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Se quedó callado, mirando hacia el apacible río con el que yo me había familiarizado muchos años antes en casa de su hermano Rylands, como si aún viera allí a su prisionero 'Carbuncle' mezclándose con el gentío en el muelle lejano. Le había visto esa mirada a mi padre, más de una vez, y también a él cuando nos había seguido con paso parsimonioso a la señora Berry y a mí hasta el pie de la escalera para mirar hacia el punto que yo señalaba en lo alto del primer tramo, donde había encontrado la mancha de sangre durante mi noche de fiebre en su casa, tras quedarme solo consultando libros: unos ojos muy abiertos que le conferían una expresión contradictoria, casi de niño que descubre o ve algo por primera vez, algo que no lo asusta ni le repele ni tampoco lo atrae, sino que le produce pasmo, o algún saber intuitivo, o bien una especie de encantamiento.

Wheeler bebíó ahora un trago largo de agua, casi inconscientemente, no era de extrañar que tuviera sed, llevaba hablando mucho rato y al final había derivado hacia su locuacidad ensimismada. Salvo en uno, yo había temido en todo momento que decidiera pararse, por la fatiga o por un ataque más prolongado de afasia o porque se arrepintiera de pronto de estarme contando tanto. Nunca me había contado tanto de su vida antigua, o en realidad casi nada. 'Por qué lo estará haciendo ahora', pensé. 'Tampoco es que yo le haya insistido demasiado, ni le he rogado, ni lo he halagado. Yo no sonsaco. Deberé preguntárselo antes de separarnos, si me queda un resquicio.' Todo aquello me interesaba muchísimo pero si lo dejaba irse hasta el Sudeste Asiático de sus misiones corría el riesgo de que no regresara, o de que lo hiciera demasiado tarde, cuando ya la señora Berry nos llamase para el almuerzo, como una madre a sus niños. No es que pensara que delante de ella Wheeler fuera a callarse, o que a aquellas alturas le tuviese muchos secretos, en todo caso no los relativos a la muerte de Valerie, que era lo que yo más quería saber en aquel instante, tal vez porque había estado con mi mujer hacía poco y la había sentido en peligro; pero con las narraciones hay que llevar cuidado, a veces no admiten testigos, ni siquiera mudos, y si los hay se suspenden. El piano de la señora Berry seguía sonando, de nuevo tocaba música bastante alegre, me pareció que esta vez eran piezas del italiano Clementi, que también había vivido largo tiempo en Londres, un exiliado más, piezas de su popular método Gradus ad Parnassumo quizá eran sonatas, otro músico arrumbado por Mozart, quien además —nunca al parecer buen colega— le había atribuido una habilidad mecánica y con eso lo había hundido, acaso porque Clementi había osado medirse con él en Viena ante el Emperador, los dos como intérpretes virtuosos.

—¿Qué le pasó a Rendl? —Decidí hacer volver a Peter a donde estaba. Pero ya no me atreví a retraerlo hasta Valerie directamente. Si insistía como si no, podía acabar perdiéndola.

—Oh sí, disculpa. Por eso no me gusta ponerme a contar historias, y aún menos en mi actual estado. A menudo me voy por las ramas y no si tienen interés. Lo ideal sería que sí, ¿verdad?, que lo tuvieran tanto como las raíces y el tronco.

—Tienen enorme interés, Peter. Esa rama de 'Carbuncle'... no la conocía, obviamente. Pero siento curiosidad por saber qué le pasó a Rendl.

—No la conocíais ni tú ni nadie. Hasta hoy —contestó, y me pareció notar en su tono que quería subrayar debidamente la importancia de aquel hecho—. Ni siquiera Mrs Berry, ni siquiera Toby. Ni siquiera Tupra, que es tan metomentodo con el pasado. Como creo que una vez te dije, en teoría yo no estoy todavía autorizado a contar en qué consistieron mis 'encargos especiales' entre el 36 y el 46, ni algunos de después tampoco, y he cumplido. Hasta hoy. Claro que decir 'todavía' en mi caso resulta irónico y de mal gusto, el permiso no me va a llegar a tiempo. En el asunto 'Carbuncle' hay un motivo más para callármelo, porque mis superiores no se enteraron nunca de que lo dejé suelto. No es que me hubiera ocurrido nada muy grave por desobedecer esa orden, no éramos como los alemanes, ni como los rusos, y a nadie puse en peligro. Pero preferí decirles que le había procurado tumba húmeda durante la travesía, de acuerdo con su sugerencia. Al fin y al cabo aquel individuo iba a estar tan desaparecido, a ser tan inencontrable como en el fondo del Estrecho de Malaca con un absurdo equipo de golf atado al cuello, con el que de hecho lo obligué a cargar durante el viaje y que luego dejé que alguien me birlara en el puerto. (Sí, ya lo creo que había idiotas en los Servicios Secretos, fueron ellos quienes me endilgaron los palos.) Después de habérsela jugado así a los japoneses, él era el principal interesado en que se lo supusiera muerto, y no había el menor riesgo de que volviera a aparecérsele a un británico, ni en pintura. —Y esta última expresión la dijo en español, tal vez porque en inglés no hay equivalente exacto, no tan gráfico. También había recurrido a mi lengua al decir 'me voy por las ramas', y había continuado la metáfora en la suya, eran mezclas frecuentes entre nosotros, como lo habían sido entre Cromer-Blake y yo en mi etapa de Oxford—. En cuanto a Rendl, bueno: no es sólo que todo tenga su tiempo para ser creído, sino que además tuvimos la mala suerte de que en su caso la acusación no fuera falsa y de que no militara en la Wehrmachtregular, digamos, donde quizá no le habría sucedido nada más allá de una reprimenda, un arresto o un descenso, o las tres cosas. O si hubiera sido un dirigente del Partido: allí el engaño, con fortuna, y dependiendo de sus amistades y su eficacia, podría haberse pasado por alto. —Noté que había empleado la primera persona del plural, que impropiamente había dicho 'tuvimos'—. Las SS, en cambio, se contaba, exigían a sus miembros una pureza de sangre 'alemana' acreditada desde 1750, al menos en la teoría y al principio. Himmler debió de darse cuenta de que la mayoría de los aspirantes no eran capaces de rastrear sus orígenes hasta tan lejos y de que su cuerpo podía quedarse rápidamente en cuadro, en cuanto empezó a sufrir bajas de guerra. Así que desde 1940 las SS se nutrieron en buena medida de voluntarios de países considerados 'germánicos', sobre todo las Waffen-SS, la sección armada, de combate, que se llenó de holandeses, flamencos, noruegos y daneses. Y ya más tarde, hacia el final, admitieron también a voluntarios 'no germánicos', a franceses, italianos, valones, ucranianos, bielorrusos, lituanos, estonios; y a húngaros, croatas, serbios, eslovenos, incluso albaneses. Hubo hasta una Legión India, y divisiones musulmanas, recuerdo la Skanderbeg y la Kama (y había una tercera, ahora no me viene el nombre), figúrate en qué quedó la pureza aria. Y hasta un diminuto British Free Corps tuvieron, que les sirvió más que nada para hacer propaganda. Pero aquella severidad inicial de los años veinte y treinta te da una idea de lo inadmisible que resultaba que un oficial ya veterano descendiera de una judía no precisamente remota, una abuela, y que hubiera mentido al respecto y hubiera hecho desaparecer papeles para ocultarlo y 'contaminar' al cuerpo. Mientras duró la Guerra no supimos con exactitud qué se había hecho de Rendl tras nuestro desenmascaramiento, aunque sí que la denuncia tuvo que surtir efecto, porque su nombre desapareció de las listas de oficiales que caían periódicamente en manos del MI6 o del PWE. Jefferys, o Delmer, o los alemanes de éste, hacían llegar las acusaciones a las autoridades nazis a través de nuestros infiltrados, y aquéllas efectuaban sus pesquisas, supongo. Eso era relativamente fácil, sobre todo en los países ocupados, donde contábamos con colaboradores locales. Luego ya no lo era tanto obtener información de los resultados, saber qué bulos nuestros habían colado y cuál había sido el destino de los afectados. Qué falsificaciones habían pasado por auténticas y cuáles no, excepto cuando se comprobaba que el 'judío' o 'medio judío' forjados permanecían en sus puestos, sin destitución ní degradación ni nada. De Rendl sí supimos eso, que, sin habérselo declarado ni dado por muerto, en acción o en la retaguardia, había dejado de ser Mayor o Capitán o lo que fuera entonces. Ya no figuraba.

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