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Pero no podía permitirse aclarar su situación a los guardias que vigilaban el corredor. Perdiendo la paciencia, Siromakha subió otra vez hasta el tercer piso buscando a Shikin. Por fin tuvo suerte. Ocultándose en el oscuro retrete próximo a la puerta de Shikin, oyó a través de la madera la peculiar voz aguda del portero, única en la sharashka.

Hizo un llamado especial. La puerta se abrió y Shikin apareció en la estrecha abertura.

—¡Muy urgente! — dijo Siromakha en un susurro.

—Un minuto —respondió Shikin.

Con un paso ligero Siromakha se alejó por el largo corredor lo bastante como para no encontrar al portero cuando éste saliera. Luego volvió con aire formal y abrió la puerta de Shikin sin golpear.

EN CUANTO A FUSILAR

Después de una semana de investigación del "Caso del Torno Roto", la esencia del accidente permaneció siendo un enigma para el Mayor Shikin. Todo lo, que había podido establecerse era que este torno, fabricado durante la primera guerra mundial en 1916 con su polea dentada y de sistema manual, había sido desconectado de su motor eléctrico por orden de Yakonov, y trasladado desde el Laboratorio Número Tres al taller de reparaciones. Desde que no había acuerdo en cuanto a quién había de trasladarlo, el personal del laboratorio recibió la orden de llevar el torno hasta el corredor del sótano, y desde allí el personal del taller de reparaciones tendría que arrastrarlo a mano, empujándolo por la rampa, y entregarlo al taller de reparaciones del otro lado del patio. (En verdad, había una ruta más corta, con lo que se hubiera evitado bajarlo al sótano, pero en ese caso los zeks hubieran tenido que cruzar el patio principal, visible desde la carretera y del parque, y eso, por supuesto, no podía permitirse desde el punto de vista de la seguridad).

Como ya había pasado lo irreparable, Shikin también podía reprocharse no haber reconocido la importancia de este eslabón vital en la cadena de la producción y, en consecuencia, el no haberlo supervisado personalmente. Pero, después de todo, con perspectiva histórica, los errores de las figuras públicas son siempre lo más aparentes... ¿y cómo pueden eliminarse?

El Laboratorio Número Tres —cuyo personal consistía en un jefe, un hombre, un inválido y una muchacha— estaba incapacitado para trasladar el torno por sí mismo. Por lo tanto, con una total falta de responsabilidad, fueron reunidos al azar, de varias secciones, diez zeks auxiliares.

(y nadie hizo una lista de quiénes eran. El resultado fue que, más tarde, pasados quince días, el Mayor Shikin tuvo que consagrar muchos esfuerzos a comparar los testimonios con el fin de reconstruir la nómina completa de los que estaban bajo la sospecha).

Los diez zeks habían bajado el pesado torno por la escalera, desde el primer piso hasta el sótano. Sin embargo (desde que el jefe del taller de reparaciones no quería tomar en custodia este torno por razones técnicas) su personal no sólo no llego a tiempo al sótano para hacerse cargo del torno, sino que hasta omitió enviar a alguien a ese lugar para que sé hiciera cargo formal del torno. Nadie estuvo dirigiendo a los diez zeks que arrastraron el torno hasta el sótano y éstos se diseminaron. De manera que el torno quedó en el corredor del sótano durante varios días obstruyendo el pasillo. (En realidad, el mismo Shikin tropezaba con él). La gente, del taller de reparaciones vino a buscarlo por fin, pero encontraron una rajadura en la base, se quejaron de ello y rehusaron llevarse el torno hasta que los obligaron a hacerlo tres días después.

Ahora la funesta rajadura de la base, provocó la iniciación del "caso".

Quizá la tajadura no era la razón por la cual no se usaba el torno. (Shikin había oído expresar esa opinión). El significado de la rajadura era mucho más amplio que la misma rajadura. La rajadura significaba que fuerzas hostiles ocultas estaban operando dentro del instituto. La rajadura también significaba que los jefes del instituto eran ciegamente crédulos y criminalmente negligentes. Una investigación exitosa, que diera por resultado descubrir el criminal y los verdaderos motivos detrás del crimen, haría posible que se castigara a alguien, se advirtiera a otro, y hasta encarar un adoctrinamiento en gran escala dentro de la colectividad. Por último, pero no por ello menos importante, el honor profesional del Mayor Shikin exigía que esta detestable red fuera desenmarañada.

Pero no era fácil. Había pasado demasiado tiempo. Los prisioneros que trasportaron el torno, desarrollaron la exitosa técnica de encubrirse unos a otros... ¡confabulación criminal! Ni uno solo de los empleados libres (horrible ejemplo de negligencia) había estado presente mientras se lo trasladaba. Entre los diez que llevaban el torno, sólo había habido un informante, el que, por añadidura, era incompetente, siendo su mayor hazaña el informe sobre una sábana que fuera cortada para la confección de pecheras. En este caso, el único aspecto en que sirvió de ayuda fue en la reconstrucción de la lista completa de los diez hombres. En todo lo demás, todos los zeks comprometidos, insolentemente confiados en que eran inmunes al castigo, juraban que habían entregado el torno en el subsuelo, intacto y sin daño alguno y que no lo habían dejado caer ni golpeado al bajar las escaleras. De acuerdo con su testimonio, nadie había estado sosteniendo el torno por donde se produjo la rajadura, en la parte de atrás de la base debajo del mandril posterior. Todo el mundo lo había sostenido desde debajo de las poleas y del eje. En persecución de la verdad, el Mayor había dibujado algunos diagramas del torno y la posición de cada uno de los zeks que lo llevaban. Pero hubiera sido más fácil convertirse en un calificado operario de torno que encontrar la persona culpable de la rajadura. La única persona que podía ser acusada, sino de sabotaje, por lo menos de intención de cometer sabotaje, era el ingeniero Potapov. Colérico por las tres horas de interrogatorio, había dicho:

—Vamos, si hubiera deseado perjudicar este tacho, simplemente hubiera colocado un puñado de arena en los cojinetes ¡y ya estaba! ¿Cuál es el objeto de rajar la base?

Shikin, inmediatamente, apuntó esta declaración típica del inveterado saboteador, pero Potapov se rehusó a firmarla.

Lo que hacía tan difícil la presente investigación era que Shikin no disponía de los métodos ordinarios para lograr la verdad: celdas solitarias, celdas de castigo, bofetadas, raciones restringidas para celdas de castigo, interrogatorios nocturnos, ni siquiera la precaución elemental de aislar en celdas diferentes a los investigados. Aquí había que hacer las cosas, en forma tal, que los presuntos criminales pudieran seguir trabajando a plena capacidad y para ello tenían que comer y dormir en forma normal.

A pesar de todo, el sábado Shikin se había ingeniado para enterarse por un zek que cuando estaban bajando el torno los últimos peldaños, se había atascado en la estrecha abertura de la puerta y que el portero Spiridón llegó hasta ellos gritando: ¡Esperen, amigos, les ayudaré!" y se unió a los que lo sujetaban y ayudó a trasportarlo hasta donde lo dejaron. Del diagrama resultaba que el único lugar de que pudo tomarlo era la base, debajo del mandril.

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