Pisando los talones a las riadas principales venía un torrente peculiar: lasesposas , los ChS (miembros de la familia). Las esposas de los altos cargos del partido, y, en ciertos lugares (Leningrado), las de todos los que habían sido condenados a «diez años sin derecho a correspondencia», los cuales ya no estaban entre los vivos. A los ChS, por norma general, los condenaban a ocho años. (Pese a todo, una condena más benigna que la de las esposas de los ex kulaks, y además los hijos se quedaban en el continente.)
¡Montones de víctimas! ¡Cúmulos de víctimas! Un ataque frontal del NKVD sobre la ciudad: en una misma oleada, a S.P. Matvéyeva le arrestaron al marido y a tres hermanos, aunque por «causas» distintas (de los cuatro, tres no volvieron jamás).
—a un técnico electricista se le rompió en su sector un cable de alta tensión. Artículo 58-7, veinte años;
—el obrero Nóvikov, de Perm, fue acusado de preparar la voladura del puente sobre el Kama;
—Yuzhakov (también de Perm) fue arrestado durante el día, y por la noche fueron por su esposa. Le mostraron una lista de personas exigiéndole que firmara que todas ellas acudían a su casa para mantener reuniones menchevique-eséristas (como es natural, no las había habido). A cambio le prometieron que le permitirían reunirse con los tres hijos que le quedaban. Ella firmó, causó la perdición de todos, y por supuesto continuó en la cárcel;
—Nadezhda Yudiónich fue arrestada por su apellido. A decir verdad, nueve meses después se aclaró que no era pariente del general y la soltaron (bueno, eso es lo de menos: entretanto su madre había muerto del disgusto);
—en Stáraya Russa estaban proyectando la película Lenin en Octubre,y alguien se fijó en la frase: «¡Esto debe saberlo Palchinski!». Y Palchinski era de los que defendían el Palacio de Invierno. Vaya, aquí trabaja una enfermera que se llama Palchinski. ¡Cogedla! Y la cogieron. Resultó que efectivamente era su esposa, que cuando fusilaron al marido, decidió esconderse en aquel lugar perdido;
—los hermanos Borushko (Pável, Iván y Stepán), que siendo niños habían venido en 1930 de Polonia, para vivir con sus familiares. Ahora, ya mozos, los condenaron a diez años por PSh (sospecha de espionaje);
—la conductora de un tranvía de Krasnodar volvía del depósito a pie, bien entrada la noche. Para su desgracia, en los arrabales pasó junto a un camión atascado alrededor del cual se agitaban unos hombres. Resultó que estaba lleno de cadáveres, los brazos y las piernas asomaban por debajo de la lona. Tomaron su apellido y al día siguiente la arrestaron. El juez de instrucción le preguntó qué había visto. Fue sincera y lo dijo todo (la selección de Darwin). Agitación antisoviética, 10 años;
—un fontanero desconectaba el radio-altavoz de su habitación [52]siempre que retransmitían una de las interminables cartas de Stalin. (¿Quién las recuerda? ¡Durante horas, a diario, en-sordecedoramente iguales! Lo más probable es que las recuerde muy bien el locutor Levitán: las leía con voz afectada, con mucho sentimiento.) Un vecino lo denunció (¿Dónde estará ahora ese vecino?): SVE, elemento socialmente peligroso, ocho años;
—un fumista semianalfabeto gustaba de poner firmasen sus ratos de ocio, pues eso elevaba su opinión de sí mismo. Como no había papel blanco, firmaba en los periódicos. Su periódico, con rúbricas en la cara del Padre y Preceptor, fue descubierto por los vecinos dentro de un saco en el retrete comunal. ASA, Agitación Antisoviética, diez años.
Stalin y sus adláteres reverenciaban sus propios retratos, plagaban los periódicos con ellos, los producían en tiradas mi-llonarias. Mas las moscas no tenían muy en cuenta su carácter sagrado, y además era una lástima desaprovechar los periódicos, ¡cuántos desdichados fueron condenados por eso!
Los arrestos se propagaban por calles y casas como una epidemia. Del mismo modo que la gente se contagia entre sí sin saberlo —al estrecharse las manos, con el aliento, al entregar objetos—, cuando estrechaban las manos, con el aliento, al encontrarse por la calle se contagiaban unos a otros la peste de un arresto cierto. Porque sí tú mañana te ves obligado a confesar que has formado un grupo clandestino para envenenar el suministro de agua de la ciudad, y hoy te he dado la mano en la calle, entonces yo también estoy condenado.
Siete años antes, la ciudad había contemplado cómo descargaban sus golpes sobre el campo y lo había encontrado natural. Ahora el campo podía contemplar cómo atosigaban a la ciudad, pero era demasiado ignorante para ello, y además lo estaban rematando:
—el agrimensor (!) Saunin fue condenado a quince años porque... en el distrito moría el ganado y las cosechas eran malas (!) (y los dirigentes del distrito fueron fusilados en su totalidad por el mismo motivo);
—el secretario de un comité de distrito fue al campo para estimular la labranza, y un viejo campesino le preguntó si sabía el secretario que hacía siete añosque los koljosianos no habían recibido un solo gramo de trigo por sus días de trabajo, sólo paja, y además poca. Por esta pregunta, al viejo lo empaquetaron por ASA, Agitación Antisoviética. Diez años;
—otra fue la suerte de un campesino con seis hijos. Por estas seis bocas no escatimaba esfuerzos en el trabajo para el koljós, siempre con la esperanza de ganar algo. Y vaya si lo ganó: una condecoración. Se la impusieron en una asamblea, se pronunciaron discursos. En sus palabras de respuesta, el campesino se emocionó y dijo: «¡Ay, en lugar de esta condecoración hubiera preferido un saco de harina! ¿No sería posible?». La asamblea estalló en una carcajada lobuna, y el recién condecorado dio con sus seis bocas en el destierro.
¿Merece la pena volver ahora a todo cuanto hemos dicho para explicar que encarcelaban a inocentes? ¡Pero si es que hemos olvidado decir que el concepto mismo de culpahabía sido abolido ya por la revolución proletaria, y que al principio de los años treinta había sido proclamado oportunismo* de derechas! [53] 2 De modo que ya no podemos especular con conceptos tan obsoletos como culpabilidad e inocencia. [54] 3
El reflujode 1939 fue un caso increíble en la historia de los Órganos, ¡una mancha en su historial! Por otra parte, esta contrarriada fue pequeña, alrededor del uno o el dos por ciento de los anteriormente arrestados, que aún no habían sido condenados, deportados o asesinados. Fue exigua pero muy bien aprovechada. Fue devolver un cópek como cambio por un rublo pagado, fue necesario para cargar todas las culpas al sucio Ezhov, para fortalecer al entrante Beria y para mayor gloria del Supremo. Con este cópek sepultaron arteramente el rublo restante. ¡Porque si «investigaron y los soltaron» (hasta los periódicos escribían sin cortapisas sobre casos aislados de hombres calumniados), entonces el canalla que seguía entre rejas era con toda seguridad porque lo merecía! Y los que volvían callaban. Habían firmado y estaban mudos de miedo. Y bien pocos fueron los que pudieron enterarse de alguno de los misterios del Archipiélago. La distribución seguía siendo la misma: de noche los «cuervos», y de día las manifestaciones.