Y hacía frente a la muerte, a la suya propia y a la de Giraud, con un sentimiento de incredulidad. Denys era el centro de su propio universo, Giraud era un satélite completamente de acuerdo con su situación. Era normal que Denys estuviera interesado en la psicogénesis; Denys estaba tan interesado que casi había perdido el control frente a ella; Denys quería la inmortalidad, incluso si no era con su continuidad personal, ella solamente tenía que cumplir con su promesa: si Giraud era esencial para el universo, ¿quién más que Denys?
Ella se volvió, apoyó la taza en el borde de la mesa y se asustó. Pensaba que la persona que había tras ella era Florian, que esperaba para recoger la taza; pero era Justin; y ella se sintió incómoda, en esa décima de segundo, por estar tan nerviosa y porque la hubieran atrapado como a una tonta.
Él le cogió la mano y dijo:
—Creo que me acordaré de cómo hacerlo —le ofreció la otra mano.
Ari lo contempló con los ojos muy abiertos y pensó: ¿Cuánto habrá tomado?Y levantó la mano para tomar la de él, los dedos quedaron entrelazados y los dos se movieron por la pista en un baile más lento, más adulto. Él había estado bebiendo, probablemente bastante pero se movía con gracia,seguramente tan consciente como ella de que los demás bailarines se separaban para observarlos, de que la música se hacía confusa y luego volvía al ritmo otra vez.
Él le sonrió.
—Ari nunca bailaba. Pero sus cenas provocaban chismes que duraban una semana en las oficinas.
—¿Qué mierda estás tratando de hacer?
—Lo que hago. Lo que has hecho, con Florian y con la joven Amy. Te conviene. Te conviene, Ari Emory. Se me ocurrió. Pensé que sería divertido un poco de socialización, dos veces en una noche, pensé que tendrías sentido del humor.
Ahora había otros bailarines que recuperaban el ritmo. Y la sonrisa de Justin era débil, muy deliberada.
—No te habrás metido en líos ¿verdad?
—No. Pensaba... he perdido toda una parte de mi vida ocultándome, tratando de pasar desapercibido. A la mierda. ¿Por qué no?
Ari vio de reojo la silla de Denys, cerca de la puerta. Vacía.
Y pensó: Dios. ¿Cómo acabará esto?
La música terminó. La gente aplaudió. Ella miró un segundo a Justin, un segundo que le pareció demasiado largo y demasiado público.
He cometido un error, un error muy grave.
Hay que remediarlo, por Dios, es como lo de Amy/Quentin, la gente lo interpretará así solamente con esto.
Caminó con Justin de la mano para salir de la pista, directo hacia Catlin.
—Aquí hay alguien que te puede enseñar los nuevos pasos. Es realmente asombrosa. Catlin, enseña a Justin, ¿quieres?
Cuando la banda empezó a tocar de nuevo, Catlin sonrió, tomó a Justin de la mano y lo llevó de nuevo a la pista.
Grant estaba ahí, contra la pared, atento y obviamente preocupado.
—Florian —llamó ella—, ve y pregúntale a Grant qué está haciendo Justin.
—Sí, Sera —dijo Florian y fue hacia allí.
Denys se había marchado de la habitación. Y también Seely.
Justin demostró en público que está vinculado conmigo. Nadie lo ignoraba. Pero, el hecho de que yo lo haya permitido, va a provocar rumores.
Miró a la pista, donde Justin intentaba con valor, y tal vez hasta con algo de éxito, seguir a Catlin. Y luego al rincón, donde Florian y Grant hablaban con cierta urgencia.
Florian volvió antes de que terminara la pieza.
—Grant dice que es una locura CIUD. No sabía nada. Grant le pide ayuda, pero dice que si él interviene, tal vez se convierta en algo público e intenso. Dice que Justin está perturbado desde que él y Grant volvieron a casa, Grant afirma que está dispuesto a hablar contigo, pero después añadió que usted había intervenido y me pidió que le preguntara si esto no es el resultado del psicotest.
Ari frunció el ceño.
—Mierda.
—Maddy —dijo Florian.
Y era una idea mejor que las que se le ocurrían a ella.
—Maddy —repitió Ari—. De acuerdo.
Mierda, mierda, mierda. Está empujándome, esto ha sido deliberado. Denys estaba aquí, toda la Familia miraba.
Respiró hondo.
Nada de condescencia a partir de ahora. No es un niño. Denys tampoco. Ahora no me están tratando como a una niña, ¿no? Grant cree que es un viaje emocional, o eso es lo que Justin le ordenó que me dijera.
Mierda, debería arrastrarlo a una sesión de preguntas y respuestas sobre este truquito, mierda, sí.
Y nunca confiaría en mí de nuevo, nunca volvería a ser el Justin de antes, claro.
Catlin y Justin se iban de la pista. Maddy Strassen se acercó con su gracia especial y dijo algo a Catlin. Se apropió del brazo de Justin y lo condujo hasta la mesa de refrescos mientras la banda hacía un intermedio. Stasi Ramírez se acercó por el otro lado.
Gracias a Dios.
Ari respiró un poco más tranquila, segura de que Denys tenía sus espías en la habitación, gente que le contaría todo lo que pasara al pie de la letra.
Como Petros Ivanov.
Y eso representaba una ayuda, en estas circunstancias.
Grant se quedó en un rincón, tan oculto como le permitía su elegancia de pelirrojo, charlando con la joven Melly Kennart, que tenía doce años. Totalmente inocente.
Maddy bailó dos piezas con Justin. Ari salió a la pista con Tommy Carnath, que parecía un poco disgustado.
—Paciencia —le pidió Ari—, por Dios, tenemos un problema.
—Él es el problema —replicó Tommy—. Ari, te está presionando. Tu tío esta furioso.
Si Tommy lo había captado, muchos más se habrían dado cuenta también.
Y nada podía disimularlo. Su única alternativa era dar muestras de que no respondía al acercamiento.
¿Avergonzarlo y echarlo? Justin era terriblemente vulnerable a eso. Se abría totalmente. Arriesgando su carrera entera y tal vez su vida en ese movimiento, y no era estúpido, no, no había forma de que un hombre que había caminado por tantas cornisas en su vida rompiera el esquema de pronto en un arranque emocional. No importaba si estaba borracho. Nada importaba. Justin había calculado la jugada. Lo había hecho a propósito.
Y la había acorralado. Apóyame frente a toda la Familia o recházame. Ahora.
Lo mataré.
Lo mataré por esto.
IX
—Ser, Justin está aquí —anunció Florian por el Cuidador.
—Ya era hora. Tráelo al estudio. A él, no a Grant —respondió Ari sin levantar la vista del escritorio.
—Grant no ha venido con él —informó Florian.
Florian no lo había dejado entrar todavía: el Cuidador siempre sonaba en las habitaciones de Ari para indicarle que había entrado un extraño. Y sonó; y ella terminó su nota para el sistema antes de moverse de la silla. Cuando acabó, ordenó a Base Uno que se desconectara y se dirigió por el pasillo hacia el bar y el estudio.
Justin estaba allí, en aquella habitación tan llena de malos recuerdos para él, caminando en el estrecho pasillo detrás del inmenso sillón con borde metálico, admirando las pinturas. Mientras, Florian esperaba discretamente en el bar, como un eco inconsciente; Florian y Catlin no habían visto la cinta.
Ella había elegido el lugar.
Favor por favor.
—Me gustaría saber —dijo, desde detrás de Justin, al otro extremo de la habitación con suelo de madera—, me gustaría saber qué mierda esperabas lograr anoche.
Él se volvió para mirarla de frente. Señaló la pintura que había estado observando.
—Ésta es mi favorita. La vista del Barnard. A pesar de su simplicidad, resulta conmovedora, ¿verdad?
Ella respiró hondo. Conmueve, sí. Me está Trabajando, eso es lo que desea.
—Grant me pidió ayuda —dijo—. Conseguiste asustarlo. Espero que te des cuenta. Yo te libré de las garras de Giraud. Te evité pasar por Detención. Me arriesgué por ti. ¿Qué esperas que haga, gritar? Te hago favores. Muevo cielo y tierra por ti. ¿Qué haces tú por mí? Me acorralas en público. Me pones en una situación difícil. No creo ser mucho más inteligente que tú, Justin Warrick, así que no me sueltes que fue una reacción espontánea. Estoy segura de que querías acorralarme. Querías que te apoyara o eludiera mi responsabilidad en el momento en que tú lo decidieras; y si Tommy Carnath, Florian y Stasi Ramírez se dieron cuenta, ya me dirás si te parece que Yanni Schwartz o Petros Ivanov o mi tío lo habrán pasado por alto.