La verdadera historia de A Q narra las andanzas, aventuras y desventuras de un pícaro sin recursos en la China de comienzos del siglo XX, hasta que es ejecutado por un crimen que ni siquiera ha cometido. Así descrito podría pensarse que el argumento de la obra es banal y desprovisto de fuerza… y se estaría en lo cierto. De eso se trata precisamente.
La ambigüedad, la falta de concreción, que rodea como una neblina espesa toda la obra, permite al autor un mayor margen de movimiento. Quizá esto sea precisamente lo más moderno de la narración: su capacidad de hablar al lector presente. Su vigencia tras el paso del tiempo. Eso es lo que distingue a los grandes clásicos. Lu Xun ya lo es.