—Por eso te quedaste.
Eso la había molestado. Ese acto irracional.
Él sonrió más todavía. Un triunfo leve, muy cuidadoso, en territorio contrario.
—Uno de los dos tenía que quedarse. Para asegurarle a usted que permaneceremos en silencio si todo va bien.
—Claro. ¿Jordan planeó todo esto?
Ahí sí reaccionó. Sabía que había reaccionado. Era una alabanza inesperada y ridícula.
—No —respondió.
—Tú lo hiciste. —Ari rió y a él le molestó la reacción, a pesar de que todos los movimientos del cuerpo de ella, su espalda contra el respaldo del taburete, su sonrisa astuta, todo indicaba que estaba sorprendida.
Ari jugaba con sus propias reacciones como lo hacía su padre, con toda su habilidad, hasta el final.
Y lo mismo debía hacer él. Se encogió de hombros, despectivo, como si tratara con un compañero.
—Muy astuto —dijo Ari—. Pero pusiste demasiado en manos de Grant.
Está muerto,pensó él, preparándose para la peor noticia que le podía comunicar. Tal vez me mienta sobre eso.
—Confío en él —replicó él.
—Hay un error en tu plan, supongo que lo sabes.
—¿Y cuál es?
—Jordan. No le va a gustar nada todo esto.
—Yo hablaré con él.
El muchacho empezó a temblar, el frío de los conductos de criogenia que corrían sobre sus cabezas pareció absorber todo el calor de su cuerpo. Sintió que su control se derrumbaba e hizo un tremendo esfuerzo por reagrupar las fuerzas. Era una táctica que le había enseñado su padre, esa aplicación alternada de tensión y alivio que estaba usando ella, mientras buscaba pistas en la dilatación de los ojos, las pequeñas tensiones de los músculos, todo sumergido en un ritmo como un esgrimista, arriba, abajo, arriba, abajo y luego algo fuera de ritmo en el momento en que él descubría las reglas del juego. Lo veía venir. Le sonrió, porque ahora había recuperado el control.
—Se divertirá mucho cuando se lo cuente —continuó Justin.
Una sonrisa lenta se derramaba sobre la cara de Ari; o era un punto para él o era una deliberada caída de la máscara para hacerle creer que era un punto.
—Desde luego, tienes coraje —dijo Ari—. Y no eres nada presuntuoso, ¿eh? Maldita sea, niño, el plan tienecabos sueltos, no estás realmente seguro de controlar todos los hilos, pero te lo concedo, es una excelente maniobra. Muy difícil de repetir, claro.
—No tengo que irme hasta que se vaya mi padre.
—Bueno, ¿ves?, ése es un problema. ¿Y cómo vamos a desenredar esta pequeña maraña? ¿Lo has pensado a fondo? Dime qué pasará cuando llegue el momento de que Jordan salga al mundo. Estoy muy interesada.
—Tal vez usted me plantee una oferta.
Ari le sonrió abiertamente.
—Ah, maravilloso. Eras tan callado. ¿Qué hiciste, tratar de robar las notas de los exámenes?
—Supongo que es usted quien debe saber eso.
—Ah, vamos. —Esta vez, Ari rió abiertamente—. Eres brillante. Me has enseñado una lección. A mi edad, lo valoro mucho. Realmente, debes de querer mucho a Grant para abandonar tu disfraz por él. Lo quieres mucho. —Se inclinó sobre la mesa, un codo sobre el mármol y lo miró con seriedad—. Déjame decirte una cosa, querido. Jordan te quiere... mucho. Mucho, mucho. Es evidente por tu comportamiento. Y debo decir que ha hecho un trabajo excelente con Grant. Los niños necesitan este tipo de educación. Pero cuesta un terrible precio. Somos mortales. Perdemos a la gente. Y realmente nos duele cuando a ellos les duele, ¿no es cierto? Las familias constituyen un gran problema. ¿Qué vas a decirle a Jordan?
—No lo sé. Tanto como sea necesario.
—¿Quieres decir tanto como sea necesario para que entienda que ha ganado?
Ruptura y reposición. El sólo le sonrió; se negaba a un debate con su maestra.
—Bueno —dijo ella—, esta vez Jordan debe estar orgulloso. No digo que sea un plan prudente. Sin embargo, a pesar de que el plan es muy inteligente, las razones son tremendamente estúpidas, pero claro, el amor nos vuelve estúpidos, ¿verdad? ¿Cómo crees que reaccionará Jordan si yo te acuso de esto?
—Hará públicas sus opiniones. Irá al Departamento. Y usted no quiere que haga eso.
—Bueno, pero tenemos muchas otras opciones, ¿no? Su hijo es en efecto culpable de robo, de vandalismo, de entrar en archivos que no le corresponden. Y hay tanto de eso que no tiene por qué pasar. Jordan puede hacer acusaciones, pero yo también; ya sabes que si esto se hace público, la cinta que tiene no va a funcionar, y no importa los intereses que se oculten en el trato. Lo dejarán solo sin pensárselo dos veces. Pero eso ya lo sabes. Es lo que hace que la cosa funcione, ¿no?, a menos que yo quisiera tomar medidas para recuperar a Grant y procesar a esos amigos tuyos. Eso es lo que se te ha ocurrido, ¿sabes? Que yo puedo hacer lo mismo que tú, quebrantar la ley; y si alguien hace público lo que hiciste y si tu padre tiene que oír tus razones personales, nuestras pequeñas sesiones privadas, ¿eh? Eso le va a molestar mucho, te lo puedo asegurar.
—Si yo voy a la corte, eso no beneficiará a nadie. Usted no puede permitirlo. Ahora tiene los votos del Concejo. Si quiere que las cosas se destruyan, póngale una mano encima a Grant, y yo hablaré. Espere y verá.
—Maldito espía —masculló ella lentamente—. Crees que lo dominas todo, ¿eh?
—Entiendo lo suficiente como para saber que mis amigos no van a usar una carta hasta que no la necesiten.
—¿Qué tenéis vosotros para dominar a los Kruger, para que ellos se arriesguen así por unos mocosos? ¿O crees que el otro bando no va a usaros a los dos, a ti y a tu padre? ¿Has pensado en eso?
—No tenía muchas oportunidades, ¿no le parece? Pero las cosas continuarán seguras mientras se mantenga el trato para el traslado de Jordan y usted no le ponga las manos encima a Grant. Si me llevan a mí a un psicotest, oirán muchas cosas, sobre el proyecto, quiero decir. Supongo que usted no querrá que empiecen a hacer preguntas sobre todo eso fuera de Reseune justo ahora.
—Maldito seas, joven peligroso. —Ari se inclinó y levantó un dedo en dirección a Justin—. ¿Jordan preparó esto?
—No.
—¿Te aconsejó?
—No.
—Increíble. Y no voy a ser la única sorprendida. Si esto va a la corte, el Departamento no va a creer en su inocencia. Y eso es lo que va a pesar cuando lleguemos a la votación, ¿no te parece? Así que mantengámoslo en secreto. Le puedes decir a Jordan lo que quieras, será una especie de punto muerto. No tocaré a Grant, no haré que arresten a los Kruger. Ni siquiera ordenaré que los asesinen. Ah, sí, podría hacerlo. Podría arreglar un accidente para ti. Y para Jordan. La maquinaria de la granja es tan peligrosa...
Justin estaba sorprendido y asustado. Nunca había esperado que ella fuera tan directa.
—Quiero que pienses una cosa —dijo Ari—. Lo que le digas a tu padre puede mantener esta situación estable, o hacerla estallar. No tengo ningún inconveniente en que Jordan vaya a ese puesto en Fargone. Y te diré exactamente el tipo de trato que quiero hacer para desenredar esta madejita que has organizado para nosotros. Jordan puede irse a Fargone en cuanto haya una oficina para él. Y cuando él se vaya desde la estación Cyteen, todavía estarás aquí. Harás que Grant lo siga apenas se abra el pasillo Hope y el proyecto Rubin esté bien encaminado. Tú tomarás la siguiente nave. Y todo eso hará que tú y tu padre sigáis con la boca cerrada hasta que yo termine mi proyecto. Los militares no dejarán que Jordan haga mucho ruido. Odian que los medios presten atención a sus proyectos. O... o podemos hacer saltar todo ahora mismo y discutirlo en la corte. Supongo que sé quién ganaría si decidiéramos de pronto traer a Rubin de vuelta a Cyteen y dejar las instalaciones en Fargone.
He caído en una trampa,pensó Justin. Pero, ¿cómo podía evitarla? ¿Qué he hecho mal?
—¿Estás de acuerdo? —preguntó ella.
—Sí. Siempre que usted cumpla con sus promesas. Y si yo vuelvo al ala de mi padre.