Verso 629: el destino de las bestias
Encima de esto el poeta escribió y tachó:
el destino del loco
El destino último del alma de los locos ha sido sondeado por muchos teólogos zemblanos quienes por lo general sostienen que aun el espíritu más demente contiene en su masa enferma una partícula fundamental sana que sobrevive a la muerte, se dilata de pronto y estalla, por así decir, en carcajadas saludables y triunfantes, cuando el mundo de los imbéciles timoratos y de los alcornoques acicalados se ha derrumbado detrás. Personalmente, no he conocido lunáticos, pero he oído hablar de varios casos divertidos en New Wye ("Aún en Arcadia estoy", dice la Demencia, encadenada a su columna gris). Hubo por ejemplo un estudiante que se volvió loco furioso. Hubo un viejo conserje inmensamente digno de confianza que un día, en la sala de proyecciones, le mostró a una estudiante pudibunda algo de lo que sin duda había visto mejores especímenes; pero mi caso favorito es el de un empleado de ferrocarril de Exton cuya locura mansa me fue descripta nada menos que por la Sra. H. Había una gran fiesta de los cursos de verano en casa de los Hurley a la que me había llevado uno de mis compañeros de ping-pong, un amigo de los muchachos Hurley, porque yo sabía que mi poeta iba a recitar algo y estaba loco de aprensión, creyendo que podía ser mi Zembla (resultó ser un oscuro poema de uno de sus oscuros amigos; mi Shade era muy bueno con los que no tenían éxito). El lector me comprenderá si digo que, a mi altura, nunca puedo sentirme "perdido" en una multitud, pero también es cierto que no conocía mucha gente en casa de los H. Mientras circulaba entre aquel apiñamiento, con una sonrisa en la cara y un cóctel en la mano, entrevi por fin la coronilla de mi poeta y el chignon castaño brillante de la Sra. H. sobresaliendo de los respaldos de dos sillones adyacentes. En el momento en que me acercaba por detrás de ellos, le oí oponerse a una observación que ella acababa de hacer:
- La palabra es equivocada -decía-. Uno no debería aplicarla a una persona que se despoja deliberadamente de un pasado gris y desdichado y lo sustituye por una brillante invención. Es sencillamente volver una nueva página con la mano izquierda.
Palmeé la cabeza de mi amigo y me incliné ligeramente delante de Eberthella H. El poeta me miró con ojos vidriosos. Ella dijo:
- Venga a ayudarnos, Sr. Kinbote: yo sostengo que el viejo como se llame, sabe cuál, el viejo de la estación de Exton, que se creía Dios y había empezado a dar una nueva dirección a los trenes, era técnicamente un chiflado, pero John le llama un cofrade poeta.
- En cierto sentido todos somos poetas, señora -respondí, y ofrecí un fósforo encendido a mi amigo que tenía la pipa entre los dientes y se golpeaba con las dos manos en varias partes del torso.
No estoy seguro de que esta variante trivial valiera la pena de ser comentada; en realidad todo el pasaje sobre las actividades del I.P.H. sería muy heroico-burlesco si esos versos pedestres hubieran sido un pie más cortos.
Verso 662: ¿Quién deambula tan tarde en la noche y el viento?
Este verso, y en realidad todo el pasaje (versos 653-664), aluden al célebre poema de Goethe sobre el Rey de los Alisos, el hechicero venerable del bosque de los alisos habitado por silvos, que se enamora del delicado niño hijo de un viajero retrasado. Nunca se admirará bastante la forma ingeniosa en que Shade se las arregla para transferir algo del ritmo quebrado de la balada (en el fondo un metro trisilábico) en Su verso yámbico:
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662 ¿Quién deambula tan tarde en la noche y el viento
663…
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664 Es el padre y su hijo
Los dos versos de Goethe que abren el poema aparecen muy exactamente y con gran belleza, trayendo la gratificación de una rima inesperada (igual que en francés: vent-enfant), en mi lengua natal:
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Ret woren ok spoz on natt ut vett?
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Eto est votchez ut mid ik dett.
Otro gobernante fabuloso, el último rey de Zembla, se repetía constantemente estos versos obsesivos en zemblano y alemán, como un acompañamiento fortuito del tamborileo de la fatiga y la ansiedad, mientras trepaba a través de la zona de helechos de las sombrías montañas que tenía que atravesar en su puja por la libertad.
Versos 671-672: El hipocampo bravio
Véase Mi última duquesa, de Browning.
Véase y condénese el recurso a la moda consistente en titular un conjunto de ensayos o un volumen de versos -o un largo poema, ay- con una frase tomada de una obra poética del pasado más o menos célebre. Esos títulos poseen un prestigio engañoso, aceptable quizá en los nombres de los vinos de marca y de las cortesanas regordetas, pero simplemente degradantes con respecto al talento que sustituye por el fácil aspecto alusivo de la erudición la imaginación creadora y hace pesar en las espaldas de un busto la responsabilidad de un estilo demasiado adornado, puesto que cualquiera puede hojear el Sueño de una noche de verano o Romeo y Julieta, y elegir.
Verso 678: al francés
Dos de estas traducciones aparecieron en el número de! agosto de la Nouvelle Revue Canadienneque llegó a las librerías de College Town en la última semana de julio, es decir, en un momento de tristeza y confusión mental, en que el buen gusto me impedía mostrar a Sybil Shade algunas de las notas críticas que yo tomaba en mi diario de bolsillo.
En su versión del famoso Soneto Místico Xde Donne, compuesto en su viudez:
Death be not proud, though so me have calléd thee
Mighty and dreadjul, for, thou art not so
uno lamenta la eyaculación superflua en el segundo verso, introducida en este lugar solamente para coagular la cesura:
Ne sois pas fiere, Mort! Quoique certains te disent
Et puissante et terrible, ah, Mort, tu ne l’es pas
mientras que la rima central so-overthrotv(versos 2-3) llega a punto para encontrar una contrapartida fácil en pas-uasuno se opone a los versos exteriores disent-prise(1-4) que serían en un soneto francés circa 1617 una infracción imposible de la regla visual.