Al otro lado del callejón, sólo dos ventanas seguían con vida. En una de ellas, la sombra de un brazo peinaba unos cabellos invisibles; o tal vez era un movimiento de ramas. La otra aparecía cruzada por el inclinado y negro tronco de un álamo. Los deshilacliados rayos de un farol de la calle revelaron una fracción verde y brillante de un seto de boj. También pude distinguir el destello de un charco especial (el mismo que Krug había percibido de algún modo a través de la capa de su propia vida), un charco oblongo que adquiría indefectiblemente la misma forma después de cada chaparrón, debido a la constante forma espatulada de la depresión del suelo. Posiblemente ocurre algo parecido con la huella que dejamos en la íntima textura del espacio. ¡Pam! A good night for mothing.
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01/12/2010