– Lo has tenido guardado -murmuró. La miró a los ojos y, de repente, sintió que todo lo que estaba sintiendo en aquellos momentos doblaba de repente su intensidad.
– Siempre -dijo ella. Se lo colocó en la palma de la mano-. Funcionó en el pasado. ¿Por qué no vuelves a intentarlo?
Le temblaba la mano como nunca le había temblado. La miró y vio que en los ojos de Vanessa se reflejaba la promesa de unos sentimientos que duraban ya más de una década y que, a la vez, eran completamente nuevos.
– ¿Quieres casarte conmigo, Van?
– Sí -respondió ella riendo y conteniendo las lágrimas al mismo tiempo-. Claro que sí.
Brady le colocó el anillo en el dedo. Aún le servía.
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