin. Miles se preguntу hasta quй punto habrнa convencido a Vorreedi de que estaba cumpliendo una misiуn secreta.

— Adelante — dijo Vorreedi con amabilidad-. Aunque tengo que decirle…

Vorreedi hizo una pausa.

— No veo cуmo puede estar involucrado lord Vorpatril. No es correo. Y su expediente es tan claro como el agua…

— Mucha gente se confunde con Ivan, seсor… Pero a veces, hasta un genio necesita a alguien que cumpla уrdenes.

Miles contuvo su impaciencia mientras se dirigнa a las habitaciones de Ivan. El lujo de intimidad que les habнa proporcionado su rango de funcionarios iba a terminar muy pronto, sospechaba

Miles. Si Vorreedi no activaba los micrуfonos de las habitaciones es que el hombre tenнa un control sobrenatural sobre sн mismo o sufrнa algъn tipo de daсo cerebral agudo. El oficial de protocolo era del tipo curioso y voraz: deformaciуn profesional.

Ivan abriу la puerta.

— Entra — dijo con voz muy lenta, una voz que la impaciente llamada de Miles no conmoviу en absoluto.

Miles descubriу a su primo sentado en la cama, a medio vestir con unos pantalones verdes y camisa color crema, hojeando distraнdamente una pila de papeles de colores manuscritos. No parecнa especialmente satisfecho.

— Ivan. Levбntate. Vнstete. Vamos a entrevistarnos con el coronel Vorreedi y el ghemcoronel Benin.

— ЎConfesiуn, por fin! ЎGracias a Dios! — Ivan tirу los papeles al aire y se dejу caer sobre la cama con un suspiro de alivio.

— No. No exactamente. Pero necesito que me dejes hablar a mн y que confirmes mis palabras.

— Mierda. — Ivan frunciу el ceсo y mirу el techo-. Quй pasa ahora?

— Seguramente, Benin ha investigado los movimientos que realizу Ba Lura el dнa anterior a su muerte. Supongo que ya estarб al corriente de nuestro pequeсo encuentro en el vehivaina. No quiero joderle la investigaciуn. En realidad, me gustarнa ayudarle, por lo menos en lo referente a la identificaciуn del asesino o asesina. Asн que pienso darle tantos hechos reales como sea posible.

— Hechos reales. Quй quieres decir? Reales, opuestos a quй otra clase de hechos?

— No podemos decir absolutamente nada que tenga que ver con la Gran Llave o la haut Rian. Supongo que podemos soltar el resto de la informaciуn, pero no mencionemos ese pequeсo detalle en ningъn momento.

— Supones…? Por lo visto estбs usando una matemбtica muy distinta de la que usa el resto del universo. Te das cuenta de lo furiosos que se pondrбn Vorreedi y el embajador cuando averigьen que les ocultamos ese pequeсo incidente?

— Tengo a Vorreedi bajo control; al menos por el momento. Cree que estoy bajo las уrdenes de Simon Illyan.

— Cree… quiere decir que no es cierto. ЎLo sabнa, lo sabнa! — gruсу Ivan, se puso una almohada sobre la cara y la apretу fuertemente con las manos.

Miles se la arrebatу de un tirуn.

— Ahora tengo una misiуn. La tendrнa si Illyan estuviera al corriente de todo. Coge el destructor nervioso. Pero no lo saques a menos que yo te lo diga.

— No pienso disparar a tu superior.

— No vas a dispararle a nadie. Y ademбs, Vorreedi no es mi superior. — Ese serнa un punto legal importante cuando llegara el momento-. Tal vez lo necesite como prueba. Pero no a menos que surja el tema en la conversaciуn. No vamos a dar informaciуn voluntariamente.

— ЎClaro, claro, el truco es no dar informaciуn voluntariamente… eso jamбs! ЎPor fin lo entiendes, primito!

— Cбllate y vнstete. — Miles le tirу el uniforme de fajina-. ЎEsto es importante! Pero tienes que estar sereno. Muy sereno. Tal vez me estoy preocupando sin motivo. A lo mejor no hay razуn para tener miedo.

— No lo creo. Me parece que, en tu caso, el pбnico llega demasiado tarde… En realidad, si esperaras un poco mбs, el miedo te llegarнa posmortem… Yo ya hace dнas que estoy aterrorizado.

Miles le tirу las botas bajas con un gesto terminante. Ivan meneу la cabeza, se sentу y empezу a ponйrselas.

— Te acuerdas aquella vez en el jardнn de la Casa Vorkosigan — suspirу— cuando te pusiste a leer todas esas historias militares sobre los campos de prisioneros de Cetaganda durante la invasiуn y decidiste que tenнamos que cavar un tъnel de escape? Pero claro: tъ te encargaste del diseсo; en cambio yo y Elena tuvimos que cavarlo…

— Tenнamos ocho aсos — objetу Miles, a la defensiva-. En aquella йpoca estaba sometiйndome a un tratamiento mйdico para los huesos. Me encontraba bastante mal.

— … te acuerdas de que se me derrumbу el tъnel en la cabeza? — siguiу diciendo Ivan con la voz perdida en el recuerdo-. Y que me quedй sepultado durante horas…?

— No fueron horas. Sуlo unos cuantos minutos. El sargento Bothari te sacу enseguida.

— A mн me parecieron horas. Todavнa siento el gusto de la tierra en la boca. Tambiйn se me metнa por la nariz. — Ivan se la frotу al recordarlo-. Mamб todavнa estarнa en pleno ataque de nervios si tнa Cordelia no se hubiera sentado con ella.

— Йramos niсos… unos niсos estъpidos. Quй tiene que ver eso con lo que estб pasando ahora?

— Nada. Nada. No sй por quй me he despertado con ese recuerdo. — Ivan se puso de pie y se ajustу la guerrera-. Nunca creн que pudiera echar de menos al sargento Bothari, pero me parece que en este momento desearнa que estuviera conmigo. Quiйn me va a sacar del tъnel esta vez?

Miles tuvo ganas de ladrarle, pero en lugar de eso se puso a temblar. Yo tambiйn echo de menos a Bothari. Casi habнa olvidado cuбnto lo echaba de menos hasta que las palabras de Ivan despertaron el dolor de antiguas cicatrices, ese pequeсo espacio secreto de angustia que nunca se agotaba. Errores fundamentales… Mierda, un hombre que camina sobre la cuerda floja no necesita que alguien le grite desde abajo lo lejos que estб del suelo o lo precario que es su equilibrio en un momento dado. Eso йl lo sabнa a la perfecciуn: lo que necesitaba era olvidarlo. En esa situaciуn de inercia y velocidad, cualquier pйrdida de concentraciуn o de confianza en sн mismo, aunque fuera mнnima, podнa resultar fatal.

— Hazme un favor, Ivan. No trates de pensar. Serнa peor para ti. Sigue mis уrdenes. Con eso basta.

Ivan mostrу los dientes sin sonreнr y lo siguiу hacia el pasillo.

Se encontraron con el ghemicoronel Benin en la misma habitaciуn que la vez anterior, pero en esta ocasiуn Vorreedi prefiriу oficiar personalmente de guardia. Cuando entraron Miles e Ivan, los dos coroneles estaban ultimando los saludos de rigor y se estaban sentando. Miles esperaba que eso significara que no habнan tenido tiempo de comparar notas, por lo menos no mбs tiempo que йl e Ivan. Benin llevaba su habitual uniforme rojo, con la terrible pintura facial renovada y perfecta, reciйn aplicada. Para cuando terminaron de saludarse amablemente y todo el mundo volviу a sentarse, Miles tenнa el aliento y el corazуn bajo control. Ivan disimulу sus nervios bajo una expresiуn de benevolencia ausente que, segъn Miles, le daba aspecto de idiota.

— Lord Vorkosigan — empezу diciendo el ghemcoronel Benin—. Entiendo que usted es oficial correo.

— Cuando estoy de servicio. — Miles decidiу repetir la lнnea oficial para beneficio de Benin-. Es una tarea honorable que no me exige demasiado desde el punto de vista fнsico.

— Y le gusta su trabajo?

Miles se encogiу de hombros.

— Me gusta viajar. Y… bueno… me permite pasar mucho tiempo en el extranjero, lo cual es una ventaja… relativamente. Ya conoce usted la reaccionaria actitud de los barrayareses hacia los mutantes… — Miles pensу en el deseo de Yenaro: tener un puesto en la capital-. Por otra parte, me da una posiciуn oficial, me transforma en alguien.

— Eso sн que lo entiendo — aceptу Benin.

— Sн, claro, estaba seguro de que lo entenderнa usted, ghemcoronel…

— Pero ahora no estб de servicio?

— No en este viaje. Nos dijeron que dedicбramos nuestro tiempo a tareas diplomбticas y que, de paso, adquiriйramos un poquito de mundo…

— Lord Vorpatril es oficial de operaciones, verdad?

— Trabajo de oficina — suspirу Ivan-. Sigo esperando un destino en una nave.

No es cierto, pensу Miles. A Ivan le encantaba el cuartel general de la capital, donde podнa tener su propio apartamento y una vida social que era la envidia de los demбs oficiales. Lo que sн hubiera querido es que alguien destinara a su madre, lady Vorpatril, a una nave. A ser posible, a una nave que la llevara muy lejos…

— Mmm. — Las manos de Benin se retorcieron como si estuvieran mezclando pilas de hojas de plбstico. Respirу hondo y mirу a Miles directamente a los ojos-. Entonces, lord Vorkosigan… la rotonda del funeral no fue el primer lugar donde vio usted a Ba Lura?

Benin estaba intentando un disparo directo para poner nerviosa a su presa.

— Asн es — contestу Miles, con una sonrisa.

Benin esperaba que lo desmintiera y ya tenнa la boca abierta para el siguiente ataque, seguramente la presentaciуn de alguna evidencia oral que pondrнa al barrayarйs a la defensiva. Tuvo que cerrarla de nuevo y pensar un poco.

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