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—Podemos llevarla.

—Dios —dijo ella cuando sintió que Florian le pasaba las manos por debajo del cuerpo—. Me caería... Florian...

Él se detuvo.

—Iré caminando —determinó ella. Y se levantó y avanzócon las manos sobre los hombros de ellos dos, pero no porque necesitara ayuda para mantener el equilibrio.

Era que en ese momento necesitaba a alguien.

Ari se mordió el labio, en un silencio perfecto mientras Justin leía el informe. Se sentó así, con los brazos sobre las rodillas y las manos apretadas mientras él pasaba las hojas de la impresión.

—¿Qué es esto? —preguntó él muy serio, levantando la vista—. Ari, ¿dónde has conseguido esto?

—Es un mundo que yo he inventado. Como Gehenna. Uno empieza con estos grupos. Y les dice que tienen que defender la base y enseñar a sus hijos. Y les da estas cintas. Y consigue este tipo de parámetro entre A e Y en la matriz; y este grupo entre B e Y, y así; y hay una relación directa entre el cambio en A y el resto de los cambios, así que diseñé un modelo mecánico estricto, como si fuera una estructura de flujo pero con todos estos niveles.

—Comprendo. —El ceño de Justin se llenó de arrugas y preguntó, con miedo—: Pero no es Gehenna, ¿verdad?

Ella negó con un gesto.

—No. Eso es secreto, de ahí viene todo el problema. He construido esto con un conflicto interno, pero está bien, hay que mantenerlo dentro de unas pocas generaciones. Lo que estoy preguntándome es si todos los grupos cambian al mismo ritmo.

—Quieres decir que estás cargando la colonia toda al mismo tiempo. Sin presencias del exterior.

—Pueden llegar en la cuarta generación. Se hizo así en Gehenna. Mira la página 330. Él pasó las páginas y la estudió.

—Solamente quiero hablar de esto —dijo ella—. Me puse a pensar si algunos de los problemas en los modelos sociológicos no surgen porque uno trata de hacer modelos que funcionen. Así que decidí hacer un sistema con conflictos deliberados, para ver cómo funcionan los problemas. ¡Cambié todo! No tienes que preocuparte porque te esté diciendo algo que no debas saber. Solamente me puse a pensar en Gehenna y en los sistemas cerrados y diseñé un modelo. Está en el apéndice. Tiene una especie de gusano. No voy a decirte en qué consiste pero creo que lo descubrirás, o estoy muy equivocada. —Se mordió el labio—. Página 330. Uno de esos párrafos es de Ari. Sobre valores y contradicción. Tú me cuentas muchas cosas. He estado mirando las notas de Ari para ver si había algo que pudiera ayudarte. Eso es de ella. Y también el fragmento sobre los grupos. Es real. Está sacado del Archivo. Pensé que podías usarlo. Un intercambio justo.

Era muy peligroso. Estaba muy cerca de datos que la gente debía ignorar, que podían causar una ola de pánico contra los habitantes de Gehenna e incluso cosas peores.

Pero todos en Reseune especulaban sobre las cintas de Gehenna, y la gente de Reseune no iba a hablar con la del exterior, que de todos modos no lo entendería. Ella se sentó allí con las manos apretadas y el estómago revuelto, arrepentida en parte, pensando que tal vez él se daría cuenta de demasiadas cosas, porque era muy inteligente. Pero él trabajaba con microsistemas. Los de Ari eran macrosistemas, en el sentido más amplio de la palabra.

Él permaneció en silencio durante un rato.

—Sé que me estás diciendo algo que no debes decirme —dijo en un murmullo. Como si los estuvieran espiando; o era la costumbre, como en ella—. Mierda, Ari, tú lo sabes. ¿Qué tratas de hacerme?

—¿Cómo puedo aprender sin esto? —le murmuró ella, en voz baja porque él también había hablado así—. ¿Con quién más puedo aprender?

Él tocó las puntas de las páginas y las miró. Y después levantó la vista.

—Has trabajado mucho en esto.

Ari asintió. Por eso había fallado con el último trabajo. Pero eso era quejarse. Y no lo dijo. Esperó a ver qué le decía él.

Y él veía muchas cosas, en efecto. Ari se dio cuenta al escudriñarle el rostro. Justin no trataba de disimular su preocupación. Solamente la observó durante muchísimo rato.

—¿Nos están vigilando? —preguntó.

—Mis tíos —respondió ella—, probablemente. —Sin decir que ella sí podía hacerlo—. Tal vez termine en el Archivo. Supongo que tratan de grabarme siempre que pueden, porque yo los eché de mi dormitorio hace mucho. No te preocupes. No importa lo que escuchen. No pueden negarme nada que necesite aprender. No pueden causarte problemas.

—Para ser la que detuvo al Concejo de Novgorod, pareces bastante inocente.

—No van a hacer nada, te lo aseguro.

—¿Por qué? ¿Porque tú lo aseguras? Tú no administras Reseune, sino tus tíos. Y lo harán durante unos cuantos años todavía. Ari, Dios mío, Dios mío, Ari...

Apartó la silla, se levantó y salió por la puerta.

Y ella se quedó sentada allí, con Grant al otro lado de la desordenada oficinita, mirándola no como un azi, pero muy frío y muy preocupado, como si ella tuviera la culpa de algo.

—¡No va a pasar nada! —le espetó Ari a Grant. Grant se levantó y tomó el informe del escritorio de Justin.

—Eso es suyo —dijo ella y puso una mano sobre el informe.

—Le pertenece a usted. Puede llevárselo de nuevo o puedo guardarlo en la caja fuerte. No creo que Justin quiera enseñarle nada más por hoy, joven sera. Supongo que leerá con cuidado lo que le ha dejado. Pero usted acaba de enterrarlo. Y supongo que a mí también. Seguridad nunca creerá que yo no estaba involucrado.

—¿Quieres decir en lo de su padre? —Ella miró a Grant desde una posición de desventaja porque Grant se alzaba sobre ella, junto a la silla—. No importa. Khalid no va a durar en el puesto. Seis meses más y no habrá problema. Defensa va a portarse bien de nuevo y no habrá problemas.

Grant la miró un momento con los ojos muy abiertos. Después dijo:

—Libere a Jordan, ¿por qué no lo hace, joven sera? ¿Tal vez porque no puede? Por favor, váyase. Yo guardaré esto para él.

Ella se sentó un momento más allí mientras Grant cogía el informe, lo llevaba a la caja fuerte en la pared y lo guardaba. Después Grant se fue.

Y la dejó, la dejó allí.

Así que ella también salió, caminó por el vestíbulo con un nudo en la garganta.

Justin se sintió mejor en casa con una copa entre las manos. Con el informe sobre el regazo. Lo había sacado de la caja fuerte y cuando Grant dijo que era peligroso llevarlo, él le contestó:

—Que me arresten, estoy acostumbrado. ¿Qué mierda importa?

Así que se sentó con un whisky con mucha agua a leer el párrafo de la página 330, una y otra vez.

—Dios —suspiró, cuando terminó de leerlo por segunda vez, tratando de entender el precioso contenido a través de las limitaciones de las palabras. Era valioso, era como una luz que se mueve sobre un área muy pequeña, pero no había nada pequeño ni incongruente en la ilación de las ideas—. Está hablando de valores. La forma en que se entrelazan la red del ego y los grupos de valores en una psique azi y los estilos de integración, por qué unos son mejores que otros. Necesitaba esto, desde el principio. Tuve que resolverlo yo mismo. Mierda, Grant, ¿cuánto más de lo que hice ya está en esos Archivos, esperando? Es una idea horrible, ¿no te parece?

—No es verdad —replicó Grant—. Si lo fuera, Ari estaría haciendo el trabajo.

—Creo que sé por qué le interesé —dijo él—. Al menos, una parte del motivo. —Tomó otro sorbo y hojeó el informe—. Me pregunto cuánto de esto se debe a nuestra Ari. Si es algo que Ari senior le sugirió que hiciera, y le dio el esquema, claro, o si es Ari la que lo concibió. Es un proyecto como para una graduación. Ni más ni menos. Una tesis. Y me doy cuenta ahora de la forma en que Ari debió haberme visto, cuando yo tenía diecisiete años y era totalmente inocente con respecto al diseño. Pero hay mucho más en esto. El trabajo del modelo es de primera.

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