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— Sн, gracias — dijo Miles, distraнdo. Tomу la bebida de las manos de Yenaro y se la bebiу sin dudar. Se le ponнan los pelos de punta al pensar en lo que estarнa haciendo Ivan con dos hermosas ghemujeres. Aunque en ese momento, para sus ojos deslumbrados de belleza haut, todas las ghemujeres de la habitaciуn le parecнan tan groseras y aburridas como campesinas sucias de una aldea provinciana. El efecto se irнa desvaneciendo con el tiempo… al menos, eso esperaba. Le aterraba pensar en su prуximo encuentro con el espejo. Quй habнa visto la haut Rian Degtiar cuando lo miraba? Un gnomo simiesco de arcilla blanca que se retorcнa y parloteaba? Sacу una silla y se sentу bruscamente: encerrу la escalera en espiral con dos suspiros, como dos parйntesis. ЎApъrate, Ivan!

Por alguna razуn, Yenaro se habнa quedado junto a йl. Conversaba sobre teorнas de la proporciуn en la historia de la arquitectura, sobre el arte y los sentidos y sobre el mercado de йsteres naturales en Barrayar, pero Miles hubiera jurado que el hombre tenнa la mente puesta en la escalera, exactamente igual que йl.

Un par de copas despuйs, apareciу Ivan en las sombras del piso superior. Titubeу en la penumbra, con la mano sobre el uniforme verde, como si estuviera controlando el estado de su atuendo, aunque desde donde estaba Miles todas las prendas parecнan en su lugar. Ivan estaba solo. Bajу con una mano aferrada a la barandilla curva que flotaba sin apoyo aparente como un eco del arco de la escalera. Se sacudiу una vez, convirtiу una expresiуn de intensa preocupaciуn en una radiante sonrisa antes de pasar a la habitaciуn principal y caminar bajo la luz. Le temblу la cabeza hasta que vio a Miles y se dirigiу en lнnea recta hacia йl.

— Lord Vorpatril — lo saludу Yenaro-. Sн que ha sido un paseo largo el suyo… Ha visto toda la mansiуn?

Ivan mostrу los dientes, como un perro furioso.

— Todo. Hasta la luz.

La sonrisa de Yenaro no cambiу pero sus ojos parecнan llenos de preguntas.

— Me… me alegro mucho…

Otro invitado lo llamу desde el otro extremo de la habitaciуn y Yenaro se distrajo un momento.

Ivan aprovechу para inclinarse y susurrar en el oнdo de Miles:

— Salgamos de aquн. Creo que me han envenenado.

Miles levantу la vista, asustado.

— Quieres llamar al vueloliviano?

— No. Quiero ir a la embajada en el auto de superficie. Ahora mismo.

— Pero…

— No, mierda — siseу Ivan-. Marchйmonos sin llamar la atenciуn, antes de que ese bastardo sonriente suba arriba.

Hizo un gesto con la cabeza hacia Yenaro que estaba al pie de la escalera mirando hacia el piso superior.

— Veo que piensas que no es grave.

— Ah, te aseguro que es muy grave — le ladrу Ivan.

— No habrбs matado a nadie ahн arriba, verdad?

— No. Pero pensй que nunca… Ya te lo contarй en el auto.

— Eso espero. — Miles se puso de pie. Tenнan que pasar junto a Yenaro, eso era inevitable. El cetagandano se pegу a ellos como buen anfitriуn para acompaсarlos a la puerta principal y despedirlos amablemente.

Los adioses de Ivan parecнan chorros de бcido.

En cuanto el auto se cerrу sobre sus cabezas, Miles ordenу a su primo:

— Ahora, Ivan.

Ivan se recostу contra el asiento, hirviendo de rabia.

— Me tendieron una trampa.

Te sorprende, primito?

— Quiйnes? Lady Arvan y lady Bennello?

— Ellas eran la trampa, Miles. Yenaro lo organizу todo. Estoy seguro. Tenнas razуn con lo de la fuente: era una trampa. Ahora me doy cuenta. La belleza como carnada, de nuevo.

— Quй te pasу?

— Sabes algo de los rumores sobre afrodisнacos cetagandanos?

— Sн, algo sй…

— Bueno, en algъn momento en la noche ese hijo de puta de Yenaro me dio un antiafrodisнaco.

— Mmm. Estбs seguro? Quiero decir que a veces estas cosas ocurren, me dijeron que…

— Fue una trampa, una trampa, mierda. Yo no las seduje, fueron ellas… Me llevaron arriba, a esa habitaciуn sorprendente… seguro que lo tenнan todo organizado. Dios, fue… fue… — Se le quebrу la voz en un suspiro-. Fue glorioso… Por un tiempo… Y despuйs me di cuenta de que no podнa… bueno… no podнa… hacerlo.

— Y quй hiciste?

— Era demasiado tarde para salir bien parado de la situaciуn. Asн que tratй de salir de otro modo. Es lo ъnico que se me ocurriу para que no se dieran cuenta.

— Y quй diablos hiciste?

— Fabriquй folclore instantбneo… toda una serie de leyendas. Les dije que un Vor se enorgullece de su autocontrol, que no se considera correcto en Barrayar que un hombre… ya sabes, antes que su dama… tres veces. Les dije que se consideraba un insulto para la dama. Y acariciй, frotй, rasquй, recitй poesнa, toqueteй… me duelen los dedos… — Tambiйn tenнa la voz un poco rara, notу Miles-. Pensй que nunca se dormirнan… — Ivan hizo una pausa: una especie de sonrisa amarga reemplazу la mueca que se pintaba en su rostro-. Pero cuando se durmieron, estaban sonriendo. — La sonrisa se convirtiу en una mirada de desesperaciуn sombrнa-. Cuбnto te apuesto que esas dos son las peores ghemchismosas de todo Cetaganda?

— Yo no apuesto nada — dijo Miles, fascinado. En el pecado estб la penitencia… O, en este caso, en la presa estб la trampa. Alguien habнa estudiado las debilidades de su primo. Tal vez la misma persona que habнa estudiado las suyas-. Podrнamos hacer que la oficina de SegImp investigue los rumores de los prуximos dнas.

— Si se te escapa una sola palabra de todo esto… Ўte retuerzo el cuello…! Si es que consigo encontrarlo en ese cuerpo tuyo, claro estб…

— Tendrбs que confiar en el mйdico de la embajada. Anбlisis, de sangre…

— Ah, sн, sн. Quiero un rastreo quнmico en cuanto llegue. Quй voy a hacer si el efecto es… permanente?

— Ba Vorpatril? — entonу Miles, los ojos tranquilos y divertidos.

— Mierda, yo no me burlй de ti con lo de la fuente…

— No. Cierto. No te burlaste. — Miles suspirу-. Estoy casi seguro de que el doctor te va a decir que la sustancia se metaboliza rбpido, sea lo que fuere. Yenaro tambiйn bebiу de esa taza…

— Tъ crees?

— Te acuerdas del zlati? Apuesto mi ojo de plata de SegImp a que йse fue el vehнculo.

Ivan se relajу un poquito, obviamente aliviado con ese anбlisis profesional. Despuйs de un instante, agregу:

— Yenaro ya te lo hizo a ti. Ahora a mн. A la tercera va la vencida. Quй supones que harб ahora? No podemos adelantarnos a sus movimientos?

Miles se quedу callado un largo rato.

— Depende. No sй si Yenaro se estб divirtiendo o si йl tambiйn es vнctima de una serie de trampas. Tampoco estoy seguro de que exista alguna relaciуn entre las bromas de Yenaro y la muerte de Ba Lura.

— Relaciуn? Quй relaciуn?

— Nosotros somos la relaciуn, Ivan. Un par de chicos provincianos de Barrayar que vienen a la gran ciudad y estбn a punto, bien a punto, listos para que alguien les saque el jugo. Alguien nos estб utilizando. Y creo que alguien… acaba de cometer un error fatal en la elecciуn de herramientas. — O mбs bien de marionetas…

Ivan lo mirу fijo. Captaba el tono venenoso.

— Ya te has librado de ese juguetito que llevabas encima? — quiso saber.

— Sн… y no.

— Ah, mierda. Tendrнa que haberlo sabido… No puedo confiar en ti. Quй diablos quiere decir sн y no? O sн o no…

— El objeto ya estб en manos de sus dueсos, sн.

— Entonces, listo, se ha terminado el asunto.

— No. No del todo.

— Miles… Serб mejor que me cuentes…

— Sн, supongo que sн… — Miles suspirу. Estaban llegando a la zona de las delegaciones extranjeras-. Cuando termines con la gente de la enfermerнa, tengo algunas confesiones que hacerte. Pero sуlo confiarй en ti si me prometes que cuando… cuando hables con el oficial de guardia de SegImp sobre lo de Yenaro, no mencionarбs lo otro. De acuerdo?

— Eh? — Ivan hablу despacio, como si albergara profundas sospechas.

— Las cosas se estбn… complicando un poco.

— Vaya, como si antes fueran normales.

— Quiero decir que ahora se estбn complicando de verdad; son cosas que sobrepasan el rango de asuntos de mera seguridad… Se han convertido en conflictos diplomбticos de extrema importancia y delicadeza. Tal vez demasiado delicados como para someterlos a la clase de paranoicos con botas que terminan dirigiendo las oficinas locales de SegImp. Йsa es una decisiуn que deberй tomar… yo mismo. Cuando estй seguro de que estoy listo. Pero esto ya no es un juego, Ivan, y no puedo seguir sin apoyo. — Necesito ayuda, que Dios me ayude… necesito ayuda.

— Eso ya lo sabнamos ayer.

— Ah, sн… cierto. Pero el asunto es todavнa mбs complejo de lo que sospechaba ayer.

— Complejo? Hasta quй punto?

Miles dudу, y sonriу con amargura.

— No lo sй, Ivan.

Solo en el baсo de su suite, Miles se quitу lentamente el uniforme negro de la Casa Vorkosigan, que ahora necesitaba desesperadamente la atenciуn de la lavanderнa de la embajada. Echу una mirada de reojo a su propio cuerpo en el espejo, despuйs desviу la vista definitivamente. Pensу en el problema mientras estaba de pie en la ducha. Para los haut, cualquier humano normal era algo asн como una forma de vida inferior. Desde la estrecha perspectiva de la haut Rian Degtiar, tal vez habнa poca diferencia entre йl y, digamos, Ivan.

Y, de vez en cuando, los ghemlores ganaban esposas haut por grandes hazaсas. Los Vor y los ghemlores se parecнan en muchas cosas. Hasta Maz lo habнa dicho.

Hasta quй punto tenнa que ser grande la hazaсa? Muy grande. Bueno… йl siempre habнa querido salvar al imperio. Claro que no habнa pensado nunca en salvar al imperio cetagandano, pero la vida era asн, siempre tirando pelotas inesperadas, con mucho efecto…

Estбs loco, y lo sabes. Esperar, pensar siquiera en…

Si йl conseguнa desbaratar el complot de la Emperatriz, el emperador cetagandano le entregarнa… la mano de Rian? Si conseguнa mantener el complot de la emperatriz viuda, tal vez la haut Rian Degtiar se sentirнa lo suficientemente agradecida como para… darle su amor? Hacer las dos cosas al mismo tiempo serнa una hazaсa tбctica de proporciones y habilidad sobrenaturales.

Los intereses de Barrayar, cosa rara, estaban directamente relacionados con los del emperador. Obviamente, como oficial de SegImp su deber era salvar al villano y acabar con la chica.

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