Así que se puso a pensar en el día en que ella y mamá habían pasado por allí una vez, cuando fueron a ver a ser Peterson. Había que tomar el ascensor. El doctor Peterson era tan aburrido como Seely; pero en aquel pasillo estaba la oficina de Justin.
Justin sería interesante, pensó. Tal vez al menos la saludaría. Y había desaparecido tanta gente que le gustaba comprobar de vez en cuando si la gente seguía en el mismo lugar. Siempre la hacía sentir más segura ver que no se habían ido. Así que si tenía la oportunidad de pasar por un lugar conocido, no la desaprovechaba.
Tomó el ascensor hasta el pasillo de la planta superior y avanzó por las líneas metálicas que recordaba. Eso también era agradable, como hacía mucho tiempo, cuando había estado en una oficina al fondo de ese mismo pasillo; pero también la ponía triste yse detuvo y miró el centro del pasillo.
La puerta de la oficina de Justin estaba abierta. Estaba tan desordenada como la vez anterior. Y ella se sintió feliz de pronto, porque Justin y Grant estaban allí, los dos.
—Hola —dijo.
Los dos la miraron. Era bueno ver a alguien conocido. Esperaba que ellos se alegraran de verla. Casi nadie hablaba con ella, excepto el tío Denys, claro.
Pero ellos no la saludaron. Justin se levantó y la miró con ojos no muy amistosos.
Ari se sintió sola de pronto. Se sintió muy sola.
—¿Cómo estáis? —preguntó, porque eso era lo que siempre había que decir.
—¿Dónde está tu niñera?
—Nelly está en casa. —Ahora podía llamar así al apartamento del tío Denys sin que le doliera—. ¿Puedo entrar?
—Estamos trabajando, Ari. Grant y yo estamos muy ocupados.
—Todos están ocupados —protestó ella—. Hola, Grant.
—Hola, Ari —dijo Grant.
—Mamá se ha ido a Fargone —explicó ella. Por si no lo sabían.
—Lo siento —dijo Justin.
—Voy a ir allí a vivir con ella.
Justin la miró de una forma extraña. Una mirada rarísima. Grant la observó. Y Ari se asustó porque ellos estaban inquietos, y ella no sabía por qué. Se sentó allí y deseó saber qué andaba mal en todo aquello. De pronto se sintió realmente asustada.
—Ari —dijo Justin—, sabes que no debes estar aquí.
—Puedo quedarme si quiero. Al tío Denys no le importa.
—¿Te lo ha dicho él?
—Justin —le interrumpió Grant. Y luego, con amabilidad—: Ari, ¿quién te ha traído aquí?
—Nadie. He venido yo sola. —Se señaló—. Volvía de estudiar con cinta. Decidí tomar un atajo.
—Eso está muy bien —dijo Justin—. Mira, Ari. Supongo que tienes que ir a casa directamente y no detenerte en cualquier lado.
Ella negó con la cabeza.
—No. No. El tío Denys siempre llega tarde y Nelly no le cuenta nada. —Seguía recibiendo esa sensación de inquietud, de incomodidad, no importaba lo alegre que intentara mostrarse. No era que fueran malos con ella. Tampoco era rabia. Trató de comprender lo que era, pero Grant estaba preocupado por Justin y Justin estaba preocupado porque ella estaba ahí.
A la mierda con Ellos, hubiese dicho mamá. Ellos eran los que enredaban las cosas, no Justin y Grant.
—Me voy —dijo Ari.
Pero volvió al día siguiente, se deslizó, entró a hurtadillas y salió de pronto por el marco de la puerta y dijo:
—Hola.
Eso les dio un buen susto. Ella se rió. Y salió y se portó bien con ellos.
—Hola.
—Ari, por Dios, vete.
Eso le gustaba más. Justin estaba enfadado como mamá. Le gustaba mucho más. No era malo. Ni Grant. Los había Atrapado y ahora iban a gritarle.
—Hoy he estudiado ordenadores —les explicó—. Ya sé hacer un programa.
—Eso está muy bien, Ari. Vuelve a casa. Ari se echó a reír. Se llevó las manos a la espalda y se balanceó hasta que recordó que eso no estaba bien.
—El tío Denys me llevó al estanque de los peces. Yo tengo varios gupys. Hay uno que va a tener pececitos.
—Fantástico, Ari. Ahora vuelve a casa.
—Podría traeros algunos de los pequeñines.
—Ari, ve a casa.
—Tengo una holografía. Es un pájaro. Vuela. —Se lo sacó del bolsillo y les enseñó cómo se hacía girar y entró para mostrárselo—. ¿Veis?
—Muy bonito. Por favor. Vuelve a casa.
—Apuesto a que tú no tienes uno.
—Claro que no. Por favor, Ari...
—¿Por qué no queréis que esté aquí?
—Porque tu tío va a enfadarse.
—No. Ni siquiera lo sabe.
—Ari —dijo Grant. Ella lo miró.
—No querrás que llamemos a tu tío, ¿verdad? Ella no quería eso. No le parecía bien. Frunció el ceño mientras miraba a Grant.
—Por favor —dijo Justin—. Ari.
Era bueno con ella, bueno a medias. Y ella ya no tenía trucos. Así que salió, se dio la vuelta y le sonrió.
Era una especie de amigo. Era su amigo secreto. No quería que se enfadara con ella. Y Grant tampoco. Iría a verlos un momento cada día.
Pero al día siguiente no estaban: la puerta estaba cerrada con llave.
Eso la preocupó. Creyó que se habían dado cuenta de que ella iba a verlos siempre a la misma hora o que habían Desaparecido.
Así que se escapó de nuevo cuando se dirigía al estudio con cinta al día siguiente y los pescó.
—¡Hola! —dijo, Y los asustó.
Vio que estaban enfadados, así que no se rió mucho de ellos. Y les hizo un gesto de despedida con la mano y se fue.
De vez en cuando los encontraba. Cuando su gupy tuvo bebés, les llevó algunos en una jarra que tenía. Justin parecía mostrarse más amable con ella. Dijo que los cuidaría.
Pero cuando ella levantó la tapa, estaban muertos. Ari se puso muy triste.
—Supongo que han estado demasiado tiempo ahí dentro —sollozó.
—Sí —dijo Justin. Olía bien cuando ella se inclinó sobre el escritorio a su lado. Muy parecido a Ollie—. Lo siento, Ari.
Al menos eso la consolaba. Era la primera vez que era simplemente Justin con ella. Grant se acercó y miró; también él estaba triste.
Grant se llevó la jarra. Y Justin dijo que a veces las cosas morían, que era normal.
—Te traeré otros —dijo Ari. Le gustaba ir a esa oficina. Pensaba mucho en eso. Ahora se estaba inclinando sobre el escritorio de Justin y él había dejado de tener esa mala sensación. Era Justin, simplemente. Y le palmeó el hombro y le pidió por favor que se fuera.
No había sido tan bueno con ella en mucho, mucho tiempo. Así que ella estaba ganando. Pensó que debía de ser muy agradable hablar con él, pero no iba a darse prisa ahora y echarlo todo a perder. Ni con él ni con Grant. Él era su amigo. Y cuando mamá la enviara a buscar, le preguntaría a él y a Grant si querrían ir con ella y con Nelly.
Entonces tendría a todos los amigos especiales a su alrededor y estaría bien en la nave, porque Justin era un CIUD y era mayor y sabría todo lo que había que hacer para ir a Fargone.
Faltaba poco para su cumpleaños. No había querido ni siquiera una fiesta.
Sólo regalos, gracias.
Y ni siquiera eso la alegraba. Hasta ahora.
Se fue por el pasillo, jugando a caminar por la línea metálica. Y sacó la tarjeta de Nelly del bolsillo y la usó en el ascensor.
Porque sabía cómo trabajaba Seguridad.
XI
—Estúpido —aulló Yanni y le arrojó los papeles. Y Justin se quedó allá, paralizado mientras las páginas de su último proyecto personal aterrizaban lentamente sobre la alfombra a su alrededor—. ¡Estúpido de mierda! ¿Qué estás tratando de hacer? Te damos una oportunidad, hacemos todo lo que podemos hacer para darte una oportunidad, yo me quemo las cejas y pierdo el tiempo haciendo críticas a esta caca tuya y probarle a un estúpido maniático joven que su proyecto de estudio juvenil es sólo eso, un proyecto de estudio juvenil que Ari Emory hubiera rechazado con un gracias, muchacho, pero nosotros ya lo intentamossi no hubiera estado interesada en poner las manos encima de ese cuerpo tuyo y reventar a tu padre, hijo, cosa que hiciste tú mismo, maldito tonto. ¡Quítame esta mierda de la vista! Vuelve a tu oficina y no dejes entrar a esa niña, ¿me oyes?