—¿Es linda? —O también—: ¿Cómo está?
Y él se sentía como si alguien le apretara el corazón.
Por un bebé recién nacido, Señor. Y mientras encendían las luces de una fiesta en la residencia de los técnicos, y de otra en las residencias del Ala Uno, él y Grant celebraban su propia malhumorada conmemoración.
Estaban sentados al fondo del apartamento que había sido su hogar desde pequeños, el apartamento que había pertenecido a Jordan, con tostadas y pedazos de salchichas secándose sobre el plato, dos botellas de vino vacías entre migas de tostadas y anillos de humedad sobre la mesa de piedra, y una tercera botella, una tercera botella vacía. Y eso fue suficiente, al fin, para distanciarlo de la realidad.
¿Desear que muera un recién nacido? Dios, ¿qué clase de pensamiento es ése?
Levantó el vaso siguiente cuando lo llenó y brindó con Grant con alegría forzada.
—Por el bebé.
Grant frunció el ceño y no bebió.
—Vamos —dijo Justin—. Podemos ser caritativos.
Grant levantó las cejas e hizo un pequeño ademán con los dedos. Recuerda que tal vez nos están vigilando.
Eso siempre era verdad. Jugaban con los monitores de la Casa, pero tenían que salir para poder hablar sin preocuparse por lo que decían.
—Mierda, que oigan lo que quieran. No me importa. Me da lástima la niña. Ella no lo pidió.
—Ningún azi pide lo que tiene —declaró Grant con seriedad. Luego se le formó una arruga en la frente—. Supongo que nadie lo hace.
—No, nadie. —La depresión volvió a cernirse sobre la habitación.
Justin ignoraba qué destino les esperaba. Ese era el problema. Reseune estaba cambiando, sólo se veían caras nuevas, cambios de puesto, los azi estaban inquietos por la orden de rejuv. Excitados por eso, excitados por el hecho de que seguramente habían caído bien a alguien y asustados por los traslados, y los ascensos y la llegada de desconocidos. No es que hubieran sufrido daños por ese miedo, sólo estaban más sobrecargados que antes: los horarios de entrevistas con supervisores estaban al completo y los supervisores mismos pedían una ayuda que nadie podía darles.
Mientras, en el Ala Uno había un apartamento cerrado como un mausoleo. Nadie lo limpiaba, nadie lo tocaba, nadie lo abría.
El apartamento esperaba.
—No creo que tengan más éxito que con Bok —dijo Justin finalmente—. De verdad, no lo creo. Jane Stassen,por Dios. La endo... —«Endocrinología» no era una palabra que se pudiera decir después de una botella y media de vino—. Maldita química. Funciona bien en las máquinas. Es sólo una forma que tiene la naturaleza para llegar a los umbrales. Simple teoría. Pero terminarán volviéndola más loca que a Bok. Tendrían más posibilidades si le pusieran cintas profundas desde el principio. Eso del factor creatividad es una patraña, nada más. Enseñarle a que le guste el trabajo de Ari, hacerle un poco de empatía mediante cinta profunda, por Dios, y dejarla sola. Todo este proyecto es una obsesión de lunáticos. Lo que buscan no es el talento de Ari, no quieren a una linda nenita brillante. ¡Quieren a Ari! ¡Lo que desean es el poder, la personalidad! Es un juego de reliquias que han pasado por la rejuv y miran con ojos abiertos el cartel de FIN y cuentan con todo el presupuesto de Reseune para consolarse. Eso es lo que pasa. Un desastre. Están en juego las vidas de demasiadas personas, y a los de arriba esto les trae sin cuidado; eso es lo que están haciendo. Ese bebé me da pena. De verdad, me da pena.
Grant se limitó a contemplarlo durante un largo rato. Luego dijo:
—Creo que hay algo de cierto en cuanto a la creatividad y a la cinta, eso que nosotros no tenemos en el mismo grado.
—¡Vamos! —A veces, pisoteaba a Grant sin darse cuenta. A veces abría la boca y olvidaba la sensibilidad con la que se ganaba la vida al tratar a los azi en la ciudad. Y se odiaba por eso—. Lo que dicen es una tontería. No puedo creerlo; si tú eres capaz de arreglar un diseño que llevó de cabeza a veinte diseñadores veteranos durante un mes...
—No me refiero a eso. Yo soy azi. A veces veo un problema desde un punto de vista que ellos no tienen. Frank también es azi, pero no es lo mismo. Yo puedo ponerme un poco orgulloso. Tengo derecho. Pero cada vez que debo discutir con Yanni es como si me diesen una patada en el estómago.
—Todos sienten lo mismo. Yanni es...
—Óyeme. No creo que tú lo sientas de la misma forma. Pero yo sé que cada pequeña parte de lo que me pone nervioso está en ese libro del dormitorio, y que lo que te hace sentir lo mismo a ti no cabría en todo el apartamento. Mira lo que están haciendo con Ari. Tuvieron que construir todo un túnel en la montaña para dar cabida a su personalidad.
—¿Y qué importancia tiene que el día en que se declaró la guerra comiera pescado en el almuerzo y que la menstruación hubiera empezado dos días antes? Es una estupidez, Grant, una tontería, y éste es el tipo de datos que van a guardar en el túnel. (Junto con esas malditas cintas, eso también está ahí. Hasta que el sol se congele. Eso es lo que la gente recordará de mí.)Tú te pones nervioso con Yanni porque él siempre está a punto de derretirse, eso es todo. Es su naturaleza dulce, y te aseguro que no ha mejorado después de perder el puesto en Fargone.
—No. No me estás oyendo. Hay una diferencia. El mundo es demasiado complicado para mí, Justin. No puedo explicarlo de otra manera. Comprendo las microestructuras mucho mejor que tú. Mi capacidad de concentración es mejor en las cosas sutiles. Pero hay algo en los psicogrupos de los azi que les impide enfrentarse a las macroestructuras regidas por el azar. Todo ese túnel, Justin, sólo para contener su psicogrupo.
—¡A la mierda el psicogrupo! Es lo que ella hizo, y a quién hirió, y ella tenía ciento veinte años. Si fueras a Novgorod y compraras unos cuantos cancilleres, llenarías ese túnel también, y muy rápido.
—No podría hacerlo. No podría ver detrás de mí. Así es como lo siento.
—Has vivido entre estas paredes durante toda tu vida. Aprenderías.
—No. No las mismas cosas. Eso es lo que te quiero decir. Podría aprender todo lo que sabía Ari. Y todavía tendría un punto de vista demasiado restringido.
—¡No lo tienes ni siquiera ahora! ¿Quién vio el conflicto del 78? Yo no.
Grant se encogió de hombros.
—Eso es porque los que nacen hombres cometen la mayor parte de sus errores racionalizando una contradicción. Yo siempre que doy ese salto soy consciente de ello.
—Me comprendes sin problemas.
—No siempre. No sé lo que te hizo Ari. Sé lo que pasó. Sé que a mí no me habría afectado de la misma forma. —Podrían hablar de eso ahora. Pero rara vez lo hacían—. Ella podía reestructurarme si quería. Era muy buena. Pero no pudo hacértelo a ti.
—Hizo muchísimo. —Dolía. Especialmente esa noche. Justin deseaba cambiar de tema.
—No, no pudo hacerlo. Porque tu psicogrupo no cabe en un solo libro. Eres demasiado complejo. Puedes evolucionar. Y yo debo ir con mucho cuidado cuando cambio. Ve la parte interior de mi mente. Es muy simple. Son habitaciones. La tuya está formada por botellas de Klein.
—Dios. —Justin se burlaba.
—Estoy borracho.
—Estamos borrachos. —Justin se inclinó y puso la mano sobre el hombro de Grant—. Los dos estamos hechos en el espacio de Klein. Por eso estamos en el punto donde empezamos y estoy dispuesto a apostar a que mi psicogrupo no es más complejo que el tuyo. ¿Quieres seguir discutiendo?
—Yo... —Grant parpadeó—. ¿Quieres un ejemplo? Mi corazón acaba de cambiar de ritmo. Eso me avergüenza mucho. Es el disparo de ese supervisor. No quiero discutirlo porque no considero inteligente confundir la mente; y salto por dentro como si fuera una orden.
—Me enfurece que te pongas tan autoanalítico, mierda. No quieres discutirlo porque no sabes si Seguridad está oyendo; es una cuestión personal y tú sólo guardas las apariencias .Todos tus grupos profundos describen lo mismo que yo siento. Y por eso yo no te entro en la cabeza .