Los oficiales jefes de Intendencia o suboficiales encargados de dicha función en los cuarteles, campamentos y puestos de la V Región Militar (Amazonía), quedan facultados a partir de hoy, 14 de septiembre de 1956, a descontar por planilla de las propinas de los soldados y de los haberes de los clases la remuneración correspondiente a las prestaciones que les brinde el Servicio de Visitadoras (SVGPFA). Dichos descuentos deberán ceñirse estrictamente a las siguientes disposiciones:
1. Las tarifas por prestación, fijadas por el SVGPFA con el visto bueno de la superioridad, serán únicamente de dos tipos, en todos los casos y circunstancias, a saber:
Soldados rasos: veinte (20) soles por prestación. Clases (de cabo a sargento primero): treinta (30)
soles por prestación
2. El límite máximo de prestaciones mensuales admitidas será de 8 (ocho), no señalándose límite mínimo.
3. La suma descontada será dirigida por el oficial de Intendencia o suboficial encargado, al SVGPFA, organismo que remunerará a las visitadoras mensualmente, de acuerdo al número de prestaciones que hayan servido.
4. Para la verificación y control del sistema, se seguirá el siguiente procedimiento: el oficial de Intendencia o suboficial encargado recibirá con esta resolución un número adecuado de cupones de cartón, de dos tipos, cada uno de ellos en uno de los colores simbólicos del SVGPFA y sin ninguna indicación escrita: 109 de color rojo destinados a los soldados y en consecuencia cada uno valdrá veinte (20) soles y los de color verde para clases y por consiguiente cada uno representará treinta (30) soles. El día primero de cada mes se distribuirán a cada clase y soldado de la unidad el número de cupones equivalentes al máximo de prestaciones a que tiene derecho, es decir ocho (8). Un cupón será entregado por el usuario a la visitadora cada vez que se beneficie de una prestación. El día último del mes el clase o soldado devolverá a Intendencia los cupones no usados, haciéndose entonces el correspondiente descuento en función del número de cupones no devueltos (en los casos de extravío o pérdida del cupón, el perjuicio será para la visitadora y no para el SVGPFA).
5. Siendo imprescindible por razones de decoro y moral conservar el máximo de discreción sobre la naturaleza de esta operación contable, en los libros del cuartel, campamento o puesto los descuentos por prestaciones del SVGPFA figurarán camuflados mediante contraseñas. Para el efecto, el oficial o suboficial de Intendencia podrá usar cualquiera de las siguientes fórmulas:
a. Descuento para gastos de vestuario
b. Descuento por deterioro del arma
c. Adelanto por desplazamiento familiar
d. Descuento por actividades deportivas
e. Descuento por sobrealimentación
Esta Resolución número 069 no será exhibida en las unidades ni comunicada a través de partes o del Orden del Día. El oficial o suboficial de Intendencia participará verbalmente de su contenido a los soldados y clases de su unidad, instruyéndolos al mismo tiempo para que guarden la mayor reserva sobre esta materia, por ser susceptible de echar sombras o atraer críticas malévolas sobre la institución.
Firmado:
coronel EZEQUIEL LÓPEZ LÓPEZ,
jefe del Departamento de Contabilidad y Finanzas
Cúmplase y distribúyase:
general FELIPE COLLAZOS
Lima, 14 de septiembre de 1956
Misiva del capitán (CCC) Avencio P. Rojas, capellán de la Unidad de Caballería número 7 Alfonso
Ugarte, de Contamana, a la Jefatura del Cuerpo de Capellanes Castrenses (CCC) de la V Región
(Amazonía).
Contamana, 23 de Noviembre de 1956
Comandante (CCC)
Godofredo Beltrán Calila
Iquitos, Loreto.
Mi comandante y caro amigo:
Cumplo con el deber de informarle que, por dos veces consecutivas en el espacio del presente mes, mi unidad ha recibido la visita de grupos de prostitutas, oriundas de Iquitos y venidas hasta aquí por barco, que fueron alojadas en el cuartel y quienes pudieron ejercer comercio carnal con la tropa a ojos vistas y con la total anuencia de la oficialidad. Entiendo que las dos veces capitaneaba el equipo de mujerzuelas un individuo contrahecho y enano, a quien, se dice, conocen con el alias de Chupo o Pupo en los medios prostibularios de Iquitos. No puedo darle mayores detalles sobre este acontecimiento, que conozco sólo de oídas, ya que en ambas ocasiones fui previamente alejado de aquí por el mayor Zegarra Avalos. La primera vez, y sin considerar que me hallo aún convaleciendo de la hepatitis que tantos estragos hizo a mi organismo, como usted sabe de sobra, el mayor me envió a dar la extremaunción a un proveedor de la unidad, un pescador supuestamente moribundo, que vive a ocho horas de marcha por una trocha de lodazales pestilentes, y a quien encontré borracho y con apenas una insignificante herida en el brazo causada por la mordedura de un mono shimbillo. La segunda vez el mayor me envió a bendecir una tienda de campaña, refugio de exploradores, a catorce horas aguas arriba del Huallaga, misión absolutamente disparatada, como usted se hará cargo, pues jamás en toda su historia ha acostumbrado el Ejército bendecir semejantes instalaciones de tan precaria existencia. Ambas consignas, es evidente, fueron pretextos para evitar el ser testigo de la conversión en lenocinio de la Unidad número 7 de Caballería, aunque, le aseguro, por doloroso que hubiera sido para mí ese espectáculo no me habría causado las fatigas físicas y la frustración psicológica que significaron ese par de expediciones inútiles.
Una vez mas me permito rogarle, mi querido y respetado comandante, se sirva apoyar con el peso de la influencia que le ha ganado merecidamente su alto prestigio, mi solicitud de traslado a una unidad más llevadera y donde pueda ejercer con más beneficio espiritual mi misión de hombre de Dios y pastor de almas. Le repito, a riesgo de cansarlo, que no hay fortaleza moral ni sistema nervioso que aguante las infinitas burlas y el escarnio constante de que soy objeto aquí, tanto por parte de los oficiales como de la tropa.
Todos parecen convencidos de que el capellán es el entretenimiento y hazmerreír de la unidad, y no pasa día sin que me hagan víctima de alguna vileza, a veces tan impía como encontrar un ratón en lugar de hostias en el copón de la Eucaristía en plena celebración de la Misa, o ir despertando la hilaridad general porque me ha sido pegoteado sin que yo lo notara un dibujo obsceno a las espaldas, o invitarme a beber cerveza que luego resulta ser orines, y otras cosas todavía más humillantes, ofensivas y hasta riesgosas para mi salud. Mi sospecha de que el propio mayor Zegarra Avalos instiga y atiza estas perfidias contra mí, ha pasado ya a ser certidumbre.
Pongo en su conocimiento estos hechos, rogándole se sirva indicarme si debería elevar una denuncia a la Comandancia General de la V Región sobre la venida de las rameras, o si convendría que usted mismo tomara en sus manos el asunto, o si en aras de intereses conviene guardar piadoso silencio sobre el particular.
En espera de su esclarecido consejo y haciendo votos por su buena salud y mejor ánimo, lo saluda muy afectuosamente su subordinado y amigo,
capitán (ccc) AVENCIO P. ROJAS,
capellán de la Unidad de Caballería número 7 Alfonso
Ugarte, de Contamana. V Región Militar (Amazonía)
Misiva del comandante (CCC) Godofredo Beltrán
Calila, jefe del Cuerpo de Capellanes Castrenses de la V Región (Amazonía) al capitán (CCC)
Avencio P. Rojas, capellán de la Unidad de Caballería número 7 Alfonso Ugarte, de Contamana
Iquitos, 2 de Diciembre de 1956
Capitán (CCC)
Avencio P. Rojas
Contamana, Loreto.
Capitán:
Una vez más debo lamentar que viva en la luna de Paita. Las delegaciones femeninas que visitaron la Unidad de Caballería número 7 Alfonso Ugarte, pertenecen al Servicio de Visitadoras para Guarniciones. Puestos de Frontera y Afines (SVGPFA), organismo creado y administrado por el Ejército y sobre el cual usted y todos los capellanes a mi mando fueron informados por mí hace varios meses mediante la Circular (ccc) número 04606. La existencia del SVGPFA no alegra en absoluto al Cuerpo de Capellanes Castrenses, y todavía menos a mí mismo, pero no necesito recordarle que en nuestra institución donde manda capitán no manda marinero y por lo tanto no queda sino cerrar los ojos y rogar a Dios que ilumine a nuestros superiores para que rectifiquen lo que, a la luz de la religión católica y de la ética castrense, sólo puede ser considerado una grave equivocación.
En cuanto a las quejas que ocupan el resto de su carta, debo reconvenirlo severamente. El mayor
Zegarra Avalos es cu superior y le corresponde a él y no a usted, juzgar sobre la utilidad o inutilidad de las misiones que se le confían. La obligación suya es cumplirlas con la mayor celeridad y eficacia posible. Respecto a las burlas de que es objeto, y que por supuesto deploro, responsabilizo de ellas tanto y quizá más a su falta de carácter que a los malos instintos de los otros. ¿Debo recordarle que a usted compete, antes que a nadie, hacerse tratar con la alta deferencia que exige su doble condición de sacerdote y de soldado? Sólo una vez en mi vida de capellán, hace de esto 15 años, me faltaron el respeto y le aseguro que el atrevido debe estar todavía sobándose la cara. Llevar sotana no es llevar faldas, capitán Rojas, y en el Ejército no toleramos a los capellanes con propensión mujeril. Lamento que por su mal entendida noción de la mansedumbre evangélica, o por simple pusilanimidad, contribuya usted a mantener la abyecta especie de que los religiosos no somos varones enteros y de pelo en pecho, capaces de imitar al Cristo que arremetió a latigazos contra los mercaderes que vejaban el Templo.
¡Más dignidad y más coraje, capitán Rojas!
Su amigo,
comandante (ccc) GODOFREDO BELTRÁN CALILLA,
jefe del ccc de la V Región Militar
– Despierta, Panta-dice Pochita-. Pantita, ya son las seis.
– ¿Se ha movido el cadetito?-se frota los ojos Panta-. Deja tocal baliguita.
– No hables como idiota, que te ha dado por imitar a los chinos-hace un gesto de fastidio Pochita-. No, no se ha movido. Toca, ¿sientes algo?