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El marido de mi suegra le regala todos los días un clavel. Al principio ella los iba acumulando hasta que tuvo un gran ramo, la mitad estaban mustios pero ella no quería tirarlos. Cuando se dio cuenta de que tendría clavel diario, tiraba uno y reponía. Pero eso era en los comienzos, después de los años es él quien pone y quita. Yo no he visto un amor tan grande. Porque es que hay que ver lo que debe de ser llegar con el clavel, un día y otro y otro, y que ella ni siquiera los mire.

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