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Algún madianita debe haber repetido el acto de Onán, y haber atraído el castigo sobre su pueblo. Sino fue ésa la falta que ultrajó el poder de la Deidad, ya sé lo que fue: algún madianita debe haber orinado sobre la pared. Estoy seguro de ello, porque esa es una impropiedad que la Fuente de Toda Etiqueta nunca pudo tolerar. Una persona podía orinar contra un árbol, podía orinar contra su madre, podía orinarse en los calzones, y salir bien librado, pero nunca debía orinar contra una pared

-y eso sería ir demasiado lejos. No está establecido el origen del principio divino contra ese delito; pero sabemos que el prejuicio era muy fuerte- tan fuerte que sólo una masacre en masa del pueblo que habitaba la región donde estaba la pared podía satisfacer a la Deidad.

Tomen el caso de Jeroboam. "Separaré de Jeroboam al que orine contra el muro". Y se hizo. Y no sólo el que lo hizo fue destruido sino también todos los demás.

Lo mismo con la casa de Baasa; todos fueron eliminados, parientes, amigos y todos, sin que quedara "nadie que orinara contra el muro".

En el caso de Jeroboam tienen ustedes un notable ejemplo de la costumbre de la Deidad de no limitar sus castigos al culpable; se incluye a los inocentes. Hasta la posteridad de esa infortunada casa fue barrida, "como el hombre saca el estiércol, hasta que desaparezca por completo". Esto incluye a las mujeres, las doncellas, y las niñas pequeñas. Todas inocentes, porque no podían orinar contra el muro. Nadie de ese sexo puede hacerlo. Nadie más que los miembros del otro sexo pueden realizar esa hazaña.

Un prejuicio curioso. Y todavía existe. Los padres protestantes tienen aún la Biblia a mano en sus cosas, para que los chicos estudien, y una de las primeras cosas que aprenden los niños y niñas es a ser buenos y puros y a no orinar contra el muro. Estudian esos pasajes más que ningún otro; excepto los que incitan a la masturbación. A éstos los buscan y los estudian en privado. No existe un niño protestante que no se masturbe. Ese arte es el primer conocimiento que a un niño le confiere la religión. Y también el primero que Ja religión le confiere a una niña.

La Biblia tiene esta ventaja sobre todos los otros libros que enseñan refinamiento y buenos modales: llega al niño. Llega a su mente en la edad más receptiva e impresionable; los otros tienen que esperar.

"Tendrás entre sus armas una estaca y cuando te descargaras afuera, cavarás con ella, y luego al volver cubrirás tu excremento.'

Esta regla se hizo en los viejos tiempos porque "el Señor tu Dios anda en medio de tu campamento".

Probablemente no valga la pena tratar de averiguar, con certeza, porqué fueron exterminados los madianitas. Solamente podemos estar seguros de que no fue causa grande, porque los casos de Adán, y el Diluvio, y los mancilladores de muros nos dicen eso. Un madianita pudo haber dejado su estaca en casa y causado así el problema. Sin embargo, no tiene importancia. Lo principal es el problema mismo, y la moraleja de uno u otro tipo que ofrece para instruir y elevar al cristianismo de hoy.

Dios escribió sobre las tablas de piedra: "No matarás". También: "No cometerás adulterio".

Pablo, hablando por la voz divina, aconsejó abstención a bsolutade la relación sexual. Un gran cambio desde el concepto divino de la época del incidente madianita.

Carta XI

La historia humana está enrojecida de sangre en todas las épocas, y cargada de odio, y manchada de cruel dad; pero después de los tiempos bíblicos estos rasgos no han dejado de tener límites de alguna clase. Aún la Iglesia. que se dice derramó más sangre inocente, desde el principio de su supremacía, que todas las guerras políticas juntas, observa el límite. Pero notan ustedes que cuando el Señor, Dios de Cielos y Tierra, Padre Adorado del Hombre, está en guerra, no hay límite. Él es totalmente inmisericorde - Él, a quien llaman Fuente de la Misericordia. ¡Él mata, mata, mata! A todos los hombres, a todas las bestias, todos los muchachos, todos los infantes; también a todas las mujeres y todas las niñas, excepto las que no han sido desfloradas.

No hace ninguna distinción entre el inocente y el culpable. Los infantes eran inocentes, las bestias eran inocentes, muchos de los hombres, muchas de las mujeres, muchas de las niñas eran inocentes, pero igual tuvieron que sufrir con los culpables.. Lo que el insano Padre quería era sangre e infortunio; Le era indiferente. quién los ofrecía.

El más duro de todos los castigos se administró a personas que de ninguna manera pudieron haber merecido tan horrible suerte: las 32.000 vírgenes. Se palpó sus partes privadas para asegurarse que aún poseían el himen sin romper; después de esta humillación se las echó de la tierra que fuera su hogar, para ser vendidas como esclavas; la peor de las esclavitudes y las más humillante: la esclavitud de la prostitución, la esclavitud de la cama, para excitar el deseo y satisfacerlo con sus cuerpos; esclavitud para cualquier comprador, ya fuera un caballero o un rufián sucio y basto.

Fue el Padre el que infligió este castigo inmerecido y feroz a esas vírgenes desposeídas y abandonadas, cuyos padres y parientes Él mismo había asesinado ante sus ojos. ¿Y mientras tanto ellas Lo rezaban para que las compadeciera y rescatara? Sin duda alguna.

Esas vírgenes eran ganancia de guerra, botín. Él reclamó su parte y la obtuvo. ¿Para qué Le servían las vírgenes a Él? Examinen mi historia más adelante y lo sabrán.

Sus sacerdotes también obtuvieron su parte de las vírgenes. ¿Qué uso podían hacer de las vírgenes los sacerdotes? La historia privada del confesionario católico romano puede responder esa pregunta. La mayor diversión del confesionario ha sido la seducción - en todas las épocas de la Iglesia. El padre Jacinto atestigua que de cien sacerdotes confesados por él, noventa y nueve habían usado el confesionario con eficacia para seducir a mujeres casadas y a muchachas jóvenes. Un sacerdote confesó que de novecientas niñas y mujeres a quienes habla servido como padre confesor en su época, ninguna habla conseguido escapar sus caricias excepto las viejas o las feas. La lista oficial de preguntas que un sacerdote debe hacer es capaz de sobrexitar a cualquier mujer que no sea paralítica.

No hay nada en la historia de los pueblos salvajes o civilizados que sea más completo, más inmisericordemente destructivo que la campaña del Padre de la Misericordia contra los madianitas. La historia oficial no da incidente o detalles menores, sino informaciones en masa: todaslas vírgenes, todos los hombres, todoslos infantes, todoslos seres que respiran, todaslas casas, todos las ciudades; da un amplio cuadro, que se extiende aquí y allá y acullá, hasta donde llega la vista, de ardiente ruina y tormentosa desolación; la imaginación agrega una quietud desolada, un terrible silencio - el silencio de la muerte. Pero por supuesto hubo incidentes. ¿Dónde pueden conseguirse?

De la historia fechada ayer. De la historia de los pieles rojas en Norteamérica. Ahí se copió la obra de Dios, y se lo hizo en el verdadero espíritu de Dios. En 1862 los indios de Minnesota, profundamente ofendidos y traicionados por el gobierno de los Estados Unidos, se levantaron contra los colonos blancos y los masacraron; masacraron a todos aquellos que alcanzaba su mano, sin perdonar edad ni sexo. Consideren este incidente.

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