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y le dejan divinas heridas de diamante.

Son poetas del agua que han visto y que meditan

lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,

lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,

lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,

la que amorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas

almas de fuentes claras y humildes manantiales!

Cuando sobre los campos desciendes lentamente

las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio

y la historia sonora que cuentas al ramaje

los comenta llorando mi corazón desierto

en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,

tristeza resignada de cosa irrealizable.

Tengo en el horizonte un lucero encendido

y el corazón me impide que corra a contemplarle.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman

y eres sobre el piano dulzura emocionante.

Das al alma las mismas nieblas y resonancias

que pones en el alma dormida del paisaje!

SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR

10 de noviembre de 1919. ( Granada.)

Yo pronuncio tu nombre

en las noches oscuras,

cuando vienen los astros

a beber en la luna

y duermen los ramajes

de las frondas ocultas.

Y yo me siento hueco

de pasión y de música.

Loco reloj que canta

muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,

en esta noche oscura,

y tu nombre me suena

más lejano que nunca.

Más lejano que todas las estrellas

y más doliente que la mansa lluvia

¿Te querré como entonces

alguna vez? ¿Qué culpa

tiene mi corazón?

Si la niebla se esfuma

¿qué otra pasión me espera?

¿será tranquila y pura?

¡¡si mis dedos pudieran

deshojar a la luna!!

EL CANTO DE LA MIEL

Noviembre de 1918. ( Granada.)

La miel es la palabra de Cristo,

el oro derretido de su amor.

El más allá del néctar,

la momia de la luz del paraíso.

La colmena es una estrella casta,

pozo de ámbar que alimenta el ritmo

de las abejas. Seno de los campos

tembloroso de aromas y zumbidos.

La miel es la epopeya del amor,

la materialidad de lo infinito.

Alma y sangre doliente de las flores

condensada a través de otro espíritu.

(Así la miel del hombre es la poesía

que mana de su pecho dolorido,

de un panal con la cera del recuerdo

formado por la abeja de lo íntimo.)

La miel es la bucólica lejana

del pastor, la dulzaina y el olivo,

hermana de la leche y las bellotas,

reinas supremas del dorado siglo.

La miel es como el sol de la mañana,

tiene toda la gracia del estío

y la frescura vieja del otoño.

Es la hoja marchita y es el trigo.

¡Oh divino licor de la humildad,

sereno como un verso primitivo!

La armonía hecha carne tú eres

el resumen genial de lo lírico.

En ti duerme la melancolía,

el secreto del beso y del grito.

Dulcísima. Dulce. Éste es to adjetivo.

Dulce como los vientres de las hembras.

Dulce como los ojos de los niños.

Dulce como la sombra de la noche.

Dulce como una voz.

O como un lirio.

Para el que lleva la pena y la lira,

eres sol que ilumina el camino.

Equivales a todas las bellezas,

al color, a la luz, a los sonidos.

¡Oh! Divino licor de la esperanza,

donde la perfección del equilibrio

llegan alma y materia en unidad

como en la hostia cuerpo y luz de Cristo.

Y el alma superior es de las flores.

¡Oh licor que esas almas has unido!

El que to gusta no sabe que traga

un resumen dorado del lirismo.

ELEGIA

Diciembre de 1918. (Granada.)

Como un incensario lleno de deseos,

pasas en la tarde luminosa y clara

con la carne oscura de nardo marchito

y el sexo potente sobre tu mirada.

Llevas en la boca to melancolía

de pureza muerta, y en la dionisíaca

copa de tu vientre la araña que teje

el velo infecundo que cubre la entraña

nunca florecida con las vivas rosas

fruto de los besos.

En tus manos blancas

llevas la madeja de tus ilusiones,

muertas para siempre, y sobre tu alma

la pasión hambrienta de besos de fuego

y tu amor de madre que sueña lejanas

visiones de cunas en ambientes quietos,

hilando en los labios lo azul de la nana.

Como Ceres dieras tus espigas de oro

si el amor dormido to cuerpo.tocara,

y como la virgen María pudieras

brotar de tus senos otra vía láctea.

Te marchitarás como la magnolia.

Nadie besará tus muslos de brasa.

Ni a tu cabellera llegarán los dedos

que la pulsen como las cuerdas de un arpa.

¡Oh mujer potente de ébano y de nardo!

cuyo aliento tiene blancor de biznagas.

Venus del mantón de Manila que sabe

del vino de Málaga y de la guitarra.

¡Oh cisne moreno!, cuyo lago tiene

lotos de saetas, olas de naranjas

y espumas de rojos claveles que aroman

los nidos marchitos que hay bajo sus alas.

Nadie te fecunda. Mártir andaluza,

tus besos debieron ser bajo una parra

plenos del silencio que tiene la noche

y del ritmo turbio del agua estancada.

Pero tus ojeras se van agrandando

y tu pelo negro va siendo de plata;

tus senos resbalan escanciando aromas

y empieza a curvarse tu espléndida espalda.

¡Oh mujer esbelta, maternal y ardiente!

Virgen dolorosa que tiene clavadas

todas las estrellas del cielo profundo

en su corazón ya sin esperanza.

Eres el espejo de una Andalucía

que sufre pasiones gigantes y calla,

pasiones mecidas por los abanicos

y por las mantillas sobre las gargantas

que tienen temblores de sangre, de nieve

y arañazos rojos hechos por miradas.

Te vas por la niebla del otoño, virgen

como Inés, Cecilia, y la dulce Clara,

siendo una bacante que hubiera danzado

de pámpanos verdes y vid coronada.

La tristeza inmensa que flota en tus ojos

nos dice tu vida rota y fracasada,

la monotonía de tu ambiente pobre

viendo pasar gente desde tu ventana,

oyendo la lluvia sobre la amargura

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